El pasado fin de semana volvieron a nuestra mente las imágenes de Paseo de la Reforma totalmente pintada de morado, con ríos de mujeres marchando, exigiendo justicia, equidad y reclamando un ¡Ya Basta! Con pancartas desde Tijuana hasta Chetumal.
11 de Mayo de 2020
Por una #SociedadHorizontal
Han pasado poco más de dos meses desde que el 27 de febrero se detectó el primer caso de coronavirus en México. Tiempo similar ha transcurrido desde que el 9 de marzo se realizó el paro nacional de mujeres con la consigna: “Si las mujeres no valemos nada para México, que México se quede sin lo que producimos y consumimos”.
El pasado fin de semana volvieron a nuestra mente las imágenes de Paseo de la Reforma totalmente pintada de morado, con ríos de mujeres marchando, exigiendo justicia, equidad y reclamando un ¡Ya Basta! Con pancartas desde Tijuana hasta Chetumal, en todo el territorio nacional se escuchó el grito femenino de hartazgo.
Después de #UnDíaSinNosotras, el COVID-19 acaparó la atención de la agenda nacional, modificó hábitos y dinámicas de todo tipo. Millones de personas se confinaron en sus casas, las escuelas cerraron, empezaron las clases de larga distancia y un alto porcentaje de trabajos se desplazaron a la red digital. Para “proteger nuestras vidas”, muchos aceptamos el “autoencierro”.
Dos meses han pasado. México se encerró para protegerse de la pandemia, pero también confinó a sus más terribles demonios.
Tristemente, en sólo unos días, el clamor de las mujeres salió de la “coyuntura mediática”, pero el problema siguió ahí y con la cuarentena se profundizó. El confinamiento expuso las desigualdades de todo tipo, incluida la desigualdad de género. Se reforzó el aislamiento de quienes ya eran víctimas de violencia y, con ello, se les separó de casi todos los recursos para defenderse.
Hoy, los violentos no ocupan ningún esfuerzo para aislar a sus víctimas y se demostró que el hogar es el lugar de mayor violencia de género. Los datos oficiales indican que, en el primer trimestre del año, se registraron 960 asesinatos de mujeres —en promedio, 10 por día—, mientras que las llamadas al 911 relacionadas con violencia contra mujeres o niñas, pidiendo auxilio en el hogar fueron 67 mil 81, lo que implicó una cifra mayor en 24 mil llamadas, en comparación con 2019. Los demonios confinados son mexicanos de carne y hueso, parejas, padres, familiares, vecinos.
También el problema de equidad se recrudeció. ¿Cuántas mujeres hoy en sus casas tienen tiempo suficiente para desarrollar sus actividades? ¿Cuántas se han visto atrapadas por los hábitos terribles de la irredenta cultura machista? En la mayoría de los hogares ha quedado claro que el trabajo extra lo suelen llevar las mujeres, donde, en el mejor de los casos, hacen tres veces más trabajo doméstico que los hombres: trabajar, suplir a los maestros, atender a los niños y al marido, así como desarrollar las actividades no remuneradas en casa.
Adicionalmente, al abuso de poder y la falta de equilibrio en las relaciones familiares y sociales, hay que añadirle la tensión que se vive —especialmente en estratos de bajos recursos— por la pérdida de trabajo y de ingresos que sufren las familias.
Si lo vemos bien, los dos meses que han transcurrido han servido, no para olvidar, sino para hacer énfasis sobre la violencia e inequidad que sufren las mujeres en México. Por eso preocupa que nuevamente se minimice, por parte del presidente López Obrador, quien ya ha sido criticado por declarar que durante la pandemia hay “fraternidad familiar”. No cabe duda que el hombre es el único animal capaz de tropezar dos veces con la misma piedra.
La pandemia ha desnudado nuevamente la problemática, pero también nos ha enseñado que podemos cambiar hábitos de manera expedita. Como lo ha planteado el secretario general de la ONU, las mujeres que sufren de escasa seguridad laboral requieren, con urgencia, de protecciones sociales básicas, desde seguro médico hasta licencia de enfermedad con sueldo, cuidado infantil, protección de sus ingresos y prestaciones de desempleo. Hoy que se habla de transferencias en efectivo, créditos, préstamos y programas de rescate, debemos asegurar que se dirijan directamente a las mujeres.
La cuarentena nos dejará una buena herencia si retomamos con mayor consciencia y mejores políticas públicas lo que ya se sembró desde el #ParoNacionalDeMujeres. A dos meses del despertar femenino, una #SociedadHorizontal como la que soñamos debe retomar el tema y empezar a actuar en consecuencia.