Yuriria Sierra
Un Padre de la Patria que no llamó a la rebelión, que no entonó un grito ni hizo sonar una campana ni cargó un estandarte. Más bien, uno que instó al diálogo a sus colonizadores para convencerlos del porqué debían liberar a su comunidad “conquistada” tres siglos antes. Historia irreal, de haber sucedido así, no seríamos el país que somos.
La idea anterior viene a cuenta por lo que expresó Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania, durante su participación en una asamblea de la Organización de Estados Americanos (OEA), donde sin mencionar nombres, sin decir expresamente a quien iba dedicado su mensaje, cuestionó la posición de varios héroes latinoamericanos si estuvieran vivos: “¿De qué lado estaría Simón Bolívar en esta guerra que Rusia desató contra Ucrania? ¿A quién hubiera apoyado José de San Martín? ¿Con quién hubiera simpatizado Miguel Hidalgo? Creo que no ayudarían a alguien que sólo está saqueando un país más pequeño como en un momento hicieron los colonizadores...”.
Horas antes, Andrés Manuel López Obrador cuestionó la nominación de Zelenski al Premio Nobel de La Paz, una idea expresada por el Parlamento Europeo, lo consideró inconcebible, porque cree que el presidente de Ucrania es un actor de la guerra, no un mandatario que defiende a su país de una invasión. Recordemos que López Obrador lanzó en el desfile del 16 de septiembre una propuesta de mesa de diálogo para zanjar el conflicto provocado por Rusia.
Tal vez Zelenski desconoce que el personaje histórico favorito de su homónimo mexicano es Benito Juárez, porque bien pudo citar que “entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz…”. ¡Ay, Presidente!
Y pues no, no fue el presidente ucraniano, pero el Nobel de la Paz sí se quedó en aquella zona del mundo, en donde líderes autócratas hacen todo lo posible por extender sus tentáculos. Se trata del Alés Bialiatski y dos organizaciones de Derechos Humanos, una de Rusia y otra de Ucrania. El comité lo otorgó por sus esfuerzos para documentar crímenes de guerra, violaciones a derechos humanos y abusos de poder. Y porque resaltan la importancia de la sociedad civil para la paz y la democracia. Y aunque desde Noruega precisaron que este reconocimiento no era un statement contra Vladimir Putin, la coyuntura ahí está. Y es que Bialiatski, uno de los galardonados, se encuentra en prisión desde 2021 acusado de “evasión fiscal”. Su detención se dio en medio de la represión que el presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, ejerció por las críticas a su gobierno.
Desde entonces, el nuevo Nobel de la Paz se encuentra incomunicado. Su esposa afirmó ayer que desconocía si ya se enteró de su premio, mismo que tendrá que servir como factor para que la balanza se incline a su favor y recupere su libertad.
Por lo pronto, nos quedamos con lo expresado por el Comité del Nobel: “La importancia de la sociedad civil para la paz y la democracia…”, una idea que parece estar olvidada por tantos gobernantes.