Historia y Cultura
"Ella tenía 12 años, yo 30"; Biden hace extraña declaración y causa polémica
El presidente de EU causó revuelo en redes sociales al comentar en público sobre una amistad que tuvo con una niña de 12 años cuando él tenía 30.
El presidente Joe Biden causó polémica en Estados Unidos al comentar en público sobre una amistad que tuvo con una niña de 12 años cuando él tenía 30. Biden estaba dando un discurso el viernes en la Asociación Nacional de Educación, el sindicato de maestros más grande del país, cuando aparentemente reconoció a una mujer entre la multitud e hizo una pausa en sus comentarios para señalarla.
Tienes que saludarme", dijo Biden en medio del discurso.
Remontamos un largo camino. Ella tenía 12 años, yo 30. Pero de todos modos, esta mujer me ayudó a hacer mucho", agregó el mandatario sin dar más detalles.
Tras el comentario, la audiencia de maestros y miembros del sindicato se rieron y vitorearon las declaraciones del presidente. Sin embargo, Biden encendió las redes sociales con el lado confuso y aparentemente inapropiado de la historia, pues varios le dieron una connotación sexual. La Casa Blanca no emitió comentarios para aclarar los dichos de Biden. Antes de convertirse en presidente, Biden tuvo que disculparse en público tras ser acusado por varias mujeres de hacerlas sentir incómodas durante episodios en los que el político demócrata supuestamente mantuvo contactos físicos no deseados.
Las normas sociales han cambiado y los límites para proteger el espacio personal han sido redefinidos. Y yo lo entiendo, lo entiendo. Escucho lo que están diciendo y lo entiendo. Y será mucho más cuidadoso, esa es mi responsabilidad. Mi responsabilidad y la cumpliré”, aseguró entonces Biden en un video publicado en Twitter.
El ahora mandatario aseguró en aquel momento que se había malinterpretado su estilo “táctil” y de cercanía con la gente que le gustaba tener hasta antes de los reclamos.
Jugaron con la seguridad
Quizá haya sido un pecado de soberbia el que arrebató al presidente Andrés Manuel López Obrador la posibilidad de presumir, en la mañanera de este jueves, la derrota del “conservadurismo”. Lo cierto es que, hoy por hoy, los equilibrios políticos se mantienen y, gracias a eso, nadie puede imponer su punto de vista a los demás. Al menos, no en la Constitución.
Quién sabe quién sea realmente el ganador de esta partida. Dudo mucho que el pueblo de México, que sufre la arremetida del crimen organizado mientras los partidos juegan a las vencidas. Total, los políticos ven los toros desde la barrera, protegidos por sus camionetas blindadas, sus guaruras y los gruesos muros de sus oficinas y sus casas.
El gobierno del presidente López Obrador creyó que había encontrado la fórmula para quebrar a la alianza opositora.
Uno por uno, los senadores que no son parte de la coalición de gobierno fueron escaneados para ver qué tan capaces eran de resistir un embate contra sus debilidades reales o fabricadas, con el propósito de quebrar su resistencia y obligarlos a votar a favor de una minuta que había sido pergeñada, ante todo, para quebrar los ánimos de la oposición.
La noche del martes, los operadores de la autodenominada Cuarta Transformación celebraban prematuramente la obtención de un número suficiente de votos en la Cámara alta para aprobar la reforma, confiados en que no hay político cuya voluntad no tenga precio. Para probar el talante implacable de su estrategia, hicieron pública la deserción del senador panista Raúl Paz, quien anunció su incorporación a la bancada de Morena.
En ese momento, todo parecía perdido para la oposición. Sin embargo, el dique senatorial resistió y el oficialismo se vio obligado a retirar el dictamen, consciente de que someterlo a votación auguraba su derrota. Los trucos que obligaron a los priistas a entregar la plaza en la Cámara de Diputados chocaron contra pared en el Senado. Como Mehmed ante los muros de Constantinopla, el oficialismo debió retirarse para preparar un nuevo embate.
A estas alturas, nadie puede presumir que sabe cómo terminará esta historia. Los expedientes para presionar a los senadores de la oposición pueden ser tan profundos como un abismo, lo mismo que la bolsa para recompensar a los traidores.
La batalla de ayer la ganaron los adversarios del gobierno, pero el verdadero derrotado fue el pueblo de México, pues a los criminales que lo mantienen como rehén poco debe importarles que los soldados y los marinos se mantengan en las calles por dos o seis años más, ya que aún no ha aparecido una estrategia gubernamental que logre meterlos en cintura.
La seguridad de los mexicanos fue sujeta nuevamente a los intereses políticos de quienes se reparten el poder. Aquellos que antes defendían la presencia de los militares en las calles hoy piensan lo contrario, y viceversa. Al gobierno sólo le interesa ver de qué manera puede doblar y humillar a la oposición, mientras que lo más importante para ésta es que el Presidente no se salga con la suya.
Sosteniendo la sartén por el mango, el gobierno usó este debate para quebrar a la alianza opositora, y, al hacerlo, se dio permiso de bajar hasta las cloacas de la política, echando mano de las peores artes, como el espionaje.
Qué pena que un tema fundamental para los mexicanos haya sido usado como moneda de cambio. Qué vergüenza que la tribuna más alta del país, que es el Congreso de la Unión, no haya podido ser escenario de un debate serio, sino de una pelea vulgar, en la que la simulación y la hipocresía salieron a relucir.
Personalmente, celebro que la militarización no se haya impuesto como estrategia de seguridad pública y que aún tengamos un Senado que sirva de contrapeso a las ansias de poder irrestricto, pero lamento profundamente la incapacidad de la clase política de diseñar una respuesta coherente ante la arremetida del crimen organizado que nos está ahogando.
Riesgos de la militarización
La crisis de seguridad pública en México requiere, principalmente, coordinación, inteligencia y fortalecimiento institucional.
Sin embargo, las autoridades están tomando el camino de la militarización, lo cual implicaría diversos riesgos.
Recientemente, el Congreso de la Unión aprobó la iniciativa propuesta por el Ejecutivo para que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) tenga el control operativo y administrativo de la Guardia Nacional (GN), lo cual, además, se aprobó sin abrir el proceso a un diálogo sobre las implicaciones de esta decisión para el presente y futuro de México.
Hace algunos días, la Cámara de Diputados aprobó una reforma constitucional para que las Fuerzas Armadas se mantengan en las calles hasta el año 2028, argumentando que el tiempo establecido en la creación (2024) de la Guardia Nacional es insuficiente para que dicha estructura se profesionalice y genere mejores resultados, sobre todo ahora que dependerá de la Sedena. Tras avanzar con los diputados, la reforma pasó al Senado para su necesaria discusión y votación.
En la Coparmex nos preocupan los riesgos de este tipo de decisiones.
Por un lado, nos enfrentamos al riesgo de que la seguridad pública quede totalmente en manos de los militares, cuando no están preparados para ello (ni su visión ni su preparación se relacionan con acciones de seguridad pública). Esto ha derivado en que, al salir a las calles en diversos periodos, las Fuerzas Armadas hayan sido duramente cuestionadas sobre presuntas violaciones a los derechos humanos. Y surge un nuevo riesgo: que se limiten las libertades y los derechos que tanto ha costado tener en nuestro país.
Otro riesgo de estas decisiones es que las instituciones de seguridad en niveles municipales y estatales queden aisladas, sin una estrategia de coordinación que las fortalezca.
Un riesgo más tiene que ver con la violación a la Constitución, ya que la iniciativa para ceder el control de la Guardia Nacional a la Sedena va en contra del artículo 21 de nuestra Carta Magna.
En la Coparmex estamos convencidos de que el camino para construir un México en paz no es el de la militarización.
Por ello, hacemos un llamado a la sociedad mexicana a participar y señalar las decisiones de nuestros representantes. A las instituciones les pedimos actuar respetando la Constitución, los derechos y el bien común. Al Senado, que está decidiendo, le pedimos que modifique la reforma que dejaría a las Fuerzas Armadas en las calles hasta el 2028.
Ante el escenario que se avecina, es necesario que elaboraremos un plan para retirar el Ejército de las calles, ya sea en el 2024, si la reforma constitucional es rechazada, o en el 2028, si la reforma es aprobada.
A la Suprema Corte le pedimos interceder para hacer cumplir la Constitución y revertir la iniciativa para militarizar el país, porque nada ni nadie debe estar por encima de la Constitución.
Al Ejecutivo y al resto de poderes les decimos que los mexicanos merecemos un país en paz. Les pedimos mayor prevención, coordinación en seguridad pública.
La militarización no es el camino, los riesgos son muchos y México necesita otras respuestas. #OpiniónCoparmex
*Presidente nacional de la Coparmex
¿Fracaso silencioso?
Yuriria Sierra
Ell momento no es nada discreto, por el contrario. El “Chingona, mi Yola. Chingonsísima…”, que la diputada Yolanda de la Torre generó en Alejandro Moreno hace unos días, cuando en la Cámara de Diputados defendió su iniciativa para extender la presencia del Ejército en las calles, ahora se transformó en una incógnita que da pie a muchas suspicacias. Un día después de que esta propuesta no encontró vía libre para su aprobación final en el Senado, pidió licencia y se desmarcó del presidente Andrés Manuel López Obrador y de las críticas que la señalan como la responsable de la ruptura de la alianza opositora del PRI con Acción Nacional y lo que queda del PRD. Que se va a Durango a un puesto no precisado, pero se va. Su labor en San Lázaro está hecha. Una iniciativa priista, partido que, hasta hace unas semanas, transitaba en bloque contra la extensión de las Fuerza Armadas en tareas de seguridad, camina hoy fragmentado, entre los que siguen con el no y quienes celebraron lo firmado por De la Torre, como su mismísimo dirigente nacional. En fin.
El tema continúa, ¿qué harán desde Morena y Palacio Nacional para concretar su deseo de tener al Ejército en las calles hasta 2028? La creían muy fácil, se condujeron con soberbia y llevaron el dictamen aprobado en Diputados al pleno del Senado, aún con la certeza que de no alcanzaban la mayoría calificada, necesaria tratándose de una reforma constitucional. El cabildeo no funcionó, la visita de Adán Augusto López, tampoco. La distancia que marcó Ricardo Monreal, menos. Y no hubo negociación suficiente que alcanzara para convencer a 11 senadores, apenas uno de Acción Nacional, quien ya el tiempo dirá si el trueque le resultó efectivo. Así que se dieron tiempo, una estrategia para extender, por lo pronto, su oportunidad para negociar. Ya veremos si en los próximos días regresan el dictamen que retiraron el miércoles para su discusión. Sin embargo, algo sucedió ayer, se escuchó en Palacio Nacional, ¿sabrán que ya no lograrán su cometido?: “Que pase un tiempo, que pase un periodo y voy a volverla a presentar. Mientras yo esté de Presidente, como tengo la facultad de hacerlo, presentar iniciativas, voy a seguir insistiendo…”, dijo ayer Andrés Manuel López Obrador. Mientras Morena anunció que regresará el dictamen en próximos días, el Presidente ya está hablando frontalmente de un plan B y hasta de un C: “Pueden haber otros mecanismos, encuestas. Hay empresas verdaderamente independientes que podrían, después de foros de debate, argumentando a favor o en contra, preguntarle a la gente para que no sea esto un asunto cupular…”.
¿Un fracaso silencioso? ¿Derrota anticipada? Evidentemente no será reconocido así, pero sin duda López Obrador tiene lista su ruta. Por lo pronto, el PRI le brindó una enorme ayuda al presentar una iniciativa que, por ahora, no encontró buen puerto, pero que hizo lo que decían que no sucedería: verlos remar juntos. Un golpe para quienes han creído en ambos partidos como movimientos opuestos.
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