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Historia y Cultura

¿Subirán los precios de gasolina y luz en México ante el conflicto Rusia-Ucrania?

ECONOMÍA 

24 FEB, 2022

 

El presidente López Obrador reconoció que ya existen algunos efectos económicos negativos ante el conflicto Rusia-Ucrania, afortunadamente en México “estamos preparados”. Fotos: iStock

POR: MARIO JOSE ALVAREZ MONROY

 
 
El presidente Andrés Manuel López Obrador reconoció que ya existen algunos efectos económicos negativos ante el conflicto Rusia-Ucrania. Afortunadamente en México “estamos preparados” al aplicar una estrategia para evitar un alza en las tarifas de la energía y sin enfrentar un desabasto de energía.  

Estamos desde hace algún tiempo preparados para que si nos aumenta mucho el precio del gas de importación, podamos echar a andar todas las plantas de generación de energía eléctrica”, dijo en la conferencia matutina del jueves 24 de febrero.

Estamos ya preparados para eso de que no haya apagones y que no aumente el precio”.

Detalló que la estrategia busca “producir más energía eléctrica con agua”, por lo que se planea utilizar a máxima capacidad las hidroeléctricas.  

Ya tenemos ese plan para actuar; para evitar el aumento en los costos de la energía eléctrica”, agregó.

¿Y en los precios de la gasolina?

Tras conocer que el petróleo ya superó los 100 dólares por barril, el mandatario destacó que se han mantenido activos los estímulos fiscales para los combustibles.

En el caso de las gasolinas igual, hay un subsidio”, subrayó.

Aunque aumente el precio de la gasolina de importación, porque aumenta el precio del petróleo crudo, que esto no se traslade a los consumidores”.

Esta medida permite que el precio de la gasolina se mantenga estable, debido a que “no aumenta por encima de la inflación”. Lamentablemente la economía de los mexicanos afronta un duro reto con el repunte de la inflación.

La pregunta clave es: ¿cuál es la postura de México ante el conflicto entre Rusia y Ucrania?

Ucrania, el nuevo orden mundial y México

 

Leo Zuckermann                                      Juegos de poder
 
 
 

Me llama la atención lo poco que se habla de los ucranianos en todo este conflicto que tiene con Rusia. Al final, son los que ya están sufriendo las consecuencias. Estoy hablando de más de 44 millones de seres humanos que hoy están durmiendo con el Jesús en la boca esperando que los rusos no se atrevan a invadir su país.

Rusia, de acuerdo con fuentes de inteligencia militar de Estados Unidos, está por lanzar una ofensiva para quedarse con el territorio ucraniano. El presidente ruso, Vladimir Putin, ya ha declarado que Ucrania es en realidad parte de su país. Ha reconocido la independencia de dos regiones ucranianas del este: Donetsk y Lugansk. Esto, como ha dicho el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, es el primer paso para la invasión de Ucrania.

Rusia no tendrá problemas en intervenir en estas dos provincias con fuerte presencia de población rusa. Pero no será lo mismo si cruza el Rubicón y se lanza a tomar la capital, Kiev. El ejército ucraniano cuenta con más de 200 mil elementos y un millón en reservas. No tiene, desde luego, el equipamiento que el ejército ruso. Pero, por lo que veo en la prensa, son un grupo de gente patriota dispuestos a dar la lucha para evitar que Rusia se trague a su país de un bocado.

En una guerra, seguramente ganarán los rusos por la superioridad militar que tienen. Sin embargo, no será un paseo de campo. Habrá muertos y heridos de los dos bandos, aunque los rusos acaben conquistando la capital ucraniana y, eventualmente anexándose este territorio, tal y como lo hicieron hace unos años con la península de Crimea.

Así que no olvidemos, en primera instancia, que detrás de este conflicto hay gente de carne y hueso cuya vida peligra hoy en día por la posible guerra.

Pero, más allá de esta triste realidad, está la geopolítica mundial. Lo que está en juego es mucho. 

Estados Unidos, al renunciar a la posibilidad de intervenir militarmente para evitar la invasión rusa, le ha dejado el camino abierto a Moscú para devorarse a Ucrania. Ciertamente le dolerán a los rusos las sanciones económicas, pero tampoco quebrarán a ese país.

Lo cual nos lleva a la nueva realidad geopolítica. En la medida en que Washington ha renunciado a convertirse en el policía mundial, le ha dejado la puerta abierta a regímenes autoritarios para apropiarse de territorios extranjeros. Rusia se quedaría con Ucrania y, siguiente en la lista, los chinos estarían tentados a recuperar a Taiwán.

Aquí ya estamos hablando de otro tipo de conflicto. Ucrania no pinta en el escenario económico global. Si se lo quedan los rusos, no habría un impacto duro en la economía mundial. Otra cosa, sin embargo, es el caso de Taiwán que es uno de los cuatro tigres asiáticos junto con Hong Kong, Corea del Sur y Singapur. La economía taiwanesa es indispensable para las cadenas globales de valor de la industria electrónica. Es el principal productor de microchips en un momento donde hay escasez de estos bienes. Que China invada y se anexe a Taiwán tendría repercusiones muy serias para la economía global. 

Imaginemos que Rusia se traga a Ucrania y China a Taiwán. Sería un desastre para la hegemonía de Estados Unidos en el mundo. Dos de sus rivales demostrarían su fuerza. El problema es que tanto Rusia como China son regímenes autoritarios que desafían a las democracias occidentales. Dejarlos ejercer su poder militar implica abrir la posibilidad que países consideren que el autoritarismo es una forma superior de gobierno que la democracia liberal. Esto significaría un potencial deterioro en los de por sí vapuleados regímenes democráticos-liberales.

¿Y México cómo la va a jugar en esta coyuntura internacional? 

Por supuesto que vamos a salir a apoyar posibles soluciones pacíficas a conflictos bélicos. Eso se da por descontado. Pero, más allá de eso, en la realpolitik de la geopolítica internacional, ¿qué hará nuestro país? ¿Se alineará a las democracias liberales de América del Norte y Europa o coqueteará con las autocracias rusa y china para presionar a Washington?

No lo sé. Lo que sé es que no alcanza la bobería del gobierno actual de que “la mejor política exterior es la política interior”. No. En la coyuntura actual, México requiere una política exterior para defender sus intereses frente al mundo. Que maximice sus beneficios y minimice sus costos. Ojalá se lo explique la secretaría de Relaciones Exteriores al presidente López Obrador.

¿Qué pelea Rusia a Ucrania; por qué inició operación militar?

El conflicto entre Moscú y Kiev tienen raíces históricas; he aquí un resumen en cinco capítulos.

AFP / MOSCÚ | 23-02-2022
 
 

 

Los dos países comparten una historia milenaria, que se remonta al llamado Rus de Kiev, un principado que existió desde el siglo IX hasta el XIII. (Fotos: AFP)

 

 

Rusia y Ucrania están inmersas en una crisis que ha escalado a una operación militar anunciada esta noche por Vladimir Putin, quien incluso llamó a los países a no intervenir, pues prometió represalias a quienes se interpongan en su acción armada.  

Las tensiones actuales tienen raíces históricas.

He aquí un resumen en cinco capítulos.

Raíces comunes 

Los dos países comparten una historia milenaria, que se remonta al llamado Rus de Kiev, un principado que existió desde el siglo IX hasta el XIII.

Esta entidad se encontraba a caballo entre la Rusia contemporánea, Ucrania y Bielorrusia. Moscú considera esta zona como su cuna.

En un texto publicado en julio, el presidente Vladimir Putin afirmó que "rusos y ucranianos son una sola nación" que pertenece a "un mismo espacio histórico y espiritual".

En su conferencia de prensa anual, afirmó que Ucrania había sido "creada por Lenin" en los primeros años de la Unión Soviética, una forma de negar las especificidades de esta nación, que presentó como artificial.

Dos lenguas

 

 

Moscú acusa periódicamente a las autoridades de Kiev de querer "desrusificar" su país favoreciendo la lengua ucraniana.

Ucrania replica que solo está corrigiendo la rusificación forzada bajo el Imperio Ruso y la Unión Soviética.

El ucraniano y el ruso, que pertenecen a la misma familia de lenguas eslavas orientales, tienen muchas similitudes, pero también diferencias.

El ucraniano domina en el oeste y el centro de Ucrania, y el ruso en el este y el sur.

Después de la independencia de Ucrania tras la caída de la URSS en 1991, el ucraniano se convirtió en la única lengua estatal.  

Aunque los ucranianos son mayoritariamente bilingües, el ucraniano está considerado la lengua materna por el 78% de la población y el ruso por el 18%, según una encuesta reciente.

Pero el uso del ruso ha disminuido en respuesta a la anexión de Crimea por parte de Moscú, y una ley aprobada en 2019 exige la ucranización de varios sectores, como el comercio y los servicios.

Hambruna 

Entre los principales hechos históricos en disputa entre Rusia y Ucrania está el "Holodomor", la gran hambruna que mató a varios millones de personas en 1932 y 1933 en Ucrania.

Tanto Kiev como los historiadores califican esta tragedia de "genocidio" orquestado por Stalin contra el pueblo ucraniano que se resistió a la colectivización de la tierra.

Pero Moscú y otros historiadores rechazan esta caracterización, situando los acontecimientos en el contexto más amplio de las hambrunas que también se cobraron muchas víctimas en Asia Central y Rusia.

Es poco probable que esta controversia disminuya porque el Kremlin, que defiende una visión glorificada de la historia rusa, intenta restar importancia a los crímenes estalinistas.

Las divisiones del Donbás

 

 

El Donbás, una región del este de Ucrania, es el epicentro del conflicto que enfrenta a las fuerzas de Kiev con los separatistas prorrusos respaldados por Moscú desde 2014.

Esta cuenca minera e industrial es económicamente vital para Ucrania.

También está en el centro de una batalla cultural entre Kiev y Moscú, que argumenta que la región, junto con gran parte del este de Ucrania, está poblada por rusoparlantes que necesitan ser protegidos del nacionalismo ucraniano.

Sin embargo, la rusofilia de la región se debe, al menos en parte, a la rusificación y repoblación forzadas de la región tras la Segunda Guerra Mundial, con la llegada de cientos de miles de trabajadores rusos.

Esta afluencia, junto con las víctimas de la guerra y del Holodomor, cambió el equilibrio étnico y cultural.

La situación en Crimea

 

 

Aún más compleja es la situación en Crimea, anexionada por Moscú en 2014 tras una revolución prooccidental en Ucrania.

En Rusia, la península está considerada como parte integrante del país.

Bajo la URSS, generaciones de rusos pasaron sus vacaciones allí, lo que contribuyó a desarrollar un fuerte apego a la región.

Crimea fue parte del Imperio Ruso desde el siglo XVIII y luego, bajo la Unión Soviética, estuvo integrada en Rusia hasta que se anexionó a la Ucrania soviética en 1954 por un decreto de Nikita Jrushchov. 

Su anexión por parte de Moscú no fue reconocida por la comunidad internacional y Ucrania exigió su devolución.

“Le faltaron tompiates…”

 

Francisco GarfIAS

 

Otra vez el ministro Arturo Zaldívar se puso en el centro de las críticas al revelar, casi 13 años después de la tragedia de la Guardería ABC en Hermosillo, una supuesta “operación de Estado” para proteger a la familia de Margarita Zavala.

Ese fue su “bautizo” como ministro. Llevaba meses en la Suprema Corte cuando, según narró, le turnaron el asunto de la guardería de Hermosillo que no le tocaba.

“Mis compañeros ministros me quisieron chamaquear. Pensaron que iba a convalidar el autoritarismo de Felipe Calderón y su gobierno”, dijo Zaldívar en un evento en el que presentó su libro 10 años de derecho. Una autobiografía jurisdiccional.

Más tardó en hacer sus revelaciones que la otrora primera dama —hoy diputada federal del PAN— en calificar de “mentiroso” y de “empleado” del presidente López Obrador.

 
En un hilo que escribió en Twitter, Zavala afirma:

“Miente al decir que hubo una operación para proteger a mi familia. La concesión fue de años antes que Felipe Calderón entrara a la presidencia. 

“Fue el propio gobierno federal el que denunció y obtuvo órdenes de aprehensión, incluso en contra una pariente mía en sexto grado y otros”.

En el incendio de la Guardería ABC murieron 49 niños. Otros 100 resultaron lesionados. 22 funcionarios federales y locales fueron a la cárcel por negligencia.

Zaldívar mencionó al secretario de Gobernación, Fernando Gómez-Mont, como el mensajero que le transmitió las presiones de Felipe Calderón que Margarita niega. 

Narra que en una reunión que terminó a gritos, Gómez Mont le dijo: “Dice el presidente que no te apoyamos para eso”. Zaldívar le respondió: “dile al presidente que postuló un ministro, no designó a un secretario de Estado”.

* ¿Por qué hasta ahora decidió hablar? Es la pregunta que todos nos hacemos. La respuesta que predomina es la misma: el ministro anda de queda bien con el Presidente.

En el Senado y en San Lázaro legisladores de Morena chocaron con opositores al abordar el tema. La diputada morenista Guadalupe Chavira propone, incluso, juicio político para Margarita.

La senadora panista Xóchitl Gálvez no se anduvo por las ramas. Dice que a Zaldívar “le faltaron tompiates” para hacer la denuncia cuando ocurrieron los hechos.

Una voz que destacó fue la del senador Ricardo Monreal, coordinador de la bancada de Morena en la Cámara alta: 

“A mí siempre me genera suspicacia que funcionarios, políticos, actores, declaren después de muchos años. ¿Por qué no hacerlo en el momento que están sufriendo estas presiones? 

“…El destiempo sí te genera un proceso, al menos de duda”, puntualizó.

Zaldívar, no hay que perderlo de vista, llegó a la SCJN propuesto por el entonces presidente Felipe Calderón, esposo de Margarita. Al hacer sus revelaciones, en la presentación de un libro suyo, dijo que en ese tiempo no hizo públicas las presiones que recibió, porque quiso “proteger” a la SCJN. 

¿También la quiso proteger cuando buscó extender dos años su mandato como presidente de la Suprema Corte? ¡Ah, perdón! Ya dijo que él no tuvo nada que ver en ese asunto. 

Fuera del ámbito político, Hugo Concha, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, le dijo al IMER que las “revelaciones” de Zaldívar no tienen consecuencia legal alguna. 

“No son ajenas a la manera como sigue operando el sistema presidencialista. Lo que sí me parece oportunista es hacerlo 13 años después… abona al golpeteo a las presidencias pasadas”.

* Regresó la moda del chapulineo. Legisladores que brincan de un partido a otro porque no los hicieron candidatos o porque no están de acuerdo con las directrices de su dirigencia.

En los pasillos del Senado nos enteramos ayer que hay negociaciones para que senadores del PAN que no están contentos con Marko Cortés, jefe nacional del azul, se pasen a la bancada de Movimiento Ciudadano. Buscamos confirmarlo al más alto nivel. “Es cierto”, nos dijeron.

* Los senadores del Grupo Plural entregaron al canciller Marcelo Ebrard una carta en la que le piden emplace públicamente al dictador Daniel Ortega para que libere a los presos políticos que saturan las cárceles de Nicaragua.

En la misiva que Nancy de la Sierra, coordinadora del Grupo Plural, le entregó a Marcelo, solicitan, en concreto, que condicione las relaciones con Nicaragua al cese de persecuciones y agresiones a opositores, que garantice los derechos de asociación y manifestación, y el respeto irrestricto a la libertad de expresión. 

De lo contrario, lo emplazan a romper relaciones diplomáticas con el “régimen dictatorial” de la dupla Ortega-Murillo que azota Nicaragua.

Revocación de mandato: nos vemos a la salida País de miedo

 

Pascal Beltrán del Río                                          Bitácora del director
 
 

Es difícil negar el colmillo político del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Ante el raspón en su popularidad, causado por el episodio de la casa de Houston, y la dificultad para convencer de que no se incurrió en ese caso en conflicto de interés alguno, el mandatario ha aprovechado para justificar su decisión de promover la revocación de su mandato.

Ayer, en su conferencia mañanera, invitó a la oposición a participar en la consulta del 10 de abril –de hecho, dijo que todos deberíamos acudir a votar– para decidir si se queda o se va.

Es impensable que López Obrador pronuncie un mea culpa como el que hizo Enrique Peña Nieto respecto de la llamada Casa Blanca. No es su estilo. Pero lo que sucedió el lunes es un claro golpe de timón ante lo complejo que ha resultado para él desmentir que personas de su entorno hayan caído en contradicción respecto de su lucha contra la corrupción, así como ante la probada inutilidad de devolver las acusaciones a quienes lo señalan, tachándolos de ser acaudalados.

 
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“Es muy peculiar porque dicen: ‘Es un gobierno autoritario, antidemocrático’, pero va a haber ahora una consulta; si está mal el gobierno, si no les gusta como gobierno, pues tienen la oportunidad”, expresó ayer el Presidente.

“Si ellos están inconformes y hay quienes piensan que estábamos mejor antes, pues tienen esa posibilidad de expresarlo de manera pacífica, sin gritos, sin sombrerazos, sin insultos, sin violencia, ésa es la democracia; no con labor de zapa, es decir, queriendo socavar, debilitar al gobierno con guerra sucia, con campañas de odio, de desprestigio”, agregó.

Como digo, es notable la habilidad de López Obrador de ajustar su discurso a las necesidades del momento. No lo había hecho durante tres semanas, quizá por lo inesperado del obús que recibió o porque el asunto lo toca en lo más íntimo: su familia. Veremos cómo responde la oposición –y el sector crítico del gobierno, en general– al reto que lanzó ayer el tabasqueño y que suena al clásico “nos vemos a la salida” que se escucha en las escuelas. Sin embargo, no pueden desconocerse varias realidades en torno de la revocación.

La primera, que la consulta fue iniciativa del propio López Obrador, misma que avanzó en el Congreso sin reparar en las opiniones de que la democracia mexicana tiene poco que ganar si el Ejecutivo gobierna la primera mitad de su periodo preocupado en no ser destituido al tercer año.

Segundo, las reglas que se pusieron para convocar a una votación tan importante son harto laxas: sólo se requiere de la aceptación de 3% de los ciudadanos inscritos para votar.

Tercero, los simpatizantes del Presidente realizaron una campaña de recolección de firmas que tramposamente llamaban a ratificar el mandato, pervirtiendo el sentido de este derecho.

Cuarto, entre las adhesiones que se presentaron para poner en marcha la revocación, aparecieron muchas obtenidas de forma indebida, pues se incluyeron las de personas muertas y encarceladas, así como un buen porcentaje de ciudadanos que nunca dieron su aval al ejercicio.

 

Quinto, han surgido por muchas partes del país anuncios espectaculares, que no se sabe quién paga, llamando a que “siga” el Presidente.

Sexto, los servidores públicos que apoyan al Ejecutivo se han negado a cumplir con los términos de la veda aprobados por ley, y el propio López Obrador no ha dudado –como hizo ayer– en invitar a los ciudadanos a votar, cosa que no debe hacer.

Séptimo, la revocación ha servido como pretexto para golpear al árbitro electoral, con lo cual, quienes eso hacen muestran que de ninguna manera aceptarían un resultado adverso.

Y octavo, el Presidente asume erróneamente que éste es un país binario y que sólo hay dos posturas sobre él en la discusión pública. En síntesis, el actual proceso de revocación se queda lejos de ser un ejercicio democrático y está más cercano a constituir una herramienta para afianzar el poder presidencial. La verdad, sería ingenuo pensar que se trata una oportunidad de dirimir pacíficamente las diferencias.

 

 

Pascal Beltrán del Río                                                   Bitácora del director
 
 

Claudia Sheinbaum se ha convertido en el eco de la voz del presidente Andrés Manuel López Obrador. Cosa que dice él no tarda ella en repetirla, casi ad lítteram. Tan lo sabe, que antes de hacerlo, se cura en salud: “Otra vez me van a decir regenta, pero…”.

Con ello, se vuelve, como dice la expresión popular, más papista que el Papa.

El jueves pasado, la jefa de Gobierno respaldó el dicho presidencial de que el Inai debe investigar los bienes e ingresos de periodistas. Luego se fue de un hilo diciendo que hay una “campaña negra” en contra suya y del Presidente, cuyo financiamiento, exigió, debe ser revelado. Y terminó por preguntar si los mexicanos queríamos vivir en un país de miedo o de esperanza.

¿Que que qué? 

Tal vez a Sheinbaum se le olvide o le interese que no se diga, pero ya vivimos en un país de miedo.

¿O en qué otro país que se dice democrático y respetuoso del Estado de derecho entra una caravana de 20 vehículos con delincuentes fuertemente armados en una ciudad de 60 mil habitantes, aterrorizando a la población, ametrallando fachadas de casas, penetrando en algunas de ellas para matar y secuestrar?

Eso pasó la noche del martes y madrugada del miércoles en Caborca, Sonora, el estado gobernado por quien fue, durante casi dos años, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana del gobierno federal. ¿A qué ciudadano se le dio allí protección durante esas seis horas de terror? ¿Qué autoridad federal o local acudió a tiempo, cuando se requería, para ayudar a los caborquenses?

Quienes hablan de un país de esperanza quizá no registren que salir a divertirse por la noche es una actividad de alto riesgo en México.

Ahí está el caso de los cinco jóvenes zacatecanos que fueron secuestrados al salir de un bar la noche del sábado 12 de febrero en la capital estatal. A cuatro de ellos los hallaron muertos al día siguiente. Sus cadáveres, envueltos en bolsas negras, aparecieron en una camioneta abandonada sobre una carretera estatal, en el municipio de Genaro Codina. Luego de una intensa búsqueda, el cuerpo de la quinta víctima apareció el viernes pasado, junto con el de un hombre de identidad desconocida, en una casa ubicada en el municipio de Guadalupe.

Miedo, el que se siente al usar el transporte público en muchas zonas urbanas del país, donde se han vuelto frecuentes los asaltos a choferes y pasajeros, quienes corren el riesgo de recibir un balazo en caso de resistirse a entregar sus pertenencias. Miedo, también, por viajar por carretera, pues los robos al transporte de carga e, incluso, al de pasajeros van al alza.

La semana pasada, un autobús de la compañía ADO que iba hacia Veracruz, fue obligado a detenerse sobre la autopista Puebla-Orizaba, que se ha vuelto una de las más peligrosas del país, para luego ser abordado por hombres armados, quienes despojaron a los pasajeros de sus pertenencias. Y, apenas la madrugada de ayer, otro autobús de la misma línea, que iba de Tierra Blanca a Oaxaca, debió pararse al toparse con un tronco atravesado en el camino. Además de robar a los viajeros, los delincuentes violaron a varias mujeres.

 

Miedo, que un supuesto grupo de autodefensa haya secuestrado a 21 personas de Pantelhó, Chiapas, hace casi siete meses, y que el líder de la organización rete a los integrantes de la Comisión Nacional de Búsqueda, que hace poco llegaron al municipio, a que escudriñen “hasta debajo de las piedras”.

Miedo, que criminales quemen negocios que se resistan a ser extorsionados, como ocurrió, nuevamente, la noche del viernes en Acapulco.

En el país que lleva más de 112 mil homicidios dolosos en 38 meses –entre ellos, los de 28 periodistas– y, hasta julio pasado, 21 mil desapariciones de personas en lo que va del sexenio, amenazar con que corremos el riesgo de vivir con miedo es una bofetada. ¿O de qué esperanza nos están hablando?

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