Aquí les adelantamos que teníamos información de que el PRI va a votar en contra de la reforma electoral de AMLO. Nos descalificaron, nos llamaron cómplices, chayoteros y otras lindezas más. A los que aún tienen dudas, derivadas de la postura contradictoria del tricolor en la reforma para militarizar el país hasta el 2028, el diputado Alito Moreno les dio una sorpresa:

Anunció en redes sociales —y en un comunicado— que su partido se une a la marcha en defensa del INE, el 13 de enero (cumpleaños 68 del Presidente). A los que acudan, lo que mucho molesta en Palacio Nacional, López Obrador los llama “rateros, hipócritas, racistas, clasistas, aspiracionistas, fifís…”.

Con el PRI ya son dos los partidos que anuncian que asistirán a la marcha. El PAN lo hizo, a través de Marko Cortés, el pasado 30 de octubre. Sin los votos del PRI no se alcanza la mayoría calificada que requiere la polémica reforma.

* Hace cuatro años, el Presidente se comprometió a que las autoridades estarían en condiciones de llevar a cabo los procesos necesarios para llegar a la verdad en el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa, desaparecidos en septiembre del 2014, y castigar a los responsables. “Promesas vanas y quimeras convertidas en mentiras”, afirmaron, en rueda de prensa, Alejandro Robledo Carretero y César Omar González Hernández, abogados de los cuatro militares detenidos por su supuesta participación en ese acto de barbarie.

Ellos son el general José Rodríguez Pérez; el capitán José Martínez Crespo, el subteniente Javier Alejandro Pirita Ochoa y el sargento Eduardo Mota. Y es que, según los letrados, de la “Verdad Histórica” de Murillo Karam pasamos a la “Versión Perversa” que mancha al Ejército, contenida en el Informe de la Comisión de la Verdad, a cargo del subsecretario de la Segob encargado de los derechos humanos, Alejandro Encinas. 

 

 

 

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Ese informe dice que existe “evidencia irrefutable” —467 capturas de pantalla— de la participación activa y directa de miembros del Ejército en la desaparición de los normalistas. Agrega que, por órdenes del entonces coronel Rodríguez, eliminaron a seis de los normalistas. “Tras analizar las capturas de pantalla de las supuestas conversaciones, quedó claro que no hay forma de demostrar que sean auténticas. Presentan inconsistencias y discrepancias importantes”, subrayan los abogados.

* Los diputados de Morena y sus rémoras en la Cámara de Diputados avanzaron en la asfixia de los órganos autónomos que estorban al poder unipersonal del Presidente.

Votaron, en lo general, el Presupuesto de Egresos 2023, que le quita al INE, al Poder Judicial, a las Cámaras del Congreso, a la Cofece, al Inai y a otros órganos autónomos 637 mil millones de pesos. El más perjudicado es el INE. Le bajan 4 mil 475 millones para dárselos a la Secretaría de Bienestar.

El camino para la aprobación del Presupuesto aún es largo. Hay 2 mil 199 reservas que se desahogarán en los próximos dos o tres días. A los diputados les esperan muchas “horas nalga”. Sobre el debate no hay mucho que decir. Los diputados de la coalición Juntos Haremos Historia se apoyaron en “los otros datos” para sostener las bondades del mayor Presupuesto jamás aprobado en el país: 8.3 billones de pesos.

Pero también el que mayor techo de endeudamiento tiene: 1.3 billones de pesos. La oposición fue unánime al condenar el recorte a los órganos autónomos —en especial al INE— y criticar los sobrecostos de las obras prioritarias de la 4T. Coincidieron en que pierde la educación, la salud, el campo, el empleo y el desarrollo del país. El debate, en lo general, se realizó en el Salón de Sesiones, mientras que en el Salón Verde, dos pisos arriba, comparecía Manuel Bartlett. El director de la CFE atribuyó la pérdida de los 50 mil millones de pesos reportados al alza de los combustibles en el mundo y negó que la empresa esté subsidiada. “El subsidio es para el consumidor”, sostuvo. La oposición le reprochó el “desastre financiero” que tiene la CFE y le echó en cara su falta de respaldo a las energías limpias. El diputado del PRD Mauricio Prieto Gómez arrancó sonrisas cuando le regaló un dinosaurio. Le citó el cuento de Augusto Monterroso: “Y cuando desperté, el dinosaurio seguía allí…

No sé por qué el Presidente está tan enojado, si porque ese día es su cumpleaños y no lo podrá festejar en la Plaza de la Constitución o si es porque resulta evidente que no tendrá los votos, ni en diputados ni en senadores, para imponer esa reforma que, además, su partido no está dispuesto a negociar. Como ocurrió con el presupuesto y antes con la fracasada reforma energética, el Ejecutivo federal quiere que sus iniciativas se aprueben sin moverles ni una coma.

Como ya hemos dicho, hay muchos temas electorales que podrían ser revisados. Sigo pensando que ninguno sería más importante que tener una segunda vuelta, algo que, salvo el PAN, nadie ha propuesto y que realmente daría mucha estabilidad al sistema. También se puede reducir el costo de las elecciones, tanto en términos organizativos para el INE, vía la reducción de sus atribuciones y responsabilidades, simplificando nuestro muy complejo sistema electoral, pero, sobre todo, lo que se tendría que reducir es el financiamiento a los partidos, lo mismo que la enorme cantidad de tiempos regalados de radio y televisión.

Se podría avanzar, los recursos ya existen, en el voto electrónico y quizá también descentralizar algunas funciones que cumple hoy el INE. No me queda claro que sea benéfico reducir el número de diputados y senadores, sobre todo si no se respeta la proporcionalidad en la representación. Sí quitaría la sobrerrepresentación, incluyendo la cláusula de gobernabilidad de 8%, que es anacrónica. Se tendría que avanzar también en la reglamentación clara de los gobiernos de coalición (lo que tendría que ir de la mano con la segunda vuelta). 

Pero el problema es que no se quiere avanzar en estas reformas: el eje del gobierno federal sigue siendo la transformación del INE y del Tribunal Electoral a través de mecanismos que le darían claramente el control de los mismos al oficialismo y, además, hacerlo a año y medio de los próximos comicios. En realidad, lo que quiere el gobierno federal es un cambio de la estructura política del país, no una reforma electoral, porque mete en el mismo paquete desde la integración del Congreso hasta los mecanismos de representación. Una reforma de ese tipo no es viable cuando se está en el último tramo de una administración y hacerlo además sin consensos amplios.

Porque, además, todo se asienta en falacias evidentes: no es verdad que las nuestras, siendo caras por las imposiciones y candados que han puesto los partidos, en forma destacada el lopezobradorismo cuando era oposición, son las elecciones más caras del mundo. No es verdad que las elecciones en México son fraudulentas: hemos tenido elecciones, sobre todo en el ámbito federal, limpias y que han permitido una altísima alternancia en lo federal y lo local. Entre los rencores acumulados del Presidente está la derrota de 2006, pero en esos comicios perdió y no ha podido demostrar que hubo fraude. López Obrador fue uno de los defensores de la reforma electoral que se realizó durante el gobierno de Zedillo, cuando él era presidente del PRD, y la de 2007 se hizo, básicamente, para cubrir sus reclamos de 2006: de allí surgieron muchos de los candados que aumentaron dramáticamente las responsabilidades y atribuciones del INE (entonces IFE), los recursos para los partidos y el costo de las elecciones. Allí también se incrementó el número de diputados y senadores.

Todo es perfectible, pero estoy convencido de que el INE debe ser protegido y preservado y, en ese sentido, la marcha del domingo próximo no sólo es útil, sino también importante para evitar ese retroceso democrático. 

 

Hoy, defender dictaduras como la cubana, regímenes como el de Maduro en Venezuela o al de Daniel Ortega en Nicaragua es ser conservador, coincidir con Trump, conservador, tanto como lo es tratar de congraciarse con Putin y no condenar claramente la invasión a Ucrania. Rechazar los organismos autónomos o plurales, regresar al nacionalismo y no asumir la globalización, ser intolerante es ser conservador.