Tercer aniversario, ¿y…?
Rafael Álvarez CorderoViejo, mi querido viejo
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Andrés Manuel y Morena celebraron una fecha, los tres años de la elección de 2018, aniversario que quedará en los libros, pero ¿qué pudieron celebrar al cumplirse tres años de la presidencia más errática de que se tenga memoria? El autofestejo, disfrazado de informe, no informó nada, fue otra desangelada mañanera tan aburrida y repetitiva como todas, en donde una vez más campearon la Mentira, así con mayúsculas, el engaño, el ocultamiento y las agresiones como única manera de desviar la atención de la más errática gobernanza que hemos tenido en muchos sexenios.
Y es que, tristemente, el Presidente ha querido escribir su historia antes de hacer historia; no imagino a Miguel Hidalgo, Benito Juárez o Francisco Madero diciendo o escribiendo: “estoy haciendo historia”; ellos hicieron su labor sin calificarla ni etiquetarla, sus éxitos y sus fracasos fueron registrados por los historiadores, nada más.
Han pasado tres años y los mexicanos y el mundo entero reconocen que Andrés Manuel no sabe gobernar, eso no es lo suyo, que su ignorancia, sus rencores ocultos, su rechazo a la lógica, la ciencia y el derecho le impiden ser un buen gobernante; él no va a cambiar a pesar de que la realidad se le aparece cada mañana y pone en evidencia sus errores.
Y para borrar las malas noticias recurre, como los niños, a su excusa: “yo no fui, fue Teté”, voltea al pasado y culpa de sus errores a los funcionarios de otras administraciones, “ellos fueron responsables de la corrupción, ellos fueron responsables de la violencia, ellos fueron responsables de los fracasos de hoy, ellos, ellos, ellos”.
Al repasar lo que dijo en su “informe” nos damos cuenta que, como sabe que ha dicho más de 50 mil mentiras, no le importa decir muchas más, porque así oculta la realidad que estamos viviendo, y no sólo eso, sino que inventó otra distracción: “Quién es quién en las mentiras”, que es más de lo mismo: engaño, mentiras, denuncias, agresiones, estigmatización de las voces críticas y violaciones a la libertad de expresión.
No vale la pena reiterar sus fracasos en estos tres años, la realidad está ahí, fracaso en la economía, en el crecimiento y el desarrollo, en la salud, en la disminución de la pobreza, en el cuidado del medio ambiente, en el bienestar de los mexicanos, en todo esto, junto con la protección a los delincuentes y narcos, la militarización del país, y su desprecio a las relaciones internacionales.
Pero lo que vale la pena es pensar qué pasará en los próximos tres años, porque el desastre que hizo en esta primera mitad del sexenio no puede seguir, México se convierte día con día en un Estado fallido, un narcoEstado pobre y miserable.
El 6 de junio puso en evidencia las carencias de Morena, sus errores, sus pugnas internas, su corrupción, su mala sangre y su asociación con los delincuentes, por eso es urgente reflexionar sobre lo que ocurrirá en los próximos tres años.
Lamentablemente, nos damos cuenta que eso que se llama oposición no es tal, y que sin darse cuenta de la responsabilidad que tienen en esta segunda parte del sexenio, ni los partidos políticos ni muchos posibles líderes aciertan a constituir un frente coherente y propositivo frente al desastre nacional.
Las coaliciones no coalicionan por las envidias y carencias de sus integrantes, que sólo ven sus intereses y no los de la nación; son pocos los líderes que proponen algo real, algo posible, y esa situación es aprovechada por Morena. Los ciudadanos de a pie debemos exigir a los políticos de todos los partidos que unan sus esfuerzos en pro de un México armónico, porque, si no, en estos tres años restantes el país perderá aún más.
Reconstruir lo destruido en esos tres lamentables años no será fácil, pero todos debemos participar, alzar la voz contra la injusticia, la corrupción, la mentira, ser ciudadanos de verdad, participar cada día en busca de un México mejor.