Cientos de ucranianos huyen ya de sus hogares. Durante las primeras horas del jueves, algunos colapsaron las carreteras, que se observaban como estacionamientos. Otros más siguen al pie de la letra la orden gubernamental del toque de queda. Los hombres entre 18 y 60 años se resignan a que deben servir al Ejército. Suenan las alarmas, se escuchan bombazos, los primeros ante la sorpresa de los periodistas que dan sus reportes en vivo, el momento en que el corresponsal de CNN se agacha para colocarse su chaleco antibalas.
En la televisión se informa también sobre las sanciones que acordaron varios países contra Rusia. Vladimir Putin dice que no tuvo otra opción. Joe Biden dirige un mensaje al mundo, el primero frente a las cámaras desde el inicio de la operación militar, le llama agresor, subraya que fue él quien eligió la guerra: Putin, el presidente que lleva varias décadas dirigiendo el rumbo de ese país. En la ONU se enfrentan representantes diplomáticos. Al momento en que se escriben estas líneas, ya suman más de cien las vidas perdidas, entre militares y civiles, los que ha dejado está, la última guerra declarada en años.
Personas huyendo, personas que han muerto, ya es un poco tarde para pensar que la diplomacia es el único posible mecanismo para resolver un conflicto, uno que ha escalado al paso de los meses. Oksana Dramarétska, embajadora de Ucrania en México lanzó un mensaje contundente: “Ucrania rompió relaciones diplomáticas con Rusia, invitamos a nuestros socios a seguir nuestro ejemplo. Consideramos inaceptable mantener relaciones diplomáticas con el Estado agresor, que ataca abiertamente a su vecino sin ningún motivo…”. El llamado es porque ante la escalada de los ataques, se hace evidente que los acuerdos ya no son una opción. Y no es que se llame a responder de la misma forma, pero sin duda ante los acontecimientos que ha visto el mundo en las últimas 36 horas, así como potencias globales impusieron sanciones como vía de presión, el resto de las naciones no pueden optar por la tibieza: nadie debe ser omiso ante una guerra declarada, menos cuando ya hay vidas perdidas.
Y sí, es muy poco probable que se desate algo que pudiéramos denominar como Tercera Guerra Mundial, muy poco probable por el derecho internacional y todos los tratados que se han firmado en el mundo durante las últimas décadas, a partir de los conflictos que dividieron en dos ocasiones al planeta durante la primera mitad del siglo XX. Lo cierto es que ahora hay otros frentes que antes no existían, por lo que este conflicto puede tomar dimensiones entonces desconocidas, pero hoy posibles: el económico, el tecnológico, incluso, el biológico, porque en el terreno de lo armado ya existe la posibilidad nuclear.
Qué bien por México que reaccionó al llamado de Ucrania y rechazó el uso de la fuerza en la expresión pública que hizo Marcelo Ebrard de condena ante la invasión de Rusia a Ucrania. No podía nuestro país sólo ver la escalada de una guerra.