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Historia y Cultura

Un respiro

 

Yuriria SierraNudo gordiano
 
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Conducir un noticiario de televisión a veces puede ser emocionalmente agotador. Información a bordo de una montaña rusa. Noticias que van de las buenas, las positivas, las que inspiran, a las que provocan un enorme hueco en el estómago, como son las que evidencian violencia e indolencia de las autoridades. Por eso también en los últimos meses, en éstos en que la pandemia ha llenado nuestras conversaciones con un único tema, hemos apelado más que nunca a aquellas que nos llenen de entusiasmo, porque ha sido, es, difícil vivir en esta época de gran contradicción e incertidumbres tantas.

Nos pasó ayer: al momento en que nos referimos al llamado a cuidarnos, a quedarnos en casa, hablamos también de quienes dependen de que la gente acuda a sus negocios. Tan importante es hoy hacer ambas cosas. Mencionamos lo que pasa en el Estado de México. A tianguis y mercados de la zona de Ecatepec, las familias acuden como si la pandemia no existiera: en grupo y sin cubrebocas, pero en otro punto de la entidad, en Toluca, los comerciantes piden a la gente que asista a la Central de Abasto, pero que lo hagan siguiendo todas las medidas sanitarias. Sus productos, los perecederos, tienen una vida útil de sólo dos días, después de eso no sólo es desecho, sino también una pérdida económica. Qué vital es hoy quedarnos en casa, pero también qué necesario y urgente es ayudar a que, quienes no pueden parar, tengan una forma de subsistir. ¿Qué hacer cuando no existe un punto de encuentro posible que nos haga sentir satisfechos?

Ha sido inspirador ver cómo los jóvenes han respondido al llamado de las autoridades para recibir su vacuna contra covid-19. Si algo nos hizo creer que serían los más renuentes a vacunarse, lo que ha sucedido en algunos puntos del país, como Nuevo Laredo, Aguascalientes o la CDMX, ha revitalizado el entusiasmo: nos ha servido para alimentar la idea de que somos más quienes estamos dispuestos a hacer lo posible por que este momento histórico acabe pronto. Los antivacunas existen, por fortuna son los menos. Los funcionarios que no entienden que no entienden siguen teniendo micrófono a la mano, también ahí están, pero somos más quienes cuestionamos sus fallidas decisiones. 

Dieciséis meses ya de esto. Cuánta tristeza ha estado cerca. Desde los que han vivido la tragedia de cerca, la pérdida de un ser querido, de un negocio, su trabajo, sus certezas, por pocas o muchas que éstas fueran. Aunque todos sufrimos los efectos que llegaron con el encierro: sin posibilidad de salir y disfrutar una cena con amigos, un trago y, ya ni decir, de una fiesta. Y a esto hay que agregarle las condiciones personales de quienes están a nuestro alrededor y el esfuerzo que implica entender que todas estas condiciones importan, que ninguna sobresale por encima de otra, y que es este acto de empatía el que nos permite llevar a buen término un día más. Un día a la vez, pareciera el mantra para la salud mental de todos. 

Porque hoy, más que nunca, es menester mantener a salvo la salud mental y emocional, porque todos, indudablemente, hemos perdido a ratos ese equilibrio que le da ritmo a nuestra vida.

Ayer registramos casi 20 mil nuevos contagios en un sólo día, una cifra tan terrible como aquellas que ensombrecieron nuestro invierno. México no ve cercano el fin de la pandemia, pero ya quieren obligar a los menores a regresar a las aulas. ¿Cómo vamos a reincorporarnos a la “normalidad” si ni siquiera hemos logrado entender este momento? 

Hay días que sólo alcanzan para las preguntas y para sentarse junto a la ventana y ver la lluvia como único respiro.

Silenciar la tortura

 

José Buendía HegewischNúmero cero
 
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El silencio institucional es el mejor aliado para que la tortura siga siendo práctica común en corporaciones de seguridad y fiscalías. Jonathan Medina Haller fue condenado a 70 años de prisión desde 2011 y podría morir en una cárcel de la CDMX de tuberculosis pulmonar, a pesar de que un tribunal ordenara reponer la averiguación conforme al Protocolo de Estocolmo, por existir declaraciones obtenidas con tortura en un caso de secuestro. La Fiscalía capitalina podría desistirse de la acción penal, pero prefiere no hablar de su responsabilidad, una vez que López Obrador niega que este delito continúa como moneda de uso corriente para fabricar culpables.

El Presidente suele decir “no somos iguales” a los de antes cuando se filtra el conocimiento de males endémicos y sistemáticos como la tortura, pero casos como el de Medina Haller no son aislados en el país. Es sólo una de las 522 nuevas denuncias que la FGR ha recibido en este sexenio, aunque la cifra de expedientes abiertos supera los 1,200, según el último informe de la Organización Mundial Contra la Tortura. En efecto, esta problemática, lejos de desaparecer, como afirma el gobierno, se profundizó durante la pandemia por el aislamiento en los penales y la suspensión de audiencias que, como en ese caso, paralizan los procesos en los tribunales.

Evidentemente, su persistencia nada tiene que ver con la crisis sanitaria, sino con la impunidad de un delito que no tiene costos para agentes de seguridad y ministerios públicos porque no se investiga ni sanciona. Un delito del que casi no existen sentencias (menos del 1% de los casos) y que ahora no conviene ni siquiera denunciar una vez que desapareció del discurso oficial. Aunque hay evidencia por casos muy visibles, como el amparo de un tribunal de Quintana Roo a favor de Kamel Nacif por el delito de tortura contra Lydia Cacho o la permanencia en prisión de Israel Vallarta, obligado a inculparse en la banda de Los Zodiacos en otro secuestro, junto a Florence Cassez. Y, recientemente, las acusaciones de los familiares de dos jóvenes incriminados por una reciente masacre de 19 civiles en Reynosa tras un montaje de la policía y declaraciones obtenidas por tortura en otro plagio.

López Obrador tiene razón al decir que sin abatir la violencia será difícil “acreditar históricamente” su gobierno, pero eso comienza por reconocer e investigar la tortura como talón de Aquiles de la justicia. De nada sirve declarar su eliminación para evitar que opositores la usen contra su administración o para pedir mano dura y penas más severas si la justicia fabrica culpables. Tampoco erradicarla en la retórica oficial ante la orfandad de “servidores públicos honestos” en México (imagino que incluye a policías y fiscalías), como declaró el secretario de Marina, Rafael Ojeda Durán, para justificar la propuesta presidencial de llevar la GN a la Sedena para pacificar el país. La impunidad corrompe tanto a civiles como militares, cualquier autoridad puede cometer tortura bajo el aliciente de la impunidad.

La violencia homicida en el país se mantiene a niveles máximos históricos, con tasas similares a las del gobierno de Peña Nieto, a pesar de prometer reducirlas a la mitad con su estrategia de “abrazos y no balazos”. Pero el problema no desaparece sólo por no hablar de él y, mucho menos, inculpando a inocentes. Por ejemplo, en la CDMX, la cifra de homicidios ha mejorado alrededor de 10 por cada 1,000 habitantes desde 2019, pero las sentencias han caído estrepitosamente un 37% por inactividad de los tribunales. Aunque, ¿cuántos casos se presentarán ante la Fiscalía sin estar acreditado el homicidio o secuestro o sostenidas en la tortura, como con Medina Haller? ¿Es suficiente ceder por completo la GN a los militares para erradicar esta práctica? Difícil saber si no se investiga o el gobierno simplemente la da por extinta.

No obstante, López Obrador ha decidido redoblar su apuesta y ligar toda su suerte a la abierta militarización de la GN, a la vez que hacer a un lado obligaciones, como crear un registro nacional de tortura y un programa específico, como establece la ley aprobada en 2017. Desde luego, es más barato olvidar todas estas iniciativas para concentrar los recursos en una ampliación presupuestal para la GN, pero lo barato puede salir muy caro para la procuración de justicia y el respeto de las libertades.

Última llamada

 

Federico Reyes HerolesSextante
 
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Preocúpate más por tu conciencia que por tu reputación.

                Chaplin

 

Hace tres años estaba seguro del triunfo de su gestión, sería una refundación de México. Hoy, el país sangra por la violencia incontenible, por las muertes debidas a la negligencia, por las ineptitudes asesinas. Llegó la hora de la conciencia.

El Presidente afirmó que, si no lograba pacificar el país, su gestión no se podría “acreditar históricamente”. Nada en el horizonte nos indica que esto sea viable. En relación con Calderón, los homicidios dolosos han crecido 138 por ciento. Las masacres y los feminicidios aumentan. Saldrá de la Presidencia, y las cifras que tanto desprecia estarán allí. Vayamos mejor a otro territorio. Por primera vez, el Presidente habló indirectamente del fracaso. Siempre dio por sentado el triunfo de la 4T. Pero, para donde se mire, los escenarios son terribles: pobreza, 12 millones más que con EPN, educación, salud, justicia, horrores. Todos los días el Presidente va a su propia trampa: exponerse varias horas negando realidades o invocando fantasmagorías. Al hablar de “acreditar históricamente” dejó ver que sabe del posible fracaso.

Qué difícil aparecer todos los días a defender un sketch que ya muy pocos creen.

Quizá por eso, cada vez con más frecuencia, pierde el tono, como ha ocurrido con Jorge Ramos y ahora con Alberto Peláez, periodistas de gran prestigio. Este último —con amabilidad— lo inquirió sobre las relaciones entre México y España. El Presidente respondió con otro insulto generalizado. Su principal bandera, el combate a la corrupción, se ha convertido en una mofa, pues está rodeado de sospechosos. Cómo explicar su desconocimiento. Por omisión se está convirtiendo en cómplice. La integridad del fiscal se desmorona por asuntos patéticos —ser un posible plagiario—, como lo ha demostrado valientemente Guillermo Sheridan. Y, por si fuera poco, su otra gran obsesión, el sector energético, se colapsa: los paros en las refinerías se disparan y la meta de exportación se mira imposible.

Nuestro país tiene muchos problemas muy graves, algunos heredados, la violencia; otros, creados, como la pérdida de confianza de los inversionistas. Lo más doloroso es que hay muchos mexicanos de buena fe que quieren ayudar al Presidente para, así, ayudar a México. Empresarios que han hecho esfuerzos por hacerle ver la necesidad de modificar ciertas estrategias: energía de nuevo. Organizaciones de la sociedad civil que, al denunciar, colaboran en la lucha contra la corrupción o la impunidad. Su información es de gran utilidad para los gobernantes. También el periodismo crítico, cuya función es investigar y exponer, siendo así un contrapeso imprescindible. Los intelectuales y quienes nos dedicamos a este oficio, de ordenar información e ideas, en el fondo queremos que las cosas vayan mejor. Este es nuestro país, aquí vivimos con nuestras familias y amigos.

Durante tres años, en medio de denostaciones, el Presidente ha perdido la oportunidad de escuchar alternativas a los problemas y corregir. “Acreditar históricamente” en sus palabras es tener éxito, evitar el fracaso, pero para ello necesita escuchar y estar en la disposición de corregir. Por desgracia, en ciertas cuestiones, incluso corrigiendo, ya no hay remedio. Por ejemplo, la generación de niños con problemas auditivos que perdieron la oportunidad de un implante coclear y que, por lo tanto, muy probablemente serán sordomudos, ellos pesarán sobre la conciencia de los actuales gobernantes. Lo mismo los niños con cáncer y sin tratamiento. Pero hay otras áreas donde todavía podría corregir. Un relevo en Energía, Pemex y la CFE, por personas que no sean enemigos de la inversión, traería resultados. Hay más: salud, lo evidente. El Presidente necesita dejarse ayudar, comprender sus limitaciones, como dijera Gandhi, y así obtener fortaleza verdadera. Ya no tiene mucho tiempo, pero podría intentarlo y llevarse menos cargas.

Primero la conciencia, que puede doler y mucho, lo demás…

Perversión

Perversión

Federico Reyes HerolesSextante
 
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La consulta del 1 de agosto no sólo es inútil, es perversa.

Me explico.

La idea de una democracia directa es, cada día más, una ficción: dos cantones en Suiza. Desde hace más de 1,000 años, en Islandia nació el primer parlamento, por cierto, con un fuerte contenido proporcional. El Parlamento inglés es muy posterior, alrededor de 260 años. Las sociedades democráticas se gobiernan por medio de mecanismos de representación. La humanidad busca perfeccionarlos para que la complejidad social esté representada. Qué paradoja, las democracias fundacionales, Inglaterra y Estados Unidos, se han rezagado en ello. Los mecanismos tradicionales de participación directa —plebiscito y referéndum— se reservan para situaciones excepcionales y son muy riesgosos. En todo caso, deben ser muy específicos. ¿Por qué son riesgosos?

Toda norma tiene un contenido axiológico que no debe ser puesto a consideración popular, pues perdería su carácter civilizatorio. No se puede consultar el derecho a la vida, en todo caso se puede reglamentar desde la interrupción del embarazo hasta la pena de muerte. Si un sicópata, y ha habido muchos —de Hitler a Pol Pot— obtiene apoyo popular para exterminar a un grupo humano, sus actos serán un genocidio. La exaltación del odio es una amenaza para las democracias. Las emociones son manipulables. Cubrí para la prensa el plebiscito chileno. Sí o No a la continuidad de la dictadura, tal cual. Pinochet preparó el ambiente, su fiesta, para que ganará el Sí: la economía crecía, el consumo galopaba y los beneficios se sentían en los bolsillos. Fueron días muy tensos y por fortuna y con mucho esfuerzo, ganó el No, pero por poco: 53 contra 46%. Los otros miembros de la junta no respaldaron a Pinochet en un nuevo golpe. Estados Unidos se deslindó. Las mangueras y toletes de los carabineros no sirvieron de nada. Se respetaron los resultados. Falló la fiesta inducida.

Las democracias deben ser estables y claras. Estables en el sentido de que no deben someter a los vaivenes de las emociones populares decisiones esenciales: la aplicación de la ley. Claras en tanto que no debe haber dudas sobre las funciones de cada poder. La justicia recae en el Judicial. La iniciativa de la consulta es otra ocurrencia propagandística de la 4T. El Congreso, con su mayoría aplastante, la aprobó y la Corte la avaló creando un alebrije que pocos entienden. La intención inicial fue enjuiciar a los expresidentes, así, en bloque, violando la presunción de inocencia, el debido proceso y aplicando un carácter selectivo a la ley. Una gran perversión populista. Los afiches de los señalados con sus rostros para enardecer a la población, recuerdan al nazismo. Azuzar odios para cosechar simpatías, de eso se trata. Por el tiempo transcurrido, difícilmente hay los elementos para procesarlos. Si los tienen que los muestren y procedan. Si no, que se callen. Generar expectativas de una justicia arbitraria y autoritaria es enfermizo.

Lo único que debe regirnos es la ley. Punto. Su aplicación no se somete a la consideración popular. No es función de la Corte la redacción de un reactivo. Eliminaron los nombres, lo cual es correcto, pero dejaron correr la aberración. Al INE, pilar de nuestra democracia, se lo llevaron al baile obligándolo a implementar un mecanismo de participación popular venenoso y amañado que costará más de 500 mdp. Mejor medicinas. La tentación de revertir con consultas principios básicos de la democracia siempre ha estado presente. Salinas de Gortari llegó a tener un nivel de aprobación tan alto que hubiera ganado una consulta sobre su reelección. El Universal (23/7/2021) midió los odios: 72.4% de los mexicanos ya desean enjuiciar a AMLO, con menos de tres años de gobierno. El patíbulo no tiene lealtades. La próxima podría ser su rostro con la leyenda: 500 mil muertos.

La consulta es una peligrosa farsa. Pinochet quiso perpetuarse en el poder, Salinas no se atrevió. ¿Y AMLO? Participar es complicidad.

No cuenten conmigo.

Con todo respeto

 

Yuriria SierraNudo gordiano
 
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El pueblo cubano: sumergido en crisis política, social y sanitaria… y no precisamente a partir de la pandemia por covid-19. Hace unas semanas, cuando las calles en varios puntos de la isla se llenaron de ciudadanos que clamaban libertad, la discusión se redujo a dos polos: el embargo y la dictadura. Ojalá fuera tan sencillo resolver la situación de Cuba tan sólo derribando cualquiera de estos dos factores. Pero parece que así es como lo piensan: “Con todo respeto para las dos naciones, que se permita, que puedan recibir las familias de Cuba remesas de quienes viven y trabajan en Estados Unidos (...) Que se quiere castigar a un país independiente con un bloqueo…”, expresó ayer el presidente López Obrador en su conferencia por la mañana.

Un par de días antes, en la conmemoración del natalicio de Simón Bolívar, el mandatario mexicano se lanzó contra la OEA, la Organización de Estados Americanos, con un discurso, justamente, muy bolivariano: “En ese espíritu, no debe descartarse la sustitución de la OEA por un organismo verdaderamente autónomo. No lacayo de nadie, sino mediador a petición y aceptación de las partes en conflicto, en asuntos de derechos humanos y de democracia…”.

Habría sido mucho más democrático, más humano y un acto profundamente político, Presidente, que más que lanzar guiños contra los organismos que, si bien nada mal les haría una evaluación de su labor, le hubiéramos escuchado propuestas más contundentes y que marquen camino para que Cuba avance hacia la libertad. Tal vez sugerir que, a cambio de quitar el bloqueo, el régimen cubano se abra a elecciones libres. Que, por primera vez en más de siete décadas, sean los ciudadanos del país caribeño quienes elijan a sus gobernantes. Habría sido una idea mucho más democrática, México se habría posicionado como el líder de una región en donde se privilegia el diálogo y el debate como instrumentos políticos. Porque una cosa es el discurso contra las élites (que tanto le ha redituado en campaña, sólo ahí) y otra lo es el salvar vidas y es esto último lo que, hoy por hoy, tiene que ser el eje para la resolución de un contexto como el que vive Cuba desde hace décadas. La gente se muere y enferma como en todo el mundo a causa de covid-19, pero esta crisis se sumó a las varias otras que han obligado a miles de cubanos, desde 1959, a abandonar su país… y a otros la cárcel o la muerte.

 

  • Una cosa es la política, Presidente, y otra salvar vidas en medio de una pandemia. Tiene toda la razón: levantar el bloqueo es un inicio, pero no es lo único que servirá para darle a los cubanos lo que llevan tantos años pidiendo y de tantas formas, libertad. Con todo respeto, los cubanos desean tener la posibilidad de incorporarse al mundo y eso incluye tener todas las posibilidades para elegir

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