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Historia y Cultura

AIFA es una obra impresionante y necesaria, califican empresarios

ACTUALIDAD 

22 MAR, 2022

 
 
 

AIFA, un aeropuerto impresionante y espectacular, pero, sobre todo, necesario: opinan empresarios. Foto: Cuartoscuro.

POR: JOSÉ DE JESÚS GUADARRAMA 

 
 El Aeropuerto Internacional “Felipe Ángeles” (AIFA) fue calificado por empresarios como una obra impresionante, espectacular, pero, sobre todo necesaria. 

Al ser brevemente entrevistado, al concluir el acto en el que el presidente Andrés Manuel López Obrador inauguró el nuevo aeródromo ubicado en Zumpango, Estado de México 

Carlos Slim Helúpresidente vitalicio de Grupo Carso, consideró que el AIFA es espectacular por el tiempo en que se concluyó la obra. 

Dijo que el nuevo aeródromo le gusto pero que “la Ciudad de México es muy grande, necesita varios aeropuertos. No está el de Toluca. Este es espectacular por el tiempo en el que se acabó y todo; pero el de México, necesitamos el de México y mejorar mucho el aeropuerto”. 

Agregó que el AIFA es una terminal aérea de pasajeros, pero también de carga lo que, de la misma forma, es muy importante. 

A su vez, Andrés Conesadirector de Aeroméxico, comentó que en la medida en que se vayan mejorando los accesos, para llegar lo más rápido posible desde cualquier parte, como sucede con el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, detonará mayor número de vuelos y que incluso la línea aérea que dirige buscaría otros vuelos además del Villahermosa, Tabasco. 

De la misma forma, Miguel Torrucosecretario de Turismo, dijo que “el Sistema Aeroportuario Mexicano con este nuevo aeropuerto, el de la Ciudad de México y el de Toluca, va a dar un giro total para los próximos años”. 

Durante el acto inaugural, el ejército fue merecedor de varios bloques de aplausos por parte de la muy nutrida asistencia al destacarse que no solo el tiempo récord de 25 meses en que se construyó la primera fase del AIFA; sino porque se destacó que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sendena) contribuyó a poner en alto a la ingeniería mexicana. 

El general Luis Cresencio Sandoval González, secretario de la Defensa Nacional, destacó no solo el récord del tiempo de construcción, el respeto al presupuesto, pese al incremento de costos por el aumento del precio de los insumos, entre otros aspectos; sino, sobre todo, la calidad y seguridad una vez que el rediseño del espacio aéreo para el funcionamiento del Sistema Aeroportuario Metropolitano cumple con la normatividad emitida por la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC) y las recomendaciones de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI). 

Se recordó, además que la trasformación de la navegación aérea en México fue realizada por especialistas de Servicios en el Espacio Aéreo Mexicano (SENEAM), con apoyo de organizaciones nacionales e internacionales. 

Durante el acto inaugural llamó la atención la presencia del general Salvador Cienfuegos Zepeda, ex titular de la Sedena, durante la administración de Enrique Peña Nieto; así como de Guillermo Galván, quien fue secretario de la Defensa Nacional en el sexenio de Felipe Calderón. 

Al acto acudieron diversos invitados del mundo empresarial, como Francisco Cervantes, nuevo presidente del Consejo Coordinador Empresarial; Carlos Hank González, presidente de Banorte, Carlos Bremer, presidente de VALUE Grupo; Olga Sánchez Cordero, presidenta de la mesa directiva del Senado de la República; el senador Mario Delgado; Arturo Zaldivar, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, entre otros personajes. 

De acuerdo con la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT), en su primera fase, el AIFA podrá atender a 20 millones de pasajeros y 470 mil toneladas; cuenta con tres pistas, así como Calles de Rodaje, plataformas, Torre de Control de Tráfico Aéreo, Edificio Terminal de Pasajeros e instalaciones para servicios complementarios y comerciales. 

Durante el día inaugural del AIFA, el primer vuelo, el 890, de Aeroméxico, partió hacia Villahermosa, Tabasco, a las 6:30 am. 

Por: José de Jesús Guadarrama.

El espectro nuclear se asoma en Ucrania

 

Pa

 

El 20 de octubre pasado, en este espacio, le hablé sobre la nueva carrera armamentista que se estaba formando en torno de las armas hipersónicas, aquellas que pueden desplazarse a cinco veces la velocidad del sonido o más.

Las tres principales potencias militares del mundo –Rusia, China y Estados Unidos– han estado desarrollando este tipo de armamento, aunque la información especializada indica que rusos y chinos llevan una ventaja considerable en ese terreno a los estadunidenses.

Hay dos tipos de armas hipersónicas: los misiles y los planeadores. Los primeros tienen su propio sistema de propulsión y los segundos emplean la fuerza gravitacional de la Tierra.

Ambos, igual que los misiles balísticos, pueden llevar cabezas nucleares. A diferencia de aquéllos, las armas hipersónicas pueden seguir trayectorias erráticas, lo cual los vuelve casi invulnerables contra los sistemas de defensa antiaérea conocidos hasta ahora. El sábado pasado, por primera vez en la historia, un arma hipersónica fue utilizada en una situación de guerra. El ejército ruso la disparó contra lo que fue descrito como un depósito de armas ucraniano ubicado en la población de Delyatyn, de la región de Ivano-Frankivsk, a unos 130 kilómetros de la frontera de Rumania, un país de la OTAN.

El propio Ministerio de Defensa ruso difundió imágenes del ataque. Su vocero, Igor Konashenkov, dijo que “el sistema de misiles de aviación Kinzhal, armado con misiles aerobalísticos hipersónicos, destruyó una amplia bodega subterránea que contenía misiles y municiones”.

Los Kinzhal –que significa daga en ruso– son uno de los tipos de armas hipersónicas desarrolladas por Rusia y cuya existencia fue revelada por el presidente Vladimir Putin en 2018.

Estos misiles aire-tierra pueden ser lanzados desde aviones caza MiG-31K o bombarderos Tu-22M3, desde 2 mil km de distancia y alcanzan velocidades de 14 mil km/h. Su carga explosiva, de media tonelada, puede ser nuclear o convencional y, como se vio el sábado, puede destruir instalaciones subterráneas.

Rusia tiene, además, otro tipo de misil hipersónico, el Tsirkon –también transliterado como Zircon–, diseñado para destruir barcos, principalmente portaviones, y que puede ser lanzado desde un submarino, como ocurrió en una prueba realizada el año pasado en el mar de Barents. Dicha arma estará disponible para uso en situaciones reales este año.

El uso del Kinzhal en la invasión de Ucrania representa un paso escalofriante en la nueva carrera armamentista, pues contra este tipo de misiles, por su velocidad y lo impredecible de su trayectoria, no hay, como digo arriba, una defensa sencilla. De ser detectados antes de hacer blanco, los sistemas antiaéreos tienen pocos segundos para poder responder.

Atorada en su ofensiva terrestre, Rusia parece estar apostando por la tecnología de misiles que ha venido desarrollando desde los tiempos de la Unión Soviética. Ésta se detuvo durante los años de la Perestroika, pero regresó con fuerza en 2006.

El principal científico detrás del Kinzhal es Valery Mikhailovich Kashin, del Buró Experimental de Diseño de Máquinas (KBM, por sus siglas en ruso), una empresa estatal de defensa localizada en Koloma, al sureste de Moscú.

 

Kashin es discípulo y sucesor de Sergey Nepobedimy (1921-2014), quien desarrolló los misiles Iskander, y fue sucesor de Boris Shavyrin (1902-1965), primer jefe del KBM y afamado diseñador de morteros y obuses para tanques que el ejército rojo utilizó contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial. En una entrevista que dio en 2017 al medio especializado ruso VPK News, Kashin dijo que su labor tecnológica tenía que ver con construir “el ejército más poderoso del mundo”.

Relató que cuando Mijaíl Gorbachov llegó al poder, “repentinamente nos convertimos en amigos de los estadunidenses” y que él fue obligado a renunciar a la dirección del KBM.

“En los años 90 se pensó que gastar en armas era dilapidar el dinero público (…) Pero la sociedad se dio cuenta que nuestros productos eran la base de la seguridad del país”.

La carrera armamentista está de vuelta.

Lo que es y lo que no es el AIFA

Jorge Fernández Menéndez                                                                           Razones 

 

Ayer fue la ceremonia, la hora de los mil 500 invitados, de los más de 10 discursos, de las loas, las burlas a los críticos, los elogios. Hoy el Aeropuerto Felipe Ángeles entrará en la rutina de contar con apenas unas 20 operaciones, incluyendo las de aviones privados y de carga, que tendrá diariamente. Más o menos como el bonito aeropuerto de Puerto Escondido, en Oaxaca.

Comparto lo que escribió Gabriel Guerra Castellanos: no se inauguró ayer un gran aeropuerto de clase mundial ni tampoco una central camionera, es simplemente un aeropuerto más, bien construido, con obras aún inconclusas en su entorno y su conectividad, no uno de clase  mundial, sino uno más de los alrededor de 5 mil promedio que existen en el mundo. 

Sin duda, el aeropuerto está bien construido, es operativo, se realizó en forma eficiente e incluso tiene algunos detalles estéticos que se agradecen. Las pistas son de las más modernas que existen, con calidad, ésas sí, de nivel mundial. Las instalaciones de manejo de equipajes son muy modernas y sofisticadas. La base área militar también es de altísima calidad, la mejor de América Latina, sin duda, lo mismo que toda su zona aledaña, incluyendo la habitacional, que se reconstruyó totalmente, además de los museos y escuelas. Eso ya lo hemos dicho muchas veces en este espacio y hay que reiterarlo.

El problema es que se está festejando algo que no es real. El nuevo aeropuerto está lejos de solucionar los problemas de comunicación del área metropolitana de la Ciudad de México. Inicia operaciones con 20 vuelos, entre salidas y llegadas, contra 900 operaciones del Aeropuerto de la Ciudad de México. Por lo menos durante los próximos cuatro años, este aeropuerto tendrá que estar subsidiado por recursos públicos. 

El problema no es que haya dos, tres aeropuertos en la ciudad, como existen en muchas otras, el problema es que a diferencia del actual AICM e, incluso, el de Toluca, el Felipe Ángeles está muy mal comunicado: no se trata tanto de las distancias, sino de las vías de comunicación: ninguna de las existentes permite llegar con comodidad, calculando los traslados con cierta certidumbre. Y del transporte, ayer no había ni taxis disponibles.

El presidente López Obrador pudo llegar en 40 minutos en comitiva presidencial, a las 5 de la mañana y en un día feriado desde Palacio Nacional. El incondicional youtuber del gobierno, Lord Molécula, tardó, perdido en terrenos ejidales, más de tres horas. En promedio se tarda, he ido en cinco ocasiones a las obras del Felipe Ángeles, un mínimo de hora y media en llegar, en alguna ocasión para regresar de él, en hora pico de la tarde, hice cerca de dos horas y media en llegar al sur de la ciudad.

Es verdad que se harán obras para mejorar la conectividad terrestre, pero éstas no están terminadas, todas tienen rezagos y algunas apenas se acaban de concesionar. 

La conectividad aérea es otro problema. México ha caído a la categoría 2 en la agencia de aviación civil de Estados Unidos. Eso implica que no habrá nuevos vuelos hacia EU ni hacia otros países ni las grandes líneas áreas internacionales llegarán al Felipe Ángeles hasta que México recupere la categoría 1. Eso se suponía que quedaría resuelto para principios de este año, pero ahora ya se habla del segundo semestre. 

Finalmente, más allá de la funcionalidad del aeropuerto e incluso de que con el tiempo se vayan resolviendo todos los problemas de conectividad terrestre y aérea, el Felipe Ángeles no será, por diseño e incluso ubicación, el hub que se pretendía tener en Texcoco. No competirá con Los Ángeles, Atlanta, Houston ni Miami, ni tampoco con Panamá.

No sé si en el futuro, incluso concluidas todas las obras accesorias que son necesarias, si el AIFA cumplirá con las exigencias que se le imponen. Para llegar de los 2 mil pasajeros diarios de la actualidad a los 50 millones que se aspira a que se movilicen por él en una década, falta demasiado por hacer, y probablemente el desarrollo de la industria y el negocio aeronáutico avancen más rápidamente que el  tiempo de maduración que se le quiera dar al nuevo aeropuerto. 

Quizás con el paso de los años tendremos una gran base área militar, un muy útil aeropuerto de carga en el oriente de la zona metropolitana y un aeropuerto local para la aviación comercial que seguirá siendo algo así como una lejana terminal del aeropuerto de la Ciudad de México que, como ocurrió con Toluca, nunca alcanzó las capacidades que se esperaba.  

EL FISCAL Y RUSIA

El gobierno federal tan dispuesto a asumir peleas de todo tipo por la colonización de hace 500 años o la devolución del penacho de Moctezuma, no se puede definir en algo que resulta tan evidente como necesario por nuestra localización geopolítica: la invasión que realiza Rusia contra Ucrania. No condenamos la invasión ni nos adherimos a las sanciones contra el régimen de Putin porque nos queremos llevar, dice el presidente López Obrador, bien con todos los países. No se entiende que condenar la invasión rusa es defender las instituciones internacionales, el derecho, la legalidad y, en última instancia, la democracia. Y el régimen de Putin representa todo lo contrario.

Pero en política interior tampoco podemos tomar decisiones. La denuncia de Julio Scherer contra Olga Sánchez Cordero y el fiscal Alejandro Gertz Manero es para el primer mandatario, un tema de los tribunales y él “no puede evitar la confrontación, la política, el escándalo”. Como si todo se tratara de un tema entre particulares y no estuvieran en medio denuncias de corrupción, hostigamiento y violaciones a la ley de algunos de los principales funcionarios del Estado mexicano

Al vuelo

 

 

No eran ni las siete de la mañana, faltaban unos minutos, cuando sucedió lo que hace unos años se pensó imposible: el primer avión comercial despegando desde una pista en la que entonces sólo era una base aérea militar, en Santa Lucía, municipio de Zumpango, Estado de México. Y su destino fue Villahermosa, Tabasco, porque a esta administración le gusta el simbolismo. Tres horas después, otro momento histórico: el primer vuelo comercial aterrizando también en el ya inaugurado Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles. Está hecho, no terminado, pero con la ceremonia de ayer lunes el megaproyecto de Andrés Manuel López Obrador queda materializado. La cancelación de la terminal en Texcoco fue el comienzo de este proceso que, nos guste o no, debe concluir con una prioridad por encima de cualquier otro interés: su funcionalidad.

Sólo una pista fue entregada ayer, falta otra, según el proyecto, así, que el hotel ya esté en condiciones de recibir huéspedes y que el edificio terminal esté concluido y operando en su totalidad, con todas sus amenidades al cien, en principio. Sin embargo, hay más pendientes, que corresponden a la tradición nacional en la forma en que se echan a andar las políticas públicas y el trazo urbano, más al aventón que con análisis rigurosos. Una de las herramientas más elementales en estos tiempos cuando hablamos de conectividad, internet, funcionó a medias y eso se pudo constatar también en la transmisión de la ceremonia por Cepropie. Pero el otro ejemplo más claro, y que urge por solucionar, es el de las vías de acceso.

La necesidad de un aeropuerto internacional, más que un capricho de administraciones pasadas, obedece a los requerimientos de movilidad de millones de pasajeros que utilizan la terminal que hoy resulta insuficiente y que necesita mucha inversión en su mantenimiento, la ubicada al oriente de la CDMX. Ésa fue la razón del proyecto aprobado e iniciado en el sexenio de Enrique Peña Nieto, aunque cancelado apenas inició la actual administración. Y con la terminal inaugurada ya en Santa Lucía, guste o no, el siguiente paso es aprovecharla.

Hoy, una de las enormes dudas respecto a la capacidad de operación del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles son las escasas vías de acceso. La terminal se inauguró sin tener concluida una vía directa para los viajeros que no llegan en autos particulares. La ampliación del tren suburbano estará lista en 2023, los accesos desde varios puntos cardinales en los próximos meses. Ayer, todavía en la inauguración, Omar Fayad adelantó sobre el tren que conectará la capital de Hidalgo con este nuevo aeropuerto, pero no hay precisión, y el estatus de las obras lo confirman, sobre la prontitud con la que la conectividad quedará resuelta al 100 por ciento. 

La otra ventana de oportunidad es su capacidad para descentralizar el tránsito del pasaje aéreo. La ubicación del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles obliga a la optimización del tráfico en otros puertos del centro del país. Desde luego, el Benito Juárez verá reducida su demanda al tiempo en que se vayan sumando cada vez más vuelos de llegada y salida desde el hoy ubicado en Zumpango, pero también, según el destino final de muchos viajeros, que podrán dirigirse hacia los aeropuertos en Querétaro, en León y, claro, en Toluca. Esto no sólo beneficiaría en cuestiones de tránsito, también tendría repercusiones positivas en cuanto a economías locales y obligaría a autoridades de los tres niveles a maximizar la infraestructura de conectividad. Un potencial de desarrollo enorme.

El día llegó y con todo lo políticamente criticable de este proyecto, y lo mucho que tendrán que explicarnos en cuanto a costos, la gran tarea de ésta y la administración que le siga, es la de hacer del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles uno sumamente funcional, es lo mínimo o quedará para la historia como ese (otro) capricho. Que no sirva solamente para echar campanas al vuelo.

El nuevo aeropuerto no resolverá el principal problema

 

No quiero ser aguafiestas, pero el nuevo aeropuerto que se inauguró ayer no va a resolver el principal problema para el que se construyó, es decir, descongestionar el sobresaturado Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), fundado en 1931.

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Pocas cosas han sido más parchadas en México, donde hay una vieja tradición de ir componiendo las obras para que sigan sirviendo, que el AICM. Hoy cuenta con dos pistas (muy cercanas la una de la otra, lo cual impide el aterrizaje-despegue de aviones de manera simultánea) y dos terminales con 63 puertas de embarque y 41 más de las llamadas “remotas”. Le hemos sacado hasta la última gota de jugo a esta infraestructura que originalmente se diseñó para atender hasta 30 millones de pasajeros al año, pero que en 2019 despachó y recibió a más de 50 millones (en 2020, la demanda por servicios aéreos se desplomó debido a la pandemia de covid-19).

Por mi trabajo, viajo con frecuencia desde y hacia el AICM. Ya se volvió una tradición que los vuelos salgan o lleguen retrasados. Los pilotos siempre lo justifican diciendo que se debe al “tráfico aéreo en el AICM”. En el mejor de los casos me ha tocado esperar una media hora. En el peor, varias horas. De por sí es una monserga viajar en avión, pero hacerlo desde y hacia la capital se ha tornado en una experiencia muy desagradable. Ya mejor ni hablo de otro tipo de saturaciones en los estacionamientos, filtros de seguridad, salas de espera y hasta los restaurantes.

La construcción del nuevo Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) quizá tenga muchos objetivos. Sin embargo, el más importante era canalizar hacia allá parte del enorme tráfico del AICM con el fin de descongestionarlo. ¿Logrará este objetivo el AIFA? ¿Podremos los pasajeros del AICM llegar a tiempo a nuestro destino porque ya no hay tráfico en dicho aeropuerto?

No parece ser el caso, por lo menos en los próximos dos años. 

De acuerdo a especialistas en materia aeronáutica, el AIFA tendría que absorber el 30% del AICM para descongestionarlo. Si en 2019, antes de la pandemia, el AICM atendió a 50 millones de pasajeros, el 30% serían 15 millones. En el papel, el AIFA podría recibir hasta 20 millones en su primera etapa. Sin embargo, con sus 14 puertas de embarque y el poco interés de las aerolíneas por operar en un aeropuerto tan lejano a la Ciudad de México, se calcula que podrían atenderse entre un millón y dos millones de pasajeros al año, si bien nos va, en lo que resta del sexenio. Vamos a asumir lo mejor (dos millones). Equivale al 4% de la demanda pico del AICM en 2019. Si es así, la dura realidad es que el AICM continuará saturado. Habrá que esperar sentados, seguramente en el avión, a que un día se resuelva la sobresaturación del aeropuerto más utilizado del país.

El gobierno de López Obrador construyó el AIFA en sustitución del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) que se estaba edificando en Texcoco. Este proyecto, anunciado durante el sexenio de Peña, contemplaba el cierre definitivo del AICM para mover todas las operaciones al NAIM que, en su primera fase, tendría una capacidad para 68.6 millones de pasajeros al año con tres pistas y 96 puertas de embarque. Supuestamente, el NAIM estaría listo para este año. Ayer, sin embargo, se inauguró el AIFA con 7 salidas y 7 llegadas de aviones, 14 en todo el día. La obra claramente está subutilizada. Ergo, los pasajeros que ayer volaron desde y hacia al AICM padecieron las mismas penurias por su saturación.

En suma, a pesar de la magna fiesta de ayer, no se había resuelto el problema que viene aquejando a la aeropuerto capitalino por más de dos décadas.

Eso sí, la propaganda gubernamental tuvo un día de gloria. 

La inauguración del AIFA y su cobertura mediática estuvieron dirigidos, no a los usuarios aeroportuarios, sino a la gente que quiere sentirse orgullosa porque México tiene un nuevo aeropuerto. Las grandes obras siempre gustan a la opinión pública. Y el gobierno de AMLO no perdió la oportunidad para vender la idea de que había cumplido la promesa de construir un aeropuerto bueno, bonito, barato y rápido. Seguramente les irá bien en las encuestas. Es una buena obra para este propósito. Lástima que no resuelva el problema de fondo que padecemos los que sí utilizamos el aeropuerto: la sobresaturación de una obra que se fundó en 1931, cuando en toda la Ciudad de México vivían alrededor de un millón de personas.

               

           Twitter:@leozuckermann

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