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Historia y Cultura

¿Decretazo y precedente?

 

Yuriria Sierra                                                                         Nudo gordiano
 
 

Otro decretazo. La mayoría de Morena, PVEM, PT y PES sacó adelante un decreto con el que funcionarios podrán hacer promoción de la revocación de mandato. En una reacción inesperada diré: muy bien. Muy bien porque en 2007, cuando se votó aquella ley electoral prohibicionista, la democracia mexicana quedó al amparo de regulaciones que le redujeron su espectro de acción y, por lo mismo, las vías para su configuración. Todo con la finalidad de blindar los procesos electorales, dijeron en aquel entonces. Nada de recaudación de fondos ni de campañas en las que se eche la casa por la ventana, según las posibilidades de cada fórmula. Nada.

Todo tenía que estar regulado y limitado. Sin embargo, en la práctica, ¿eso desapareció las campañas bajo el agua? ¿Eso controló el uso de recursos? ¿Eso hizo que nuestros procesos electorales y sus personajes actuaran maniatados? ¡Desde luego que no!

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Así que con ello nuestros procesos democráticos intensificaron su esquizofrenia: porque así como los partidos políticos votaron aquella ley, también buscaron las vías para romperla. ¿Cuántas figuras han sido acusadas por rebasar gastos, por no comprobarlos o por omitir su origen? Hay sendos antecedentes de videoescándalos negados por el grupo afectado, pero reiterados cuando la responsabilidad recae en el contrario. Prohibido todo, pero todo lo que bien puede hacerse por debajo de la mesa. 

Insisto: muy bien porque el proceso de revocación de mandato genere un decreto como éste (sí, aprobado a toda velocidad y publicado en el DOF horas después, eso ya es otra cosa y merecerá otra reflexión), porque abre un precedente y detiene que la esquizofrenia se agudice. Llevábamos varios días analizando y observando la aparición de anuncios espectaculares, en varias ciudades del país, donde se promueve la participación ciudadana, pero, el misterio, nadie sabe quién los paga ni de dónde viene cada centavo de los varios miles de pesos que eso cuesta. Lorenzo Córdova lo ha reiterado debidamente en varias ocasiones: no se pueden hacer leyes y esos mismos que las redactan ser los primeros en romperlas. Este proceso tuvo vicios de origen, como éste, ordenar sanción a los funcionarios que la promuevan, ¿pues qué no se trata de eso? ¿de convocar? 

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Esto tendría que verse, en todas las fuerzas políticas, como un precedente: una democracia también exige procesos, no sólo transparentes, sino más abiertos y libres de mojigaterías. De lo que se trata es de abonar a la objetividad a través de caminos mucho más transitables y para llegar a ellos se deben eliminar aquellas restricciones que dan pie a los tejemanejes por debajo del agua. Prefiero funcionarios hablando tal cuál sobre sus posturas, que grupos creados por intereses particulares y de los que nadie se hace responsable. Si este decretazo ya publicado servirá, también lo hará para eso: para encauzar a que nuestra democracia deje de lado su hipocresía.

“Nadie me trajo de las greñas, porque ni tengo…”

“Nadie me trajo de las greñas, porque ni tengo…”

Francisco GarfiasArsenal
 
 
 

Ya salió el peine de los morenos. Los motivos ocultos que los llevaron a aprobar, en ambas cámaras, el decreto sobre la interpretación del concepto propaganda gubernamental, a sabiendas de que es violatorio de la Constitución.

Es una carambola de tres bandas. No sólo le cumplen al Presidente —que le apuesta a ese ejercicio para fortalecer su debilitada imagen—, al mismo tiempo invalidan la veda electoral, de cara a la consulta sobre revocación de mandato. Lo más truculento es que tiene efectos retroactivos que influirán en los juzgadores. Me explico: En este momento hay 96 procedimientos sancionadores, unos ya concluidos, donde se demuestra que violaron la ley.

El decreto viene a proteger a todos los que están involucrados en procedimientos sancionadores, llámense gobernadores, legisladores, o la propia jefa de Gobierno. Fuentes parlamentarias aseguran que Claudia Sheinbaum tiene cuatro procedimientos. Un documento interno del Senado, en poder del reportero, recuerda que el artículo 14 de la Constitución establece que a ninguna ley se le dará efecto retroactivo.

Pero el mencionado artículo otorga un derecho al individuo, consistente en que se le aplique retroactivamente una ley, cuando ello sea en su beneficio. Se conoce como retroactividad benigna o en beneficio del gobernado. Aplica con el decreto. La violación a la ley máxima está en el hecho de que fue aprobado por el Senado apenas el día de ayer, 17 de marzo. El artículo 105 de la Constitución dice que las leyes electorales federales y locales deberán promulgarse y publicarse por lo menos noventa días antes de que inicie el proceso electoral en que vayan a aplicarse, y durante el mismo no podrá haber modificaciones legales fundamentales. Faltan 24 días para la cita en las urnas. Saque conclusiones.

 
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Sabemos que varios senadores de Morena, los menos, sí manifestaron su sentir de que el decreto viola la Constitución. Nos aseguran que se lo hicieron saber, en un documento, al secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández. No se atrevieron a manifestar ese sentir en el tablero electrónico.

* El debate sobre el decreto estuvo tenso y, por momentos, hasta divertido. Fuimos testigos de la zarandeada que le puso la panista Lilly Téllez a la ministra Olga Sánchez Cordero, por sus maniobras en la conducción en el debate sobre el decreto: tolerancia en el tiempo para los guindas. Cero flexibilidad con la oposición.

“A usted, señora presidenta, ya la traen más despeinada que cuando estaba en la Corte”, haciendo alusión al lenguaje que usó la senadora Malu Mícher, de que iban a traer de las greñas a los senadores (para completar el quórum), dijo Lilly.

Y se puso ruda: “Ahora entiendo por qué es pluri. Es usted una tramposa, señora presidenta”. No hubo respuesta.

Téllez pasó lista a los senadores de Morena que Mícher “trajo de las greñas”, la víspera cuando no se alcanzó el quórum: Juan Quiñones, Nestora Salgado, Eva Galaz, Rosa Elena Jiménez y Miguel Ángel Angulo. Dos de ellos le reaccionaron a la panista. Lucero fue la primera: “a mí nadie me trajo de las greñas, porque ni tengo…”. Luego Eva Galaz: “Me fui por problemas de salud. Regresé porque tengo la responsabilidad de mi senaduría, no porque me trajeran de las greñas. No soy una niña malcriada de dos años”.

Al final llegó la votación: 67 morenos y aliados a favor, 34 de la oposición en contra. No hubo abstenciones.

* Con esa autoridad moral que le da el honroso título de El Señor de las Ligas, René Bejarano dice que combatirá internamente al senador Ricardo Monreal, por haber apoyado a Sandra Cuevas, la suspendida alcaldesa de Cuauhtémoc. Todavía no digiere que haya derrotado, en junio pasado, a su esposa Dolores Padierna. La respuesta de Monreal fue breve, pero contundente, y muy al estilo del Presidente: “Que los corruptos y los violadores de derechos humanos pidan mi separación del partido es un timbre de orgullo”.

* Se instaló ayer en San Lázaro la subcomisión de Examen Previo, que analiza, entre otros 16 casos, la procedencia de juicio político en contra de los consejeros electorales “incómodos” para Morena, Lorenzo Córdova y Ciro Murayama.

Los morenistas dan por hecho que, por esa vía, los van a sacar del INE. Despacio que voy de prisa: en la Cámara de Diputados basta con una mayoría simple, pero en el Senado precisan de una mayoría calificada que no tienen. Los senadores de oposición no la van a dejar pasar. “¡Sobre nuestro cadáver van a acabar con el INE!”, dijo en tribuna el panista Damián Zepeda.

Añadió: “Así de claro les digo: Jamás van a contar con los votos que requieren para destruir el órgano electoral, necesitan de las dos terceras partes que no tienen. ¿No que nuestros votos no contaban? Sigan soñando, que nosotros nos encargamos de despertarlos”.

Reconstrucción

 

Federico Reyes Heroles                                                      Sextante
 
 
 
 

Han pasado los días, los meses, los años. Es el mismo. Nada lo contiene en su impulso destructor. Así seguirá hasta el final.

¿Qué hacer?

Estoy muy deprimido —me dice. No es el primero. Eso de levantarse entre balaceras, inacabables ataques y fanfarronadas presidenciales a diario, hunde a cualquiera. Va a seguir así —le dije. Se hizo un silencio. Entonces platicamos. Lo primero es estar sanos, del cuerpo y de la mente. Está enfermo y enferma. Se viene la reconstrucción y —tratando de encontrarle algo bueno al desastre— quizá sea una buena oportunidad para generar acuerdos de sentido común, humanidad básica. Cada vez que la situación se agrava (violencia e impunidad galopantes, inflación, indefinición frente a Putin, corrupción por todas partes, desabasto de medicinas, maltrato a mujeres, locura en el sector energético, etc., etc.), surgen las “cortinas de humo”, distractores sistemáticos desde el púlpito. Esos distractores provocan varios daños. En primer lugar está la ofensa como instrumento. El caso de España fue muy claro. Desfigurar el nombre de Azucena Uresti –una periodista muy respetable— es malvado. Ahora fue contra el Parlamento Europeo, le da lo mismo. Es un “robapleitos” —me dice. Pero las múltiples ofensas deterioran la convivencia. Exijamos unidos respeto en general hacia todos los mexicanos. Primer acuerdo: así no. Nada que ver con derecha o izquierda, es una cuestión de defensa del tejido social dañado desde el poder. La reparación también tendrá que ser externa, con el mundo porque la lista de agraviados crece y crece. Comencemos por allí: exijamos respeto y apliquémoslo en nuestra vida cotidiana. No se trata de hablar mal de él, simplemente debemos exhibir las heridas cotidianas que generan sus palabras. Seamos implacables en la defensa del respeto. No a la espiral de degradación verbal.

Segundo costo de sus cortinas de humo: nos distraen. Necesitamos tener un plan de control y reparación de daños. Va a heredar un desastre. Muchas de sus derrotas y fracasos están cantados. ¿Quién va a poder más, el sol y el viento que privilegian a México o su obsesión con los hidrocarburos? Cuando se encuentre en su rancho —y ya le falta menos—, nuestro país tendrá que regresar a la realidad. Habremos perdido seis años. Así ya fue. Tendremos que revisar a fondo el aparato educativo, después de un sexenio de naufragio. Terminar con las escuelas de tiempo completo (5 mil mdp.), cuando los simples intereses de Pemex en el 21 fueron casi 150 mil mdp, es inhumano. Lo mismo tendrá que ocurrir con el andamiaje de salud pública destrozado en aras de una entelequia que no termina de nacer. Son decenas de millones de mexicanos los afectados, debemos prepararnos e iniciar el debate ya.

La reconstrucción demanda que desde ahora nos pongamos de acuerdo en, por ejemplo, cómo debe ser el abastecimiento de medicinas. Algunas soluciones olerán a neoliberalismo, pero no debemos de huir de ellas por el tufo asignado a la palabra. Los mercados existen. Más allá del burdo calificativo, está el sentido común y la eficacia del Estado en sus responsabilidades.o mismo deberá ocurrir en seguridad pública, otro fracaso. Tendremos que  ser críticos con las medidas centralizadoras que han demostrado su ineficacia. Habrá que revisar el papel de las policías estatales y municipales, hoy en el desamparo.

Deberemos invertir recursos en las instancias de impartición de justicia y garantizarle a las fiscalías verdadera independencia, comenzando con su presupuesto. Lo mismo con los poderes judiciales locales, de los cuales no hablamos. Construir certidumbre jurídica para todos, suena a una labor titánica y lo será. Por eso no debemos perder el tiempo, adelantémonos en la búsqueda de mejores mexican@s para gobernar a nuestro país.

El primero de octubre del 2024 un país muy dañado, pero con grandes potencialidades, seguirá allí. México es un gran país. Nada de desánimo. A la reconstrucción.

El crimen y el átomo

 

Pascal Beltrán del Río                                                                    Bitácora del director

 
 La ciencia se preguntó durante largo tiempo si el átomo, la unidad básica de la materia, era divisible. Pasaron 130 años entre la sugerencia de John Dalton de que todo lo que nos rodeaba tenía como base el átomo –cuya raíz griega significa, justamente, indivisible– y la fisión nuclear de Enrico Fermi.

Con semejante tenacidad experimental, sucesivos gobiernos mexicanos, incluyendo éste, han buscado descubrir hasta dónde se puede partir un cártel.

En las últimas tres semanas, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha dado muestras de retomar la estrategia de las administraciones anteriores de buscar acabar con la violencia mediante el descabezamiento de las organizaciones del crimen organizado y su consecuente fragmentación. Igual que ellas, quizá descubrirá que, cuando se corta una cabeza, surgen otras dos, igual o más sanguinarias.

Ésa ha sido la historia del crimen organizado en el noreste, que dirigió durante décadas, de manera estable, el llamado Padrino de Matamoros, Juan Nepomuceno Guerra.

Conocido simplemente como Don Juan, éste había entrado en el ámbito delincuencial como traficante de whisky durante los años de la Prohibición. En su bar, El Piedras Negras, atendía a sus socios y a personas que buscaban algún favor. Cuando llegó el tiempo de retirarse, depositó en su sobrino Juan García Ábrego el liderazgo de lo que se conocería como Cártel del Golfo. Cuando Ábrego fue detenido y deportado a Estados Unidos –igual que sucedió esta semana con Juan Gerardo Treviño Chávez, El Huevo–, surgió una disputa interna por la sucesión.  

Tres hombres creyeron tener méritos suficientes: Osiel Cárdenas Guillén, Salvador Gómez Herrera y Hugo Baldomero Medina. Para 1998, Baldomero se había replegado, tras sufrir un atentado, y Chava Gómez había sido asesinado por Osiel. Claves en la operación contra sus rivales internos fueron Los Zetas. Formado por militares desertores, este grupo vendía protección en la frontera tamaulipeca, hasta que se asoció con el Cártel del Golfo. Juntos, Los Zetas y el CDG crearon una fuerza temible en el noreste. Pero la alianza comenzó a resquebrajarse tras de la detención de Osiel en 2003 y su extradición a EU en 2005.

Igual que sucedió con la caída de García Ábrego, el nuevo liderazgo lo disputaron tres: Ezequiel Cárdenas Guillén, alias Tony Tormenta; Samuel Flores Borrego, El Metro 3, y Jorge Eduardo Costilla, El Coss. El primero fue abatido por marinos en Matamoros y segundo fue asesinado en Reynosa. Detrás de ambos hechos estuvo El Coss, quien terminaría detenido.

Luego, Armando Ramírez Treviño, El Pelón, un exescolta de Osiel, trató de controlar los fragmentos del CDG. Ganó Reynosa en una sangrienta batalla contra Miguel El Gringo Villarreal, y arrebató Monterrey y Tampico a lo que quedaba de Los Zetas, antes de caer él mismo preso.

Los restos de Los Zetas fueron recogidos por Miguel Ángel Treviño, El Z-40; al ser detenido en 2013, la banda se partió. Se crearon el Cártel del Noreste y su Tropa del Infierno –que desde 2017 lideraba El Huevo, sobrino de Treviño– y los demás se fueron por su lado, adoptando el nombre de Zetas Vieja Escuela.

La otra parte del cártel se fragmentó en dos grupos, Ciclones y Metros, cuyas disputas violentas llevaron a la masacre de civiles en Reynosa el año pasado. Unos días antes de que detuvieran a El Huevo en Nuevo Laredo, el líder de los Ciclones, José Alfredo Cárdenas Martínez –alias El Contador, sobrino de Osiel– fue aprehendido en la Ciudad de México.

La experiencia indica que sólo es cuestión de tiempo para que el vacío que dejaron esas dos detenciones sea llenado por otras figuras del crimen organizado. Probablemente, como ha sucedido, los nuevos jefes sean sicarios más proclives a la violencia que sus predecesores.   

 

Lo que vemos hoy en Tamaulipas es un capítulo más de la partición de lo que era, hace tres décadas, un poderoso bloque delincuencial. Y, como ocurre con mucha frecuencia, cada vez que se corta una cabeza, surge la violencia. Primero, para tratar de impedir la extracción del personaje y, luego, por la sucesión.

Una de dos: o la estrategia de descabezamiento de los grupos delictivos no ha terminado aún o ésta no es la vía para acabar con el crimen.

Otras guerras

 

Yuriria Sierra                                                                   Nudo gordiano
 
  

Veintitrés días de guerra en Ucrania. Veintitrés. Casi tres semanas en que ha acaparado las miradas del mundo, los diarios, los noticiarios. No es para menos, más de 3 millones de personas que hasta hace un mes tenían una vida, un cotidiano, pero que ahora viven en condición de refugiados. Con maleta en mano, buscan casa, un sitio donde iniciar de nuevo. 

Ucrania es hoy, lo hemos dicho en los últimos días, el ejemplo perfecto para visualizar el rostro terrible de la guerra. Apenas ayer un teatro, sí, un teatro, una locación construida para dar espacio a todas las ideas y expresiones artísticas, fue bombardeado a pesar de que su función era ofrecer un techo para alojar jóvenes y niños que se refugiaban de los bombardeos. No fue la primera locación de este tipo que sufre ataques. Ya hemos narrado lo sucedido en hospitales infantiles, parques, supermercados y zonas residenciales. Todos lugares que en cuestión de días se convirtieron en escombros.

El espejo ucraniano es el que atrae las miradas, pero no es el único en el mundo. Hay regiones que no han sido nunca territorios de paz; todas zonas del planeta en donde los conflictos armados han sido parte de la vida de generaciones enteras.

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En Etiopía, por ejemplo, su transición como país gobernado por el llamado federalismo étnico, ha llevado a casi un millón de personas a morir de hambre, otros 9 millones se encuentran en la lista de solicitantes de ayuda alimentaria. El último estallido, aún activo, inició en 2020, pero las etnias están en conflicto desde hace tres décadas.

Yemen pasó de la Primavera Árabe a una noche de profunda oscuridad, desde los días revolucionarios de 2011, más de 233 mil ciudadanos han muerto entre violencia, falta de alimento o acceso a servicios de salud. 10 mil de esas muertes son de niños que debieron tomar las armas. Cinco millones de personas están al borde de la hambruna, según la ONU.

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Siria también sufre las consecuencias de la Primavera Árabe de 2011. Lo que fue una oportunidad para edificar una democracia, se convirtió en una guerra civil.

Hasta hoy, más de 380 mil personas han muerto y más de 200 mil se encuentran desaparecidas y, al menos dos millones han sufrido algún tipo de afectaciones. En aquel entonces, hace diez años, el país tenía 22 millones de habitantes, ahora hay menos de la mitad. Líbano, Jordania y Turquía se convirtieron en el destino de esos refugiados. 

Afganistán vio salir las tropas de Estados Unidos apenas en 2021, pero fueron dos décadas de intervención tras los atentados del 9/11. Unas armas nunca halladas, llevaron a la muerte no sólo a más de miles civiles, también al borde de la misma a cerca de un millón de niños sin acceso a alimentos. 

El mundo y sus guerras, apenas unas cuantas.

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