Miércoles, Noviembre 27, 2024
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Scherer, Gertz, Olga: cartas abiertas

 

Jorge Fernández                                                                 MenéndezRazones
 
 

Hoy, cuando el presidente López Obrador inaugure, en una ceremonia con más de 400 invitados, el aeropuerto Felipe Ángeles, un fantasma, recordemos a Marx, recorrerá Santa Lucía: el de la denuncia que el exconsejero jurídico Julio Scherer Ibarra, publicó ayer en Proceso en contra del fiscal Alejandro Gertz Manero y de la ahora senadora, antes secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero.

El conflicto de Sánchez Cordero con Scherer se dio desde el inicio del gobierno, cuando el presidente López Obrador le quitó a Gobernación buena parte de sus atribuciones, sobre todo las relacionadas con seguridad y la interlocución con el Congreso y el Poder Judicial. Como el receptor de esas responsabilidades fue Scherer, desde entonces comenzó el enfrentamiento de la secretaria con el consejero. Cuando se dio la salida de Olga en agosto pasado, aquí decíamos que “la Secretaría de Gobernación inició una lucha interna para recuperar protagonismo y espacios que incluyó golpes muy evidentes contra el consejero jurídico de la Presidencia, Julio Scherer, quien tiene buena parte de la operación del gobierno federal en sus manos. Olga pidió tener control sobre varios capítulos decisivos en las últimas semanas, sobre todo en la búsqueda del periodo extraordinario para legislar sobre revocación de mandato... Incluso difundió que ella sería la única interlocutora con el Congreso… el mandatario le dio su autorización, pero le advirtió que si no había resultados, lo sentiría como un fracaso y estaría muy decepcionado. No hubo resultados y la salida de Olga estaba ya decidida”. Días después, renunció Julio a la Consejería Jurídica, y Adán Augusto López terminó asumiendo las responsabilidades de ambos.

Unos pocos meses después de iniciado el gobierno, desde Gobernación comenzaron las intrigas contra Scherer para recuperar posiciones. Un funcionario de prensa de Gobernación estuvo ofreciendo a medios y periodistas un archivo contra Scherer (que incluye lo mismo que, ampliado, se ha presentado ahora, y que ha sido la causa de la dura denuncia del exconsejero) hasta que una grabación telefónica exhibió aquella maniobra. El presidente López Obrador ha dicho que quitó a Olga porque no pudo trabajar bien con ella. Allí debería haber quedado el tema.

No fue así. Cuando a las intrigas de Sánchez Cordero, se sumó el repentino rencor del fiscal Gertz Manero contra el exconsejero jurídico por el caso Morán-Cuevas, ambos se aliaron en una campaña de desprestigio, basada en la suma de casos que la Fiscalía tenía en sus manos y en los que había intervenido el consejero jurídico.

Fue entonces cuando Olga acercó a Antonio Collado, hermano del abogado Juan Collado,  detenido por la Fiscalía a causa de sus cuentas ocultas en Andorra, para proponerle un acuerdo de colaboración con el detenido, que incluía una denuncia de extorsión contra Scherer y el grupo de abogados que había contratado Collado para su defensa. 

Ya en dos ocasiones, como lo exhibe una carta previa de Collado al presidente López Obrador, éste había ofrecido parte de esos recursos como reparación del daño, utilizando la vía de Scherer. El presidente López Obrador siempre estuvo informado de ello y estaba dispuesto a aceptarlo, pero nunca se terminaron de concretar esas negociaciones. Sobre ese acuerdo, que no era entre particulares, sino con el Estado, se montó la denuncia contra Scherer y otros abogados, convirtiendo esa negociación, que se conocía en Palacio, en una extorsión para liberar a Collado y acusar a Scherer.

Una vez impuesta, esa dinámica se repitió una y otra vez en otros casos, como el de Álvarez Puga, el Cruz Azul o el viejo caso del Viaducto Bicentenario, que en realidad se resolvió desde casi inicios del gobierno de Peña Nieto.

Creo en lo que cuenta Scherer. Es verosímil y se ajusta a cómo se dieron todos esos hechos y en la forma en cómo se han manipulado, sobre todo en las últimas semanas. Un punto lo hace más creíble: con lo estrecha que fue la relación de Scherer con el presidente López Obrador a lo largo de muchos años, y con la interlocución constante que tuvo en los tres primeros años de gobierno, es imposible que el presidente López Obrador no estuviera enterado de las labores de su hombre de mayor confianza.

Pero, a pesar de que la crisis se viene agudizando en forma constante desde enero, el presidente López Obrador no tomó ninguna decisión. Esperemos que ahora la SCJN por fin actúe en el caso de las señoras Cuevas-Morán y que la justicia deseche el criterio de oportunidad de Juan Collado, basado en las acusaciones falsas contra quienes fueron sus abogados.

Pero lo cierto es que pasaban las semanas y las amenazas del fiscal crecían en lugar de disminuir. Un intento de conciliación organizado por el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, en sus oficinas, fracasó. En medio de todo esto, el conflicto ha sido utilizado también como parte de la lucha sucesoria en el equipo presidencial. 

No sé cuáles serán las consecuencias de la denuncia de Scherer. En algunas áreas del poder piensan que tendría que haber esperado, pero lo cierto es que ese texto puso de alguna forma las cartas sobre la mesa y pasada la inauguración del aeropuerto, cuando la SCJN y los tribunales están a punto de tomar decisiones claves en todos estos casos, esas cartas estarán abiertas y no se podrán ignorar.