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Historia y Cultura

Hay 29 mil militares en seguridad pública; otros 809 se dedican a erradicar cultivos ilícitos

Poco más de 10 mil soldados apoyan en el combate a la pandemia de covid

ANDRÉS MENDOZA | 05:57 hrs.
  

 

Hay más militares en seguridad que en el Plan DN-III. Foto: Especial.

 

El número de integrantes del Ejército y de la Fuerza Aérea que realiza labores de seguridad pública duplica al que está dedicado a contener la migración ilegal y supera, por mucho, al que combate el huachicoleo o que atiende la emergencia sanitaria por covid-19.

Un reporte sobre el despliegue de efectivos militares obtenido por los hacktivistas de Guacamaya detalla que, al pasado 30 de agosto, 29 mil 192 elementos castrenses estaban comisionados a “Operaciones para la construcción de la paz” en todo el territorio nacional. En contraste, para el “plan de migración y desarrollo” había 14 mil 013.

El combate en las calles a la delincuencia es por mucho, la mayor ocupación actual de las Fuerzas Armadas, pues por ejemplo, para otras tareas contra el crimen organizado, como es la erradicación de cultivos ilícitos, sólo hay 809 efectivos, mientras que para inhibir el mercado ilícito de combustible existen mil 396 militares. 

El personal castrense en las calles duplica al que está dedicado a contener la migración ilegal y supera, por mucho, al que combate al huachicoleo.

Respecto a la pandemia, 3 mil 497 elementos castrenses atienden la emergencia sanitaria y otros seis mil 814 están dedicados a labores de vacunación contra covid-19. La atención a fenómenos naturales y desastres, como lo es el Plan DN-III, ocupa actualmente a 25 mil 036 militares, menos que los dedicados a seguridad pública. A ellos se suman 235 más para “búsqueda y rescate”.

El informe indica que la vigilancia de instalaciones estratégicas y otros organismos, bajo convenios de colaboración, emplea a dos mil 529 soldados. Para la vigilancia del territorio y espacio aéreo nacional están desplegados 991 efectivos y en las aduanas opera un total de 514 elementos.

Los militares destinados a otras labores no operativas, como el Estado Mayor, bandas musicales, personal sanitario, de vacaciones, encamados o dentro de la población penitenciaria suman 82 mil 122.

Tatiana, Raquel y la disputa comercial con Estados Unidos

 

Leo ZuckermannLeo Zuckermann     
 
Juegos de poder
 

 

Renunció Tatiana Clouthier como secretaria de Economía. Lo hace en un momento crítico donde existe una disputa comercial de Estados Unidos y Canadá contra México por cuatro temas energéticos.

Han pasado los 75 días del periodo de consultas para que México resuelva los asuntos por los que estaría violando el tratado comercial de los tres países de Norteamérica, el T-MEC, o Estados Unidos y Canadá inicien un panel que decida la disputa en un periodo de 180 días. Nuestros socios comerciales han decidido continuar con la consulta pero, como ya transcurrieron los 75 días, en cualquier momento tienen el derecho de establecer el panel.

 Es en esta coyuntura de gran incertidumbre cuando se retira la encargada de resolver esta disputa. Pésima noticia. Es como si el capitán de un barco, en medio de una tormenta tempestuosa, dejara el puesto de mando.

En entrevista con Enrique Galván Ochoa en La Jornada, la exsecretaria de Economía ha confesado que no hubo una gota que derramara el vaso: “Fue el chorro. Ya no sumaba, como dije en mi renuncia, una jauría rodea al Presidente y no deja avanzar los proyectos, le llevan mentiras. Además, todos están metidos en la sucesión presidencial”.

Nada bueno augura esta confesión para la resolución de la disputa comercial con Estados Unidos y Canadá. Clouthier reconoce, además, que la secretaria de Energía, Rocío Nahle, “no quiere ceder en nada”, lo cual dificulta llegar a un entendimiento.

Parecería, en este sentido, que López Obrador apoyó más a Nahle que a Clouthier. Está en su derecho. Pero alguien le tiene que informar al Presidente que México sí está violando el T-MEC y, de establecerse un panel, lo perdería. Esto de acuerdo a todos los expertos comerciales que he entrevistado desde finales de julio.

 

Además, la disputa está afectando las inversiones en nuestro país y, por ende, el crecimiento económico.

De las cuatro puntos que demandan Estados Unidos y Canadá, el más importante, creo, es la Ley de la Industria Eléctrica (LIE), que le da prioridad al flujo eléctrico generado por la Comisión Federal de Electricidad (CFE) sobre sus competidores. Ya sea en la consulta, o en un eventual panel, la salida para que México no sea castigado sería derogar o modificar la LIE y así adecuarla al T-MEC. Esto significaría una derrota para la visión nacionalista en materia energética que han empujado Nahle, el director de la CFE, Manuel Bartlett, y el propio López Obrador. 

Entre más rápido se resuelva la disputa comercial, mejor para México. Urge cerrar ese tema, ahora más que nunca que se vislumbra un mal año económico en 2023 con una posible recesión en Estados Unidos. Al parecer, Clouthier lo tenía claro. Su renuncia y lo que le dijo a Galván puede interpretarse como un descalabro de esta postura. Estaría ganando la visión de los inflexibles, que no quieren cambiar ni una coma a la postura nacionalista energética, aunque esto implique un gran costo económico para el país.

La pregunta es por qué el gobierno de Biden, una vez transcurridos los 75 días, no inició el panel.

Creo que la respuesta tiene que ver con las próximas elecciones intermedias que se llevarán a cabo en Estados Unidos el 8 de noviembre. Hoy existe la probabilidad que los demócratas mantengan la mayoría en el Senado, lo cual sería un gran triunfo para la administración Biden tomando en cuenta que hace tres meses el escenario era que su partido perdería la mayoría en ambas cámaras del Congreso.

Uno de los temas más vulnerables para los demócratas es la migración de indocumentados. Si Biden iniciara el panel con México, se arriesgaría a una reacción negativa de López Obrador, quien podría dejar de contener a los migrantes en territorio mexicano. En unos cuantos días, Estados Unidos tendría otra crisis migratoria en su frontera sur, lo cual afectaría las preferencias electorales antes de los comicios. En este momento, lo que le conviene a Biden es mantener la fiesta en paz con AMLO para evitar cualquier situación que pudiera perjudicar a los demócratas en las próximas elecciones.

Pero, a partir del 9 de noviembre, las condiciones serán otras y Biden podría iniciar en cualquier momento el susodicho panel.

Raquel Buenrostro es la nueva secretaria de Economía. Tiene fama, bien ganada, de ser dura. Aquí el problema no es de dureza, porque el gobierno mexicano podría poner al más duro de los duros a cargo de la gestión de la disputa que no le hará ni cosquillas a Estados Unidos y Canadá. Por una razón fundamental: la controversia está perdida. Y una vez que una pelea está ganada, lo único que les queda es manejar los tiempos a conveniencia.

 

Twitter: @leozuckermann

El Nobel de la Paz

 

 

Yuriria SierraYuriria Sierra             
 
Nudo gordiano
 

 

Un Padre de la Patria que no llamó a la rebelión, que no entonó un grito ni hizo sonar una campana ni cargó un estandarte. Más bien, uno que instó al diálogo a sus colonizadores para convencerlos del porqué debían liberar a su comunidad “conquistada” tres siglos antes. Historia irreal, de haber sucedido así, no seríamos el país que somos.

La idea anterior viene a cuenta por lo que expresó Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania, durante su participación en una asamblea de la Organización de Estados Americanos (OEA), donde sin mencionar nombres, sin decir expresamente a quien iba dedicado su mensaje, cuestionó la posición de varios héroes latinoamericanos si estuvieran vivos: “¿De qué lado estaría Simón Bolívar en esta guerra que Rusia desató contra Ucrania? ¿A quién hubiera apoyado José de San Martín? ¿Con quién hubiera simpatizado Miguel Hidalgo? Creo que no ayudarían a alguien que sólo está saqueando un país más pequeño como en un momento hicieron los colonizadores...”. 

Horas antes, Andrés Manuel López Obrador cuestionó la nominación de Zelenski al Premio Nobel de La Paz, una idea expresada por el Parlamento Europeo, lo consideró inconcebible, porque cree que el presidente de Ucrania es un actor de la guerra, no un mandatario que defiende a su país de una invasión. Recordemos que López Obrador lanzó en el desfile del 16 de septiembre una propuesta de mesa de diálogo para zanjar el conflicto provocado por Rusia.

Tal vez Zelenski desconoce que el personaje histórico favorito de su homónimo mexicano es Benito Juárez, porque bien pudo citar que “entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz…”. ¡Ay, Presidente!

Y pues no, no fue el presidente ucraniano, pero el Nobel de la Paz sí se quedó en aquella zona del mundo, en donde líderes autócratas hacen todo lo posible por extender sus tentáculos. Se trata del Alés Bialiatski y dos organizaciones de Derechos Humanos, una de Rusia y otra de Ucrania. El comité lo otorgó por sus esfuerzos para documentar crímenes de guerra, violaciones a derechos humanos y abusos de poder. Y porque resaltan la importancia de la sociedad civil para la paz y la democracia. Y aunque desde Noruega precisaron que este reconocimiento no era un statement contra Vladimir Putin, la coyuntura ahí está. Y es que Bialiatski, uno de los galardonados, se encuentra en prisión desde 2021 acusado de “evasión fiscal”. Su detención se dio en medio de la represión que el presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, ejerció por las críticas a su gobierno.

Desde entonces, el nuevo Nobel de la Paz se encuentra incomunicado. Su esposa afirmó ayer que desconocía si ya se enteró de su premio, mismo que tendrá que servir como factor para que la balanza se incline a su favor y recupere su libertad. 

Por lo pronto, nos quedamos con lo expresado por el Comité del Nobel: “La importancia de la sociedad civil para la paz y la democracia…”, una idea que parece estar olvidada por tantos gobernantes.

México-EU: de rusos y seguridad

 
Jorge Fernández MenéndezJorge Fernández Menéndez                        
 
Razones
 
  

Este jueves, tendremos una nueva reunión de funcionarios de seguridad de México y Estados Unidos, según confirmó ayer el presidente López Obrador. La agenda bilateral en ese tema es amplísima, pero en buena medida pasa hoy por el tráfico de fentanilo y otras drogas, la migración y cada vez más por el alineamiento internacional de México, visto desde Estados Unidos cada día con mayor desconfianza.

La reunión del jueves nos encuentra en un contexto sumamente delicado. Por una parte, el hackeo a los servidores de la Defensa, supuestamente realizado por el grupo Guacamaya, que ha puesto al descubierto un enorme caudal de información de la institución armada y que aún, desde ningún ámbito, se ha terminado de explicar cómo sucedió y por qué vías, lo que alimenta todo tipo de sospechas.

 
Entre esa información hay mucha, incluso de operativos, sobre la relación del Ejército mexicano con el ejército e instituciones de seguridad estadunidenses. La relación de los ejércitos de México y Estados Unidos generalmente ha sido más estrecha que con otras instituciones de seguridad, como lo muestran, incluso, alguno de los correos develados esta semana. Lo cierto es que, aunque ese robo de información ha sido minimizado públicamente no deja de ser una exhibición de debilidad que, entremezclado con las sospechas del origen de ese hackeo, hará más compleja la reunión del jueves.

La reunión coincidirá con la sesión en la Cámara de Diputados donde se tendrá que votar la enmienda realizada en el Senado de la República a la reforma constitucional para permitir la presencia militar en tareas de seguridad pública hasta el 2028. No tendría que haber problemas para su aprobación, pero resucitará la controversia que se dio en muy malos términos desde que esa iniciativa fue presentada en septiembre. Y eso se da también en el contexto de otra controversia muy delicada: la que generó el informe de Ayotzinapa del subsecretario Alejandro Encinas, la renuncia del fiscal especial Omar Gómez Trejo, y el informe del Grupo Interdisciplinario, sazonado de filtraciones desde la propia fiscalía especial, con acusaciones gravísimas que no están sustentadas en pruebas. Lo cierto es que la mezcla del hackeo, el debate sobre la reforma, y las filtraciones y acusaciones de la Fiscalía dejan en una situación de debilidad al gobierno a la hora de negociar.

Pero el alineamiento internacional de México hace esto mucho más preocupante. El presidente López Obrador sigue pensando que estamos en los años 70 y que lo que vivimos es la reedición de la pasada Guerra Fría. Piensa en esos términos y esa lógica, así toma decisiones y no entiende que vivimos en otro mundo y otra realidad. No somos naturalmente “neutrales”, como dice el Presidente, porque esa neutralidad sólo se exhibe cuando conviene. Somos neutrales cuando Rusia invade a Ucrania, cuando en Cuba, Nicaragua o Venezuela se violan los derechos humanos; cuando se dice que mandar armas a los países donde “hay conflicto socava la paz” (así se refiere al envío de armas a Ucrania por las democracias occidentales para defenderse de la invasión rusa), tratamos la invasión como un “conflicto interno”, pero no tenemos problema en intervenir en los comicios de Bolivia, de opinar sobre procesos penales de la vicepresidenta Cristina Fernández en Argentina, de mandar asesores a Perú o de felicitar a Lula en Brasil, aunque todavía no se realice la segunda vuelta electoral en ese país. Eso sí, felicitar a Biden cuando era claro que había ganado las elecciones nos costó dos meses “porque no intervenimos en asuntos internos”.

El convenio de colaboración espacial con Rusia divulgado esta semana y que fue ratificado por Vladimir Putin, sostienen en la Cancillería que se firmó hace un año, antes de la invasión. Pero lo cierto es que hasta que se divulgó en Rusia aquí había pasado desapercibido, y hace un año ya había una abierta confrontación entre Estados Unidos y la Unión Europea con Rusia (y con China) por la ciberseguridad y el desarrollo espacial, en medio de la evidente guerra comercial existente desde entonces.

 

La Cancillería argumenta que existen muchos convenios similares con distintos países y que no está contemplada la instalación del sistema Glonass (una suerte de GPS de origen ruso), que puede ser utilizado, dicen los especialistas, en tareas de geolocalización con fines militares y, evidentemente, también en espionaje. Cuando se habla en el convenio de utilizar “sistemas ópticos de prevención de situaciones peligrosas espaciales en México”, eso, dicen los especialistas consultados, es precisamente el sistema Glonass.

El hecho cierto es que ese convenio no está aún ratificado por el Senado. Pero sería absurdo pensar que a Estados Unidos el que su vecino y socio comercial esté en estos juegos peligrosos y coqueteos con Rusia, no le hiciera la menor gracia, pues una de sus mayores preocupaciones de seguridad nacional y ciberseguridad pasa por la intervención y los hackeos de rusos y chinos contra sus sistemas, que en el pasado han incluido hasta la intervención en procesos electorales como el que llevó a la presidencia a Trump, y que ha propuesto a nuestro país la creación de un área regional de ciberseguridad que cubra México, EU y Canadá; que se ha desligado de Rusia y China en la carrera espacial y quiere dejar de depender regionalmente de la producción de semiconductores asiáticos para hacerlos en América del Norte.

“No me metan en sus argüendes…”

Francisco GarfiasFrancisco Garfias             
 
Arsenal 
En los momentos en que Ucrania cuenta sus muertos debido a intensos bombardeos de Rusia en sus 11 poblados, entre ellos Kiev, en México se desató la polémica sobre un acuerdo con Vladimir Putin para la exploración y utilización del “espacio ultraterrestre, con fines pacíficos”.

Esa polémica incluye la expresión “¡No me metan en sus argüendes!” (las broncas EU-Rusia, proferida en la mañanera por el presidente López Obrador). 

Pero, también, un agrio intercambio en Twitter entre el canciller Marcelo Ebrard y el expresidente panista Felipe Calderón sobre temores de que en México se instale una estación terrenal del sistema de espionaje Glonass.

El acuerdo de cooperación “ultraterrestre” lo dio a conocer la agencia de noticias Sputnik, en un despacho firmado en Moscú. Las alarmas se encendieron porque la nota dice que el convenio incluye el despliegue en México de Glonass, un sofisticado sistema de espionaje utilizado por los rusos para espiar.

El Presidente, el canciller y la Agencia Espacial Mexicana niegan tajantemente que el acuerdo, firmado el año pasado con motivo del bicentenario de la Independencia de México, incluya ese sistema de espionaje.

* Glonass es el equivalente ruso del GPS de Estados Unidos. Consta de 24 satélites que ofrecen servicios de posicionamiento precisos, tanto para el ejército ruso como para los proveedores comerciales.

 

Una investigación conjunta de Newlines, Defli.ee, en Estonia, y la revista Respekt, en la República Checa, revela que Glonass contiene dos nuevos mecanismos para realizar espionaje, incluso en sistemas de armas nucleares.

El tema no es menor. Ucrania fue invadida por solicitar su ingreso a la OTAN. El acuerdo ruso-mexicano, seguramente no es del agrado de Estados Unidos. 

Somos soberanos, cierto, pero un convenio así podría enturbiar las relaciones de México con Estados Unidos, su principal socio comercial (nos compra el 77.15% de las exportaciones, según el Inegi.) Es también país de origen de las remesas que, anualmente, suman decenas de miles de millones de dólares.

La simpatía de López Obrador por Rusia no ha pasado desapercibida. En tiempos de precampaña, Javier Lozano, vocero de Meade, dijo que Rusia intervenía a favor del tabasqueño.

Mi amigo Rafael Cardona recordaba ayer el mote de Andresmanuelovich, que se autoimpuso el hoy Presidente cuando andaba en campaña.

* El sesgo que tomó el asunto, después de un tuit publicado por la periodista crítica Dolia Estévez, corresponsal en Washington de Forbes y Proyecto Puente, ubicada en el rango conservador por López Obrador. Dice que defiende a Estados Unidos. 

El Presidente dijo ayer en la mañanera: “Se está haciendo un escándalo porque se habla de que México está permitiendo que satélites rusos puedan ser utilizados para espiar el espacio aéreo mexicano y de América del Norte. Lo cierto es que estos acuerdos se firman con todos los propósitos y no tienen el propósito de espiar a nadie ni afectar la soberanía de ninguna nación”.

* El expresidente Felipe Calderón se subió al tema después de leer un tuit de Marcelo Ebrard: “El acuerdo entre ustedes y Putin para el sistema satelital en México (en plena guerra) fue anunciado oficialmente por el gobierno ruso. Al menos ellos sí fueron transparentes”.

El canciller reviró: “No mienta, el acuerdo fue publicado en septiembre de 2021, cuando la Agencia Mexicana lo firmó con motivo de los 200 años de la Consumación de la Independencia”.

Marcelo, además, compartió un comunicado del doctor Salvador Landeros, director de la Agencia Espacial Mexicana, en el que informa que no se instalará el sistema Glonass en México. 

“El Acuerdo Marco de Referencia no lo menciona, ni lo incluye, y no está previsto instalarlo en nuestro país”, asegura en el texto.

* Desde la Cancillería nos hicieron llegar un texto del exsenador Bill Nelson, administrador de la NASA, en el que anuncia que México se unió a un creciente número de naciones que firmaron los Acuerdos Artemisa para explorar, junto con Estados Unidos, el espacio.

“Los vamos a ver el jueves en Washington. La plana mayor de seguridad de ambos países”, nos dicen en la Cancillería.

Los citados acuerdos están basados en el Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre, firmado en 1967, pactado entre los gobiernos de las naciones que deseen participar en el Programa Artemisa.

El objetivo es establecer los principios de cooperación para futuras misiones de exploración y explotación civil con fines pacíficos en la Luna, en Marte y en cualquier cometa o asteroide del sistema solar.

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