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Historia y Cultura

El virus que nos rebasa

El virus que nos rebasa

Yuriria Sierra                                          Nudo gordiano
 

 

 

”Ya se está viendo una presencia mayor de la variante Delta. Nosotros tenemos identificados seis casos en hospitales de la ciudad, pero sabemos que hay otros hospitales que la han identificado...”, afirmó Oliva López, secretaria de Salud capitalina. Los índices de positivos y de hospitalizaciones han ido en aumento en las últimas semanas, los analistas y los números dicen que los estados que se encuentran en color amarillo del Semáforo Epidemiológico se alejan cada día más del verde. Algo lógico cuando vemos que la movilidad, al menos en lo que vemos en la Ciudad de México, se observa ya como en los tiempos prepandemia. Mucho tráfico, mucha gente en las calles, mucha gente retomando actividades y la vida como si el virus que causa covid-19 no existiera. Y aunque la vacunación en nuestro país es un activo que avanza no a la velocidad deseada, pero avanza, erróneamente le estamos apostando a las dosis para que los riesgos desaparezcan.

Gente querida y gente de la que informó todos los días en el noticiario ha contraído coronavirus aun con su esquema de vacunación completo. El SARS-CoV-2 es un virus que la medicina no ha terminado de entender. Las vacunas, todas, están y estarán por varios meses más en análisis. Las variantes: Alfa, Beta, Gamma, Delta y Delta plus, se desarrollan a mayor velocidad con el que avanza nuestro conocimiento de la enfermedad. Nos están ganando la batalla, porque no entendemos que nuestra respuesta inmunitaria no queda resuelta sólo con las vacunas.

En el mundo, los casos del llamado hongo negro, asociado a la infección de covid-19, son motivo de sigilo de parte de las autoridades médicas. Tal como ocurre con las reacciones que han presentado las personas al recibir algunas dosis de vacuna, como en el caso de la de AstraZeneca y las trombosis reportadas. La investigación no para y se anuncia como un largo proceso para el que debemos estar preparados y, sobre todo, dispuestos para actuar de manera sensata frente a un momento histórico que no ha dejado de ponernos a prueba. Lo ha hecho en materia personal, colectiva e institucional, y parece que la prisa que tenemos por regresar a lo que era antes será también nuestra condena, el motivo por el que estemos dando tumbos, curvas de contagio que suben y bajan, variantes por aquí y por allá. Todo por nuestra irresponsabilidad e insensatez.

Hace un par de días, El País publicó el resultado de un estudio elaborado por investigadores de Singapur, Rusia y Estados Unidos a través de un modelo informático especialistas llegaron a la conclusión de que el límite máximo de vida de un ser humano es de 150 años: “tomaron muestras de sangre de más de 70 mil participantes de hasta 85 años y observaron los cambios a corto plazo en su cantidad de células sanguíneas. El número de glóbulos blancos que tiene una persona puede indicar el nivel de inflamación (enfermedad) de su cuerpo, mientras que el volumen de glóbulos rojos puede ser un indicador del riesgo de sufrir una enfermedad cardíaca, un accidente cerebrovascular o un deterioro cognitivo, como la pérdida de memoria”, describe el artículo. Sin embargo, el gran pero en la conclusión, según los especialistas que hicieron este análisis, es que esto sería posible si y sólo si nada nuevo aparece en el espectro sanitario del mundo: ni una nueva enfermedad ni nuevos tratamientos que modifiquen el comportamiento de nuestro sistema inmune. Y esto último nos gustaría que no ocurriera, porque del avance médico depende la vida de millones en el planeta; pero una nueva enfermedad sí sería terrible, porque hoy la humanidad parece no entender el alcance de lo que alguna vez algunos consideraron un simple resfriado. Qué pasaría si llegara algo aún más difícil de decodificar. Por favor, sígase cuidando.

 

 

 

El mentirómetro, medios y violencia

El mentirómetro, medios y violencia

José Buendía HegewischNúmero cero
 

 

Gobernar para comunicar y comunicar para gobernar. El estilo personal de López Obrador se propulsa con la gestión diaria de discursos confrontativos y expresiones radicales, que suelen opacar hechos o dibujar realidades paralelas a las que dan cuenta, bien y mal, medios y periodistas. Con su modelo de comunicación política circular ha cambiado ritos, creado símbolos, liberado el verbo presidencial de viejos cartabones y ventila temas soterrados directo con la sociedad, pero, ¿ha mejorado la discusión pública y consensos de asuntos comunes? A la mitad de camino del sexenio, el debate público es violento, polarizado en mensajes beligerantes y sin real retroalimentación como ruido en la red.

La 4T asume la división que deja la comunicación presidencial como costo inevitable para vencer resistencias a su proyecto, pero también resulta muy conveniente para conservar clientelas electorales. La última innovación de este modelo es el estreno del espacio Las mentiras de la semana, dedicado a desmentir en la mañanera informaciones falsas y calumnias de mala fe; y que, en los hechos, funciona como una hoguera de Torquemada para denostar medios y estigmatizar periodistas. Vivimos, en efecto, en sociedades multimedia con comunicación circular, pero la iniciativa se parece más bien a la bula papal que creó la Santa Inquisición con dependencia directa a la Corona para contrarrestar la amenaza de distorsión religiosa de conversos de mala fama, en este caso, de los dogmas de la transformación.

¿Pierden credibilidad los medios en esta especie de tribunal de la verdad? ¿Gana autoridad el gobierno con la tutela mediática? El Presidente despliega su modelo aprovechando falencias y desconfianza de la sociedad no sólo hacia las instituciones, sino también a los medios. En malas prácticas de soborno, popularizadas en la cultura política como el chayote, encuentra el espacio para justificar acoso o intimidación bajo la vindicación del derecho de réplica. Los acusa de “bajo nivel moral” y que el país atraviesa el peor momento del periodismo, pero sin cambiar controles que, igual que los gobiernos anteriores, son responsables de esas debilidades, como el manejo discrecional de la publicidad oficial. Y que, sobre todo, le permite conservar la zanahoria y ahora también el garrote verbal, en una estrategia de guerra focalizada contra críticos al cambio de régimen. Sus estrategas tienen muy presente el rol clave de los medios en el desgaste de otros gobiernos por denuncias de corrupción. Por eso, en lógica conspirativa, su atención prioritaria está en el abuso de conversos en que se oculta la defensa de privilegios de intereses económicos, no obstante que la libertad de expresión es, por definición, plural y diversa.

La confrontación puede ser también una oportunidad para cambiar el modelo de negocio, fortalecer la independencia y elevar la calidad periodística, no obstante que la comunicación circular es desigual y asimétrica. Primero, porque el Presidente concentra muchos más recursos del Estado para hacer de la comunicación circular una bola de fuego para quemar “corruptos y rastreros”. Y, segundo, porque la defensa de la quema de los culpables por noticias o informaciones falsas es legitimar la violencia como necesidad espiritual para la exigencia de revolucionar las conciencias. El viejo martillo de los herejes no cabe en ningún estándar democrático y su uso degrada el debate público.

A los medios los tomó por sorpresa el regreso del péndulo desde el poder que tuvieron con gobiernos anteriores hasta el presidencialismo fuerte de hoy. A la fecha la pregunta es cómo no caer en el juego y evitar engancharse en una confrontación que, a un mismo tiempo, alimentan y son víctimas. Algunos se empeñan en la confrontación, otros denuncian los ataques ante organismos internacionales como la CIDH, y pocos se agrupan para defender al gremio con la mejor arma frente a los ataques: elevar la calidad. Mientras, muchos siguen muriendo por la violencia.

Todos perdemos con la dinámica circular porque expone que el gobierno percibe a medios y periodistas como amenazas. Pero éstos se equivocarían si ante ello se asumieran como oposición, aunque en el debate público casi todo es político. Engancharse en ese tren puede parecer atractivo, sobre todo ante la debilidad de los partidos, pero no dejará más que confusión de roles ya de por sí suplantados cuando la reivindicación del derecho de réplica o la libertad de expresión la hace el poder.

 

El madruguete que no fue

El madruguete que no fue

Francisco GarfiasArsenal
 

 

 

Nada de espontáneo tuvo el jolgorio de Morena organizado para festejar el tercer aniversario del triunfo de AMLO en el Auditorio Nacional. Un evento que, más allá de la efeméride, tenía como objetivo “destapar” a Claudia Sheinbaum para el 24 y abuchear a Mario Delgado, identificado con Marcelo Ebrard. “¡Presidenta! ¡Presidenta!” le gritaban a la jefa de Gobierno, quien perdió la mitad de la Ciudad de México a manos de la oposición.

Ricardo Monreal, otro presidenciable, estaba invitado como coordinador de los senadores de Morena. Se las olió y no fue. Seguros estamos que si el zacatecano hubiese hecho acto de presencia, la nota no hubiera sido vitorean a Claudia y abuchean a Mario, sino abuchean a Monreal y vitorean a Sheinbaum.     

Los asistentes eran mayoritariamente los seguidores de quienes perdieron: René Bejarano, Dolores Padierna, Vidal Llerenas y la propia Sheinbaum.

Morenistas consultados aseguran que los organizadores de las porras a la jefa de Gobierno y los chiflidos a Delgado forman parte de las huestes de Citlalli Hernández, secretaria general del partido, cercana al grupo que promueve a Claudia.

De los senadores apenas fue una decena, de 59. Tampoco fue el presidente de la Cámara alta, Eduardo Ramírez. Marcelo no asistió. Para su fortuna anda fuera del país.
*Dice AMLO que “limpiar” la compra de medicinas y la relación con los medios de comunicación le ha costado la calificación de 6.7 de aceptación en el pueblo.

Esa puntuación es la que le da la encuesta realizada que el propio Presidente dio a conocer durante el informe por el tercer aniversario de su triunfo.

“Tendría yo ocho, tampoco mucho, si soltara los 20 mil millones de pesos que se le destinaba a los periódicos, a los medios, a los periodistas”, aseguró en la mañanera.

El mandatario afirma que los medios de comunicación tradicionales no se ocuparían de nada ni le hubiesen dado tanto vuelo al desplome de la Línea 12 del Metro, si hubiera habido moche de por medio. Comentario a la ligera. La noticia dio la vuelta al mundo y fue primera plana en los principales diarios del orbe, donde no llega el moche.

Y es que la magnitud de la singular tragedia llevó a los medios a destacarla en sus principales espacios. Murieron 26 personas y más de 80 resultaron heridas.

Imposible no “darle vuelo” a una tragedia de ese tamaño que, a dos meses de ocurrida, todavía no tiene responsables.

Alérgico a la autocrítica, ortodoxo del presidencialismo a ultranza, a López Obrador le gusta mostrarse como hombre humilde. “Yo estoy dispuesto a bajar hasta seis si me ahorro unos 10 mil millones más”, puntualizó. ¡Qué generosidad!               
*Sobra decir que “limpiar” la compra de medicinas, sin un plan alterno, ha tenido un inadmisible costo en vidas humanas.

La Asociación Mexicana de Ayuda a Niños con Cáncer  (AMANC) afirma que los recortes al gasto y tratamiento de medicinas contra esa temible enfermedad cobró ya 1,600 muertes de enero a la fecha. ¿Cómo empezó todo esto? ¿Por qué en el pasado no se presentó una escasez de medicamentos como la que hemos vivido en los últimos dos años?

Datos de la Asociación Mexicana de Laboratorios Farmacéuticos señalan que, en 2019, el gobierno federal cerró la línea de producción de Pisa, la única empresa con capacidad para abastecer el grueso del mercado nacional de medicamentos oncológico infantil, sin antes asegurar que existía un fabricante en México —o en el mundo— con capacidad para llenar ese hueco. A dos años de distancia y con los cambios en la política de adquisición de medicamentos por presuntos problemas de corrupción,  prevalece la incertidumbre para este grupo vulnerable. Ni la SHCP ni la ONU han logrado restablecer el abasto regular de los medicamentos.

La semana antepasada, el Presidente dijo que ya se habían comprado en Corea del Sur, Alemania, Cuba y Argentina. No se ha transparentado. ¿Cuántas piezas, a qué precio, mediante qué proceso?

AMELAF hace notar que la sustitución de la proveeduría nacional para realizar compras en el extranjero ha traído como consecuencia un triple perjuicio:

1.-Los precios promedio de los medicamentos adquiridos en el exterior son casi del doble de los que se ofertaban con proveedores nacionales.

2.- La proveeduría y abasto, como hemos visto, no está garantizada. Esto va en detrimento de la salud de los pacientes y hasta de lamentables pérdidas de vidas humanas.

3.- Al eliminar la demanda local de medicamentos se desarticula la industria farmacéutica nacional y otras industrias relacionadas.

¿Por qué no hay medicamentos?

¿Por qué no hay medicamentos?

Ivonne MelgarRetrovisor
 
 

 

Uno de los boletines reciclables en sexenios anteriores en IMSS, ISSSTE y la Secretaría de Salud era el que atribuía a los funcionarios en turno el compromiso de alcanzar el 100 por ciento en el surtido de las recetas. Había otro comunicado de cajón en el que se reconocía un grave pendiente de entre cinco y 10 por ciento en el abasto.

Aquellas declaraciones no estaban exentas del maquillaje de cifras. Pero había el pudor de reconocer el faltante.

Hoy, cuando el gobierno no ha logrado gastarse ni siquiera la mitad de los 100 mil millones de pesos destinados a las compras que se realizarían a través de la Oficina de Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS), pasma la negación que las autoridades tienen sobre este problema que irá de mal en peor mientras no se reconozca que la ruta tomada fracasó.

Porque no se trata del retraso de los tratamientos oncológicos solamente. Ni de una falla personal que pueda resolverse con el relevo del subsecretario López-Gatell o con una comparecencia del titular del Insabi, Juan Antonio Ferrer, quien lleva un año sin concretar las adquisiciones en el extranjero.

“De nada sirvió que se le hayan transferido más de 70 mil millones de pesos de forma extraordinaria porque persiste la escasez de medicamentos”, señaló la diputada Ángeles Ayala Díaz (PAN) al recordar que los recursos del fondo para pagos catastróficos del desaparecido Seguro Popular fueron canalizados al Insabi. 

Fabiola Loya, coordinadora de los diputados de MC, alertó que, según la Asociación Mexicana de Ayuda a Niños con Cáncer, diariamente seis de ellos pierden la batalla. Sus casos se suman a los más de 25 mil reportes de falta de medicamentos registrados en los últimos dos años por la plataforma Cero Desabasto.

Estamos ante un socavón de la política pública que el Congreso contribuyó a perforar cuando sus mayorías oficialistas asumieron el diagnóstico gubernamental de que las farmacéuticas y las distribuidoras eran un oligopolio que se burlaba del Estado imponiendo sobreprecios y condiciones. Y fue cancelado ese sistema, en octubre de 2019, para dar paso a las compras consolidadas que conduciría Raquel Buenrostro, oficial mayor de la Secretaría de Hacienda.

Pero el talento de la ahora titular del SAT, quien ha logrado cazar con éxito a millonarios evasores del fisco, no alcanzó para concretar la pedagogía presidencial contra empresarios y funcionarios que se habían beneficiado del abuso.

Y ante la destrucción del mecanismo de licitación, compra y reparto que el gobierno de Peña Nieto dejó en marcha, en plena pandemia, hace un año vino una reforma a la Ley de Adquisiciones del Sector Público para efectuar en el extranjero lo que aquí se enredó.

Al final de este mes se cumplirá un año de esa medida y, al 27 de mayo, de las 2 mil 400 claves de material de curación y medicamentos de patentes que iban a adquirirse, sólo se habían adjudicado 730 claves, según se detalla en un documento de la Comisión de Salud del Senado.

Se trata de un punto de acuerdo dirigido a las secretarías de Hacienda y Salud, Insabi y Cofepris solicitando información sobre el desabasto en general, las compras a través de la UNOPS y las deficiencias en el esquema de vacunación infantil, situaciones documentadas en sus respectivas propuestas por las senadoras del PRI, Sylvia Beltrones y Verónica Martínez; Lilly Téllez y Esthela Villarreal, del PAN; y Geovana Bañuelos, del PT.

Pero a pesar de contar con evidencias, los legisladores de Morena siguen en la estrategia de contener los reclamos. “No interrumpamos al doctor Gatell”, alegó este martes, en un argumento de caricatura, la diputada Ángeles Huerta ante la convocatoria de la senadora panista Xóchitl Gálvez de que la Comisión Permanente, sede del Congreso, debía hacerle un llamado al subsecretario por sus obscenas declaraciones sobre las protestas de los padres de niños sin tratamientos oncológicos y diseñar una salida ante su escasez.

Más allá de las anécdotas defensivas, a casi la mitad del sexenio, los representantes afines al gobierno ya no pueden desentenderse del Frankenstein que armaron ni seguirle echando la culpa al pasado, ese cómodo refugio de las instancias oficialistas, como la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, que prefiere hurgar en viejos expedientes que atender las 552 quejas por desabasto que ha recibido.  

Pero Ricardo Monreal, Martí Batres, Malú Micher, quienes han puesto sus oficios políticos al servicio de patear el bote para cuidar la narrativa presidencial de todo está bajo control, deben saber que esta carencia puede convertirse en el emblema de una transformación fallida que, en aras de extirpar el tumor de la corrupción en el sistema de salud, terminó mutilándolo.  

Claro que el desabasto era un problema. Hoy, sin embargo, es una tragedia.

Tercer aniversario, ¿y…?

Tercer aniversario, ¿y…?

Rafael Álvarez CorderoViejo, mi querido viejo
 
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Andrés Manuel y Morena celebraron una fecha, los tres años de la elección de 2018, aniversario que quedará en los libros, pero ¿qué pudieron celebrar al cumplirse tres años de la presidencia más errática de que se tenga memoria? El autofestejo, disfrazado de informe, no informó nada, fue otra desangelada mañanera tan aburrida y repetitiva como todas, en donde una vez más campearon la Mentira, así con mayúsculas, el engaño, el ocultamiento y las agresiones como única manera de desviar la atención de la más errática gobernanza que hemos tenido en muchos sexenios.

Y es que, tristemente, el Presidente ha querido escribir su historia antes de hacer historia; no imagino a Miguel Hidalgo, Benito Juárez o Francisco Madero diciendo o escribiendo: “estoy haciendo historia”; ellos hicieron su labor sin calificarla ni etiquetarla, sus éxitos y sus fracasos fueron registrados por los historiadores, nada más.

Han pasado tres años y los mexicanos y el mundo entero reconocen que Andrés Manuel no sabe gobernar, eso no es lo suyo, que su ignorancia, sus rencores ocultos, su rechazo a la lógica, la ciencia y el derecho le impiden ser un buen gobernante; él no va a cambiar a pesar de que la realidad se le aparece cada mañana y pone en evidencia sus errores.

Y para borrar las malas noticias recurre, como los niños, a su excusa: “yo no fui, fue Teté”, voltea al pasado y culpa de sus errores a los funcionarios de otras administraciones, “ellos fueron responsables de la corrupción, ellos fueron responsables de la violencia, ellos fueron responsables de los fracasos de hoy, ellos, ellos, ellos”.

Al repasar lo que dijo en su “informe” nos damos cuenta que, como sabe que ha dicho más de 50 mil mentiras, no le importa decir muchas más, porque así oculta la realidad que estamos viviendo, y no sólo eso, sino que inventó otra distracción: “Quién es quién en las mentiras”, que es más de lo mismo: engaño, mentiras, denuncias, agresiones, estigmatización de las voces críticas y violaciones a la libertad de expresión.

No vale la pena reiterar sus fracasos en estos tres años, la realidad está ahí, fracaso en la economía, en el crecimiento y el desarrollo, en la salud, en la disminución de la pobreza, en el cuidado del medio ambiente, en el bienestar de los mexicanos, en todo esto, junto con la protección a los delincuentes y narcos, la militarización del país, y su desprecio a las relaciones internacionales.

Pero lo que vale la pena es pensar qué pasará en los próximos tres años, porque el desastre que hizo en esta primera mitad del sexenio no puede seguir, México se convierte día con día en un Estado fallido, un narcoEstado pobre y miserable.

El 6 de junio puso en evidencia las carencias de Morena, sus errores, sus pugnas internas, su corrupción, su mala sangre y su asociación con los delincuentes, por eso es urgente reflexionar sobre lo que ocurrirá en los próximos tres años.

Lamentablemente, nos damos cuenta que eso que se llama oposición no es tal, y que sin darse cuenta de la responsabilidad que tienen en esta segunda parte del sexenio, ni los partidos políticos ni muchos posibles líderes aciertan a constituir un frente coherente y propositivo frente al desastre nacional.

Las coaliciones no coalicionan por las envidias y carencias de sus integrantes, que sólo ven sus intereses y no los de la nación; son pocos los líderes que proponen algo real, algo posible, y esa situación es aprovechada por Morena. Los ciudadanos de a pie debemos exigir a los políticos de todos los partidos que unan sus esfuerzos en pro de un México armónico, porque, si no, en estos tres años restantes el país perderá aún más.

Reconstruir lo destruido en esos tres lamentables años no será fácil, pero todos debemos participar, alzar la voz contra la injusticia, la corrupción, la mentira, ser ciudadanos de verdad, participar cada día en busca de un México mejor.

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