Historia y Cultura
Lilly Téllez se afilia al PAN; Marko Cortés le da la bienvenida
Lilly Téllez se dijo lista para "mover almas y lograr una vida mejor para todos"; el líder del PAN reconoció su trabajo y compromiso "con nuestros ideales".
La senadora Lilly Téllez decidió sumarse a las filas del PAN, por lo que desde ahora se encuentra afiliada a ese partido, así lo dio a conocer Marko Cortés, quien le dio la bienvenida y se dijo a gusto con la decisión que tomó.
“Reconozco tu trabajo, tu compromiso con nuestros ideales y sé que juntos vamos a seguir defendiendo México”, escribió Cortés junto a una foto con la ahora nueva panista.
Por su parte, Téllez se dijo lista para “mover almas y lograr una vida mejor y más digna para todos” inspirada en el ejemplo y palabras de Don Manuel Gómez Morín, uno de los fundadores de Acción Nacional.
El partido aseguró que en equipo trabajarán para “ser la mejor alternativa” y se pronunció por defender los valores del PAN.
Desde el 14 de abril de 2020, Lilly Téllez renunció a la bancada de Morena en el Senado por diferencias de criterio y algunos desencuentros con compañeros de ese partido, dirigentes y hasta simpatizantes.
Tras renunciar a la bancada se mantenía como senadora sin partido hasta que dos meses después se integró al PAN en el Senado. La noticia la dio a conocer el entonces coordinador panista, Mauricio Kuri, actualmente gobernador de Querétaro.
Los espías de Putin
La creación del grupo de amistad México-Rusia en la Cámara de diputados fue algo vergonzoso en medio de la invasión rusa a Ucrania, pero no deja de ser, por una parte, un símbolo de la confusión ideológica de parte de las corrientes que se dicen de izquierda o nacionalistas, que siguen viviendo en el mundo de 1970. Pero que nadie haya tenido la sensatez de evitar ese ridículo, exhibió lo que también señalábamos la semana pasada, la confusión de un gobierno que no termina de asumir una posición clara en el tema porque el propio Presidente también está anclado ideológicamente en una visión del mundo de la Guerra Fría.
Ya lo hemos dicho: nuestra posición ante la invasión rusa a Ucrania, ante el gobierno autocrático de Vladimir Putin, como en muchos otros temas relacionados, es bipolar, esquizofrénica. Por una parte, impulsamos y sacamos con 140 votos de apoyo una resolución en la ONU condenando la invasión, un verdadero éxito diplomático, pero a la vez, en México, en el Congreso, formamos grupos de apoyo, no nos sumamos de ninguna forma a las sanciones, el Presidente critica al Congreso estadunidense porque atiende “antes lo que pasa en Ucrania” (como si fuera un hecho menor, lejano) que sus propuestas sobre los migrantes, se dice una y otra vez que “nos queremos llevar bien con todos”, sin comprender que nadie se pueden llevar bien con todos, se decide seguir envasando en México la vacuna rusa Sputnik y se invita a la línea aérea Aeroflot, cancelada en Europa, Estados Unidos y Canadá, a que regrese pronto a México.
No se entiende que estamos en medio de uno de los mayores conflictos geopolíticos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y que el equilibrio de poderes global cambiará a partir de lo que suceda en las próximas semanas. Y en ese nuevo equilibrio, resulta que le guste o no a algunos altos funcionarios del gobierno, somos socios activos de uno de los principales protagonistas, Estados Unidos, donde vive una sexta parte de los mexicanos, donde va 80 por ciento de nuestras exportaciones y con quien tenemos una integración económica y social extremadamente profunda. Y otros de los grandes protagonistas es nuestro segundo socio comercial, la Unión Europea, con la que más allá de desafortunadas cartas al Parlamento Europeo o peleas inútiles con España por lo sucedido hace 500 años, nos une una relación excepcional.
Lo único que tenemos especial con Rusia es, al parecer, el número de espías y agentes de inteligencia que ese país tiene desplegados en México. En ningún otro lugar del mundo como en México, hay tantos agentes del GRU, la central de inteligencia rusa sucesora del tristemente célebre KGB, de donde surgió Putin por cierto. Es lo que acaba de declarar ante el comité de servicios armados del Senado de EU, el jefe del Comando Norte estadunidense, el general Glen VanHerck.
El año pasado, el mismo general VanHerck fue quien advirtió ante este mismo comité del Senado, que cerca de 35 por ciento del territorio mexicano no estaba bajo control del Estado mexicano, sino de grupos criminales y también sostuvo que esa falta de control posibilitaba también la infiltración y operación de agentes de China y Rusia que tratarían, desde México, influir en la Unión Americana. En México no todos tomaron en cuenta lo dicho por el jefe del Comando Norte. En ciertos ámbitos sí, de allí surgió, por ejemplo, el acuerdo que reemplazó la Iniciativa Mérida, llamado Entendimiento Bicentenario. Pero como todo lo que sucede en nuestro país, una decisión de ese tamaño no es acompañada por todo el Estado ni la fuerza del gobierno.
Esta advertencia del jefe del Comando Norte es más grave aún, porque reitera lo que dijo hace un año e incluso lo coloca en un contexto más delicado, la presencia de agentes y recursos de inteligencia rusa, el mayor número del mundo, desplegados en nuestro país. Y una vez más eso lo señala relacionado con la inseguridad en la que vivimos.
Durante la audiencia, el general VanHerck aseguró que la Dirección principal de Inteligencia del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa (GRU) estaría buscando tener oportunidades y acceso a Estados Unidos desde México, y aseguró que la inestabilidad en México generada por los cárteles del narcotráfico son los que crean las condiciones que pueden ser aprovechadas por agentes de Rusia y China para afectar la seguridad nacional estadunidense.
Y abundó en el tema, cruzándolo además con la otra gran preocupación estadunidense, la integración económica: “Las organizaciones criminales trasnacionales, dijo, crean un ambiente no propicio para formar una familia para avanzar en el éxito económico. Y vemos que eso es lo que sucede justo en nuestra frontera, en México”, dijo VanHerck.
No es un tema menor, como ya lo hemos dicho otras veces, el Comando Norte de Estados Unidos es el responsable de garantizar la seguridad nacional de ese país e incluye a México y Canadá, porque los consideran como parte de los riesgos y zonas de influencia de la seguridad interna nacional. No es una instancia menor. Además, los jefes del Comando Norte no suelen dar declaraciones. Es verdad que destacó la estrecha colaboración que se mantiene con las Fuerzas Armadas de México, y eso es verdad.
Pero en términos políticos es una advertencia, una información que no podemos ignorar. Una última pregunta, ¿sabía, sabe, el gobierno federal que tenemos en nuestros territorio el mayor número de agentes del GRU desplegados en el mundo?¿Lo tolera? Si no es así, ¿se tomará alguna medida? Una vez más en este tema ahí está el ejemplo de Lázaro Cárdenas en la Segunda Guerra. Síganlo.
2024: el ánimo
Los estados de ánimo invaden a las naciones. Las reacciones pendulares existen en política. Si los “abrazos y no balazos” han llevado a la multiplicación y extensión del crimen organizado; si la permisividad y el coqueteo con los cárteles marcan a la gestión; si maestros, comuneros y grupúsculos de todo tipo violentan la ley, si el propio gobierno es ejemplo de violación a las normas, qué podemos esperar en el ánimo. La oferta autoritaria estará presente. No es novedad, después de un periodo de mucha violencia en Nuevo León, El Bronco –hoy en desgracia– sugería cortar las manos a los rateros y… venció. Cierta añoranza autoritaria se muestra en las encuestas de cultura política. La “mano dura” es popular. Habrá en nuestro futuro un Bolsonaro mexican style.
La tentación de una derecha autoritaria estará en el menú. Derecha, porque la queja sistemática del sector empresarial ha sido la certidumbre: reglas claras y respeto a ellas. El reclamo va más allá de las élites, está en los empresarios comunes, frustrados por las trabas impuestas arbitrariamente, por el cambio de rumbo, por las señales encontradas. Derecha, porque desastre y caos hoy se autodenominan izquierda, luego, cualquier petición de orden será lo contrario: derecha. Mala mezcla: autoritarismo por desgobierno y violación de las leyes desde el poder. Toda la danza macabra alrededor de la revocación y debilitar al INE quedará en el museo de la ignominia jurídica. Si en el escenario aparece esa opción, será consecuencia de la 4T. La polarización enferma.
La desazón, la angustia de estar gobernados por un capitán que nos ha sometido a sus caprichos, sin atender a la ciencia o a la técnica; puede, en un movimiento pendular, provocar un reclamo de “nuevos científicos”. Personas, hoy despreciadas –primero va la confianza– con conocimientos, expertos, tecnócratas, dirán algunos. Sería lógico. El desastre de la improvisación y del desconocimiento, del desprecio por la ciencia, están provocando el empobrecimiento de millones y… mayor injusticia. Ya no hay forma de revertirlo, no les queda tiempo. Ya fue así. Habrá viraje, pero la justicia social se construye lentamente y con un rumbo: planes asistenciales bien enfocados, estabilidad de precios, empleos formales y, sobre todo, mejora educativa. Nada de ello está ocurriendo. Habrá más insatisfacción, puesto que la movilidad social está siendo afectada y, nos guste o no, la estabilidad se explica, en buena medida, por esa movilidad que hoy está de cabeza, es regresiva. Las clases medias son resultado de esa movilidad que hoy es criticada. Sí, muchos mexicanos aspiran a llevar una mejor forma de vida y no tienen por qué cancelar esa aspiración. Las clases medias hablarán en el 24 y son una amplia mayoría.
¿Qué van a reclamar los mexicanos en el 2024? Ejercicio de la autoridad, control de la violencia, salud, prosperidad, modernidad en todos los ámbitos y, claro, modernizar la economía, disminuir las escaseces (agua, electricidad, educación, salud, vivienda digna, etcétera). Eso es inviable con un gobierno que dilapida montos estratosféricos en caprichos. El regreso del péndulo también se puede dar en lo institucional. La obsesiva destrucción del pasado sin la capacidad de construir un mejor presente y ni siquiera imaginar un futuro realista, podría impulsar a un pragmatismo lejano a los tufos políticos: un empresario, un ingeniero que hable “derecho” y sin florituras, que apoye las energías verdes y anuncie la recuperación del aeropuerto de Texcoco. Por qué no. En Ecuador ocurrió.
Más allá del partido que gobierne, el estado de ánimo será convulso, de enojo y deberemos saber contender con él en democracia.
Hijos de Putin
En esta semana hemos presenciado tanto el tamaño, como el alcance verdadero, del gobierno en funciones. La entrega de un aeropuerto inútil, el ecocidio de una selva virgen. La intolerancia del Ejecutivo ante cualquier crítica, la ignorancia culposa de quienes están dispuestos a aplaudirle todo. La definición oficial, del partido oficial, por el lado equivocado de la historia.
Hijos de Putin. La creación de un Grupo de Amistad entre los gobiernos de México y Rusia —justo en la coyuntura actual— no es un acto inocente de acercamiento entre dos pueblos, sino la expresión más clara de la afinidad que existe entre sus clases dirigentes. Autoritarismo, represión, devoción absoluta a un líder que proviene de lo más oscuro del régimen anterior. Desprecio por la democracia, aversión a la transparencia, enfrentamiento con EU: los ancianos que hoy ejercen el poder parecen añorar su guerra fría.
El mundo es muy distinto, sin embargo. La torpe invasión rusa sólo ha conseguido la unanimidad en su contra, por parte de los países democráticos, así como la definición a su favor de los regímenes autocráticos que comparten sus valores y metodologías, tal y como lo ha hecho nuestro gobierno. El Presidente se definió —desde un principio— a favor de Rusia, cuando se negó a definirse en contra de la ocupación; los legisladores de su partido lo confirmaron al demostrar su lealtad al enemigo del mundo libre.
La mejor política exterior no es una buena política interior, como afirma el Presidente, pero en cambio sí ha quedado demostrado que la peor política exterior es tener una mala política interior. La polarización ha servido al régimen, en lo interior, para exacerbar a sus bases y contar una historia de revancha ancestral: en lo exterior, y especialmente en este momento, la polarización con otros gobiernos democráticos no sólo es absurda, sino motivo de burla y desprecio.
El mundo entero nos observa, y está tomando sus precauciones. México tiene una posición geoestratégica extremadamente relevante, y las frívolas declaraciones del Presidente —así como las amistades de sus legisladores— tienen una repercusión mucho mayor que la que ellos mismos logran comprender. El país que hoy se dibuja para el futuro es menos libre y democrático que lo que era hace unos cuantos años, y las condiciones de seguridad física y jurídica que ofrece el Estado son similares a los de los regímenes que nuestros gobernantes admiran: los ataques constantes a la prensa, la creación de una nueva oligarquía, la apuesta por los hidrocarburos. Las obras faraónicas, la corrupción generalizada, la incertidumbre de una ciudadanía cada vez más desesperada. En esas circunstancias, y con una administración tan palmariamente estulta, ¿a quién podría interesarle invertir en México?
A quien supiera cómo aprovecharse de las circunstancias. Nadie bueno, sin duda alguna: mientras que las sanciones contra Rusia se endurecen en el mundo civilizado, nuestro país parece aspirar a convertirse en el refugio de una delincuencia de cuello blanco cuyas fortunas son bien recibidas en México. Los yates de los oligarcas atracan en nuestros puertos, la agencia oficial de noticias rusa tiene cabida y megáfono en la conferencia mañanera. Nuestros legisladores quieren ser sus amigos, y el Presidente reserva sus críticas para quienes en el pasado han sido nuestros aliados tradicionales: los ancianos que hoy ejercen el poder parecen añorar la guerra fría, pero sus acciones corresponden a intereses económicos muy actuales, que ahora ponen en riesgo no sólo nuestras relaciones bilaterales, sino los tratados de libre comercio que hemos firmado. ¿Cómo es que llegamos aquí?
Y, lo más importante, ¿cómo saldremos de este lugar? México se encuentra en una posición comprometida, quizás la mayor en nuestra historia reciente. La solución, sin embargo, no pasa por una consulta de revocación de mandato, sino por el fortalecimiento de las instituciones democráticas y la reconciliación de una sociedad herida. En México no todos somos, simplemente, hijos de Putin.
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