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Gustavo Hodgers Rico: el deporte como formación integral.

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Gustavo Hodgers Rico nació el 21 de agosto de 1934 en el poblado La Misión, municipio de Magdalena de Kino. Sus padres fueron Guillermo Hodgers Cota y Amelia Rico Rendón, ambos finados, quienes procrearon a Graciela, Estela María, Jesús Guillermo, María Luisa, Gilberto, Gustavo y Amelia. Él fue el séptimo en el orden de nacimientos.
Su enseñanza primaria la recibió en la escuela Juan Fenochio, de Magdalena de Kino, entre 1940 y 1946; los primeros dos años de secundaria los cursó en la misma ciudad, del 46 al 48, y el tercer grado, en la Secundaria de la Universidad de Sonora, en Hermosillo, en el ciclo escolar 1948-1949.


En su niñez y juventud siempre mostró dotes y facultades para practicar diversas disciplinas deportivas, y con excelentes facultades brilló como integrante de equipos de beisbol, basquetbol, softbol y volibol universitarios.
Desde su adolescencia, Gustavo Hodgers siempre se caracterizó por su vida sana, de respeto a sus semejantes y su familia, manteniendo una actitud muy positiva ante la vida, lo que influía en quienes le rodeaban.
Los estudios de bachillerato los realizó en nuestra alma máter de 1952 a 1954, y durante dos años fue alumno de la Escuela de Contabilidad y Administración (ECA), también en el campus universitario.
Siempre se distinguió por sus cualidades de amigo, inteligencia, buen carácter y deseos de superación.
Como jugador juvenil y de primera fuerza, entre 1949 y 1955 fue pieza clave de selecciones de basquetbol, volibol, softbol y en beisbol, donde destacó sobremanera en la posición de receptor. En esos años participó en doce campeonatos estatales de softbol, un nacional de basquetbol en Poza Rica, Veracruz, y ocho estatales de baloncesto.
Contrajo matrimonio con Aída Isibasi Araujo –graduada de Químico Farmacobiólogo en la Universidad de Sonora, y quien también destacó como receptora del Club Águilas y como basquetbolista con el profesor Córdoba Herrera– el 26 de diciembre de 1956 en la Capilla del Carmen, y de su unión procrearon a su hijo Fernando, haciendo de Hermosillo su residencia.
Otro importante logro en la vida de Hodgers ocurrió en 1957, cuando fue designado mánager del equipo Sonora que participó en el campeonato nacional de beisbol celebrado en Mexicali, BC, donde logró el tercer lugar.
También participó como timonel en otros cuatro torneos nacionales, en doce estatales y seis nacionales de softbol obteniendo tres títulos.
Precisamente por su trayectoria en el deporte, seriedad, entusiasmo y responsabilidad mostrada en sus actividades como universitario, en 1953 recibió el cargo de entrenador de los equipos de beisbol y softbol de la Universidad, y luego, de 1953 a 1958, también asumió la misma función de las selecciones de basquetbol, volibol femenil y atletismo.
Fue en esta etapa cuando comenzaría a registrarse la más grande y prestigiosa etapa deportiva de la máxima casa de estudios de Sonora.
Más tarde, a partir de 1958, el ameritado maestro se dedicó a entrenar exclusivamente al equipo representativo de beisbol del alma mater, conformando potentes selecciones que comenzaron a darle fuerte presencia y orgullo a los colores búhos en diversos torneos estatales y nacionales.
Por ejemplo, inolvidable fue aquella final nacional de primera fuerza en 1958, el primer torneo que se celebraba en Tijuana, teniendo como escenario el histórico y desaparecido estadio “Angel Camarena”, donde el representativo de Sonora perdió el título en dramático juego final por 1-0 ante Baja California.
Ese choque lo ganó Luis “Viejito” García, quien superó a Héctor Guillermo “Temo” Balderrama, en esa época todo un talento del pitcheo y prospecto de los Indios de Cleveland.
La escuadra fue dirigida, obviamente, por el profesor Gustavo Hodgers Rico, ya ubicado como el mejor estratega sonorense de esa época.

Gran impulso al deporte

Cabe destacar cómo por su notable trayectoria y experiencia, además de liderazgo en el deporte, en aquella década del 70 el profesor Gustavo Hodgers Rico recibió la responsabilidad de dirigir la jefatura de Deportes de la Universidad de Sonora, al mismo tiempo que continuaba como mánager del seleccionado búho de beisbol.
Tal responsabilidad significaba un reconocimiento a su enorme trayectoria.
Cuando ocupó en 1974 la jefatura de Deportes, sus oficinas se ubicaron tanto en el Edificio Principal de la Universidad, en su planta alta –donde hoy se encuentra la Dirección de Recursos Humanos–, y luego también en las instalaciones del estadio “Profr. Miguel Castro Servín”.
Desde su nueva responsabilidad, de inmediato comenzó a desplegar una diversidad de acciones en todas las disciplinas deportivas y estableciendo positivas relaciones y de intercambio con el deporte municipal, estatal y federal, además de universitario.
Fue en esa década cuando brillo con gran intensidad la Liga Universitaria de Beisbol, en la que destacaban los equipos de Ingeniería Civil, Agricultura y Ganadería, Ciencias Químicas, Contabilidad y Administración y de Derecho, así como el de la Preparatoria.

El famoso campo de “El Hoyo”

Seguramente está muy presente en la memoria de todos los que vivimos esa época aquellos intensos entrenamientos entre semana y los juegos sabatinos del circuito interior universitario.
Teníamos como escenarios diversos campos de beisbol ubicados en el sector poniente del campus universitario, donde al paso de los años comenzaron a construirse modernos edificios departamentales de la institución.
La mayoría de los que jugamos en esos días nos es imposible no hacer referencia a uno de los campos de beisbol conocido como de “El Hoyo”.
Se ubicaba exactamente donde hoy se ubican los edificios que dan albergue al Posgrado de Derecho y la nueva área del Departamento de Contabilidad y Administración, peculiar escenario de tantos y tantos recuerdos, anécdotas y notables jornadas.
Incluso, el equipo universitario contaba con una máquina lanzadora de pelotas, con su red protectora, con lo cual teníamos oportunidad de mejorar nuestra técnica y mecánica de bateo. Esa máquina se encontraba exactamente donde hoy se ubica un expendio de Cafenio, contra esquina del antiguo edificio de la Escuela de Contabilidad, sede de las oficinas del Centro de Asesoría y Consultoría Empresarial (CACE).
Si los fines de semana no había giras de exhibición del seleccionado universitario, en “El Hoyo” y toda esa área de béisbol se podía admirar a aquella juventud inmersa y activa en su pasatiempo favorito siguiendo las instrucciones y programas de entrenamiento del maestro Hodgers.
Un personaje de gran aprecio para el profesor Hodgers y sus jugadores, era sin duda Ricardo “Richard” Ruiz, quien auxiliaba en labores de limpieza y pintado de los campos donde jugábamos.
También resulta difícil olvidar las grandes giras de exhibición o de competencia formal que los Búhos del profesor Hodgers realizaban por distintas ciudades de toda la entidad y región noroeste.
Así, tuvimos la oportunidad de viajar en autobús hacia Santa Ana, Caborca, Nogales, Puerto Peñasco, San Luis Río Colorado, Cananea, Agua Prieta, Ures, Aconchi, Baviácora, Guaymas, Empalme, Navojoa, Etchojoa, Huatabampo, Chihuahua, Sinaloa y las dos Baja California, donde nos enfrentábamos a Mexicali, Tecate, La Paz y Villa Constitución.
Además, el equipo realizaba giras hacia Arizona, para jugar contra seleccionados de Tucson, Tempe, Douglas y Phoenix.
Era precisamente en esos juegos de preparación y exhibición donde se ponía a prueba el nivel del equipo, además de que los juegos y el intercambio con peloteros de otras ciudades nos proporcionaban mayor experiencia y aprendizaje.

Fundamentos del beisbol

En sus ratos libres, en 1979 el maestro Hodgers se dedicó con ahínco a la investigación sobre los fundamentos del beisbol.

Fue así como editó un documento que luego siempre puso en práctica en sus enseñanzas como mánager, y el cual distribuyó entre sus más cercanos colaboradores.

Búhos, modelo a seguir

Por ello, apoyado en ese valioso documento impulsó una enseñanza técnica y metodológica que dio productivos resultados en el juego y la formación de sus alumnos-jugadores.
Además, la experiencia, conocimientos, carácter, disciplina y personalidad que le caracterizaron en vida, también facilitó de manera exitosa su forma de orientar y aconsejar a quienes formó, tanto en la clase de deportes como en el seleccionado universitario.
El respeto que imprimía, pero sobre todo la estrategia que utilizaba en entrenamiento y juegos, le dieron a los Búhos grandes satisfacciones y triunfos.
Fue por ello que el seleccionado universitario siempre se ubicó como modelo a seguir por otras selecciones de la entidad y diversos puntos del país
El maestro Hodgers siempre supo ganarse el aprecio, cariño y respeto de la gente que le rodeaba. Su grata personalidad era ejemplo dentro y fuera de los escenarios deportivos. Sus conocimientos y enseñanzas, fructificarían exitosamente en los equipos universitarios y en la formación de sus pupilos.

El Maestro

A quienes fuimos sus jugadores, siempre nos emociona recordarlo, y al hablar de él, de su trayectoria y enseñanzas, por lo común le llamamos “El Maestro”; así, sin decir su nombre, reflejo de que claramente, aún al paso del tiempo, mantenemos una comunión en espíritu e identificación con su memoria.
Hodgers forjó hombres de bien con sus consejos, con su forma de trato a cada uno de sus jugadores, donde se manifestó una relación de respeto, confianza y fortaleza de ser gente importante y responsable en la vida.
Daba gusto jugar bajo su dirección y escuchar sus orientaciones; su forma de ser y de apoyarnos era algo muy especial. Nos sentíamos en total confianza bajo su tutela.
Siempre nos reiteraba que “cuando alguien logra jugar en deportes de conjunto, en equipos o selecciones, a la postre se les facilitará y podrán establecer óptimas relaciones de confianza y convivencia al momento de incorporarse al trabajo profesional”.
Y así, luego de egresar de la alma máter o cualquier otra institución educativa, lo hemos constatado quienes tuvimos ese honor de ser sus discípulos vistiendo la franela tradicional de los búhos.
Sin duda, muy gratos recuerdos nos envuelve su persona y compañía como amigo y entrenador.

Estadio Universitario “Gustavo Hodgers Rico”

En marzo de 1983, la Universidad de Sonora decidió honrar toda su trayectoria y contribución al deporte y formación de nuevas generaciones, bautizando el estadio de beisbol universitario con su ilustre nombre.
Mejor homenaje no podía recibir quien dedicó toda su vida a formar generaciones en esta hermosa disciplina, siempre de una manera sana, amable y con gran respeto al valor de la juventud.
Un modelo como entrenador, mánager y dirigente del deporte, además de amigo, sin duda, siempre a seguir.
La solemne y emotiva ceremonia a la que asistieron el mismo profesor Hodgers, Aída Isibasi, su hijo Fernando, familiares, amigos y ex búhos, la encabezó el entonces rector de la institución, Ing. Manuel Rivera Zamudio. Al acto también acudió el alcalde de Hermosillo, Ing. Casimiro Navarro Valenzuela.

Evocación de Aída

Su final empezó con síntomas parecidos a los de una úlcera, sólo que pasaba el tiempo y no se curaba. Era septiembre de 1982; hubo que consultar algunas opiniones y someterse a una endoscopía, tratamiento que entonces no era tan común como en estos días, sólo para confirmar la sospecha de que se trataba de un cáncer fulminante que no le perdonó su humildad, su entrega y su pasión por la vida y el deporte.
Fue entonces cuando se manifestó de manera más sólida el agradecimiento de sus alumnos y amistades; Juan González Loaiza donó un terreno que se rifó en tres días y logró reunir un millón de pesos, que fue entregado a la pareja para lo que hiciera falta en la atención de su salud; además de la promesa de que trabajarían para sacarlo adelante.
Viajaron a la Ciudad de México y en el Hospital Londres sólo alcanzó a recibir tres tratamientos de radioterapia. Cabe señalar que aunque el tratamiento era muy agresivo, al grado de que nadie aseguraba que resistiera el primero, su condición física le permitía recorrer por su propio pie, las tres cuadras y los escalones de los tres pisos que lo separaban de donde se hospedaban, en casa de Armando Isibasi.
Pese a lo que representa sobrellevar esa enfermedad, los esposos tuvieron la capacidad de ver la necesidad de otras personas enfermas que no tenían posibilidades de atenderse; así, comenzaron a planear la formación de alguna organización para ayudar, “en agradecimiento de lo que estaban haciendo con nosotros”, dijo Aída.
La idea era que él formaría parte del esfuerzo, no sólo la inspiración, “sin protagonismos y con la intención de ayudar”.
Él decía: “No sé si estaré ahí, esto es hasta que caiga el último out”.
El profesor tenía muchas ganas de vivir pero los doctores les dijeron que ya no había nada qué hacer.
Regresó hasta Hermosillo con un cáncer que empezó en el estómago y que le invadió el cuerpo, para recibir en vida sus reconocimientos; su familia guarda una entrevista del día que el estadio recibió su nombre y al respecto dijo: “Me siento muy contento, a lo mejor se considera que esto es un acto de caridad, pero yo no lo siento así y lo recibo con mucho cariño, porque así lo están haciendo mis amigos y mis alumnos, y esto es invaluable”.
Con la voz entrecortada, Aída de Hodgers dijo que el 29 de mayo de 1983 la muerte le arrebató a su compañero.

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Fuente:
• Jesús Alberto Rubio. Gustavo Hodgers. Ejemplar en el deporte… y el beisbol. Fragmentos.

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