Historia y Cultura
Pide TEPJF defender los tribunales locales
CIUDAD DE MÉXICO.
El presidente del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), Reyes Rodríguez Mondragón, consideró que los tribunales e institutos electorales locales no deben desaparecer porque son el primer contacto con el ciudadano y ahí se quedan 80% de los asuntos a resolver.
Explicó que estas dos autoridades electorales son una “inversión” que con responsabilidad social ha dado lugar a que la ciudadanía conozca y ejerza mejor sus derechos y en dado caso, lo que se debería hacer es una “agenda de procesos” para detener los incrementos en los costos y eficientar el gasto sin poner en riesgo los valores democráticos.
También consideró que, gracias a los cambios y reformas electorales, las personas ya no tienen que tomar carreteras o palacios municipales, ni hacer huelgas de hambre para que los resultados en las urnas reflejen las preferencias de la ciudadanía”.
Dijo que los “costos de esas protestas se han ido reduciendo o eliminando por una inversión en el sistema de elección, en los derechos, y no es una inversión banal, pues un piso mínimo para el desarrollo de un país es tener garantizados los derechos políticos humanos fundamentales, para lo que se requieren instituciones inclusivas”.
Los tribunales locales son el primer frente de batalla en la defensa de los derechos de la ciudadanía, garantizan la normalidad democrática de las personas que acuden a la elección, es primera instancia de la justicia electoral, tienen que dar una respuesta certera a las inconformidades”, señaló.
Sobre la marcha de ayer
rLeo Zuckermann
Fui a la marcha de ayer en contra de la reforma de López Obrador que tiene el objetivo de capturar el INE y el Tribunal Electoral. Mi primera sorpresa fue ver la gran cantidad de gente que asistió. No quiero entrar a la discusión de los números donde fuentes gubernamentales publicaron cifras inverosímiles. Lo que yo vi es todo Paseo de la Reforma lleno de manifestantes tratando de llegar a la Plaza de la República.
En mi caso, cuando arribé, ya había terminado el discurso del único orador del evento, José Woldenberg. El gobierno podrá divulgar sus números irrisorios, pero la realidad es que en la Ciudad de México y otras urbes del país salieron miles de mexicanos a protestar en contra de la captura del INE y el Tribunal.
Creo que los manifestantes de ayer eran fundamentalmente de clase media. Ésos que le propinaron una derrota importante a Morena en las ciudades, incluyendo la capital, en las elecciones de 2021. Ésos que podrían ganarle la Presidencia a Morena en 2024. Si los morenistas no lo quieren ver así, muy su problema. Por mí, que se duerman en sus laureles.
Una amiga con la que iba marchando me dijo: “Te das cuenta que ésta es la primera ocasión que en México sale la ciudadanía a defender una institución”. Efectivamente, bajo el lema del “INE no se toca”, la multitud demandaba la permanencia de una institución que no sólo resolvió un problema histórico de la política mexicana (el fraude electoral), sino que ha probado una y otra vez que funciona para organizar elecciones limpias donde el ganador es el que recibe más votos.
La gente quiere al INE porque el INE es de la gente. Recordemos que, el día de los comicios, casi un millón de ciudadanos se convierten en las autoridades de las casillas, reciben el voto de sus vecinos, los cuentan y reportan los resultados.
Teniendo México tantos problemas que resolver, ¿para qué hacer reformas en donde no hay necesidad de hacerlas porque el sistema funciona?
Pues porque el Presidente quiere quedarse con los árbitros. López Obrador no está seguro de poder ganar en 2024 y recurre a la vieja táctica de controlar a las autoridades electorales.
Fiel a su estilo, a partir de hoy, López Obrador doblará las apuestas. La manifestación de ayer lo calentará más en sus sueños de concentrar el poder. No reculará. Intentará, a toda costa, pasar su reforma regresiva.
En este sentido, creo que la marcha servirá más bien para influir en la oposición. Ellos son los que tienen los votos en el Congreso para detener el golpe a la “germinal democracia” que tenemos, como la caracterizó ayer Woldenberg.
En particular, el PRI, partido dirigido por un pillo al que el gobierno tiene agarrado de los testículos. ¿Qué efecto habrá tenido la marcha de ayer en Alejandro Moreno? ¿Estará dispuesto a irse a la cárcel con tal de defender a la democracia?
Por lo que veo en las redes, Alito también estuvo ayer presente en la marcha. Como estuvo gente de otros partidos opositores. Puedo decir, sin embargo, que la manifestación en la Ciudad de México no fue un acto partidista. Lo que prevaleció es que se trataba de ciudadanos, fundamentalmente de clase media, que salieron por su propia voluntad a defender al INE como pilar de la democracia. La escasez de consignas demostraba la presencia de gente apartidista, que no apolítica.
Vi algunos contingentes de jóvenes, pero pocos. Eso me descorazonó. Sé, porque está comprobado empíricamente, que la juventud le presta poca atención a la política en todo el mundo. Tienen otras preocupaciones. Sin embargo, tenía la esperanza de que los jóvenes responderían al llamado.
Me acordé de un muchacho que el otro día me preguntó de qué estábamos hablando en términos de fraudes electorales cuando decíamos del riesgo que los árbitros regresaran al control gubernamental. Es un chavo que había nacido después de la elección de la alternancia en 2000. Toda su vida ha crecido en un régimen democrático. Tuve que explicarle lo que a mi generación le tocó ver en términos de fraudes a la antigüita. Al final de mi exposición, me dijo que no lo podía creer.
Recordé, entonces, lo que decía Odo Marquard: “Cuando los progresos culturales son realmente un éxito y eliminan el mal, raramente despiertan entusiasmo. Más bien se dan por supuestos, y la atención se centra en los males que continúan existiendo. Así actúa la ley de la importancia creciente de las sobras: cuánta más negatividad desaparece de la realidad, más irrita la negatividad que queda, justamente porque disminuye”.
En materia electoral, mucha negatividad ha desaparecido en las últimas dos décadas. Ayer salimos a las calles a celebrarlo y evitar que, por la negatividad que queda, regresemos al pasado.
- Twitter: @leozuckermann
La marcha, #EstoApenasEmpieza
Armando Ríos Piter
Por una #SociedadHorizontal
Dicho esto, considero que la marcha convocada el día de ayer fue todo un éxito. En redes sociales pudimos ver el amplísimo despliegue de personas que desde temprano rodearon el Ángel de la Independencia. Gente de todas las edades, de todas las clases sociales, vestidas de blanco y rosa. La consigna #ElINENoSeToca estuvo presente, no sólo en la Ciudad de México, sino en muchas ciudades del país.
El sobrio, pero asertivo discurso de José Woldenberg resonó de manera contundente para puntualizar la razón de la movilización: “Defender el sistema electoral que varias generaciones de mexicanos construyeron, que ha permitido la convivencia y competencia de la pluralidad y la estabilidad políticas, la transmisión pacífica de los poderes públicos y la ampliación de las libertades”. El politólogo hizo un recuento puntual del andar de la sociedad mexicana para construir “una germinal democracia”, basada en “autoridades electorales autónomas, tribunales capaces de desahogar la aguda conflictividad, construir condiciones equitativas de la competencia, puertas de entrada y salida para las distintas corrientes políticas que cristalizaron en partidos y de manera paulatina, pero sistemática, nos acostumbramos a la diversidad, a las contiendas competidas, a las alternancias en los ejecutivos, a los congresos plurales y a los mecanismos de diálogo, negociación y acuerdo que los mismos reclamaban”.
Aun cuando todo ese andamiaje es, sin duda alguna, perfectible, desafortunadamente hoy no existen las condiciones para lograrlo. Para mejorar nuestro sistema actual se requiere de la disposición e interés por escuchar y entender la verdad que cada quien defiende, de ponerse en los zapatos del otro. Sólo a partir del diálogo verdadero, uno en el que se pueda consensuar y disentir, sería posible poner sobre la mesa una reforma electoral que evolucione lo que hoy tenemos. Sin embargo, el momento de polarización que hoy impera en el país no permite una discusión armónica, sana y constructiva.
Entiendo la lógica de las declaraciones presidenciales. A lo largo de muchos años he visto la manera en que el contraste radical —agresivo e inclusive hiriente— se vuelve parte esencial de su estrategia contra los que considera sus adversarios. Sus posicionamientos logran endurecer a su base de apoyo, mientras que amedrentan e inmovilizan a quienes tienen posiciones moderadas, con lo que margina a sus opositores más activos. No es por casualidad o simple irracionalidad, su actitud le ayuda a conseguir los resultados que busca. No obstante, en el caso del tema electoral, la propia dinámica de contraste discursivo, que tan útil le ha resultado al Presidente en otras ocasiones, sienta las bases para una profunda división de la sociedad mexicana, al poner en peligro las percepciones sociales sobre el proyecto democrático del país. Es fundamental que AMLO corrija su decisión.
No se trata sólo de la propuesta legislativa del mandatario y su partido —que, por cierto, es bastante mala, según la mayoría de analistas, expertos y ciudadanos involucrados—, sino de la forma en que se ha provocado el debate y la discusión en esta materia. Hoy se corre el riesgo de que el debate electoral se convierta en una fractura que desemboque en violencia.
La marcha de ayer deja claro que un importante contingente de la sociedad está en contra de cualquier tipo de cambio a la normatividad electoral actual. Ante el riesgo de división social, no hay el más mínimo margen para suscitar cambio alguno en la materia. En lo inmediato, se esperaría que los partidos de oposición representados en el Poder Legislativo (PRI, PAN, PRD, MC) subrayen su negativa a cualquier modificación constitucional.
La #SociedadHorizontal que ayer convocó deberá exigirle especialmente a cada uno de los legisladores y legisladoras del PRI que se manifiesten en contra de cualquier negociación que implique el tema electoral. Adicionalmente, si ayer hubo unas 500 mil personas, habría que preparar una siguiente activación que duplique o triplique los números. #EstoApenasEmpieza
La marcha rosa
A las once y cuarto de la mañana, la Plaza de la República, frente al Monumento a la Revolución, estaba prácticamente llena. A esa misma hora, apenas comenzaban a caminar los manifestantes congregados en los alrededores de la fuente de la Diana Cazadora. Otros, tan lejos como la Estela de Luz, esperaban turno para avanzar.
Un río rosado de tres kilómetros de largo y 40 metros de ancho apareció ayer domingo sobre la ruta histórica de las protestas en México, la misma que recorrieron los estudiantes en 1968 y tantos mexicanos más, a lo largo del último medio siglo. Cada quien sacará sus cuentas, pero no eran menos de 200 mil los ciudadanos que aparecieron espontáneamente en Paseo de la Reforma para defender la existencia del Instituto Nacional Electoral, portando prendas con su color oficial, sin contar a los que caminaron en otras muchas ciudades.
Como reportero me ha tocado cubrir decenas de marchas en ese mismo trayecto, pero ninguna que recuerde yo con semejante objetivo. La expectativa de la manifestación fue creciendo a lo largo de la semana. Cuando fue convocada, el punto de arribo iba a ser el Hemiciclo a Juárez, pero debió ser cambiado al Monumento a la Revolución. De todos modos, los organizadores se quedaron cortos. La plaza resultó chica para la respuesta. La gente que salió a la calle pudo haber llenado el Zócalo sin problema.
“Yo jamás había participado en una marcha, nunca sentí la necesidad de hacerlo, pero cuando escuché los insultos del Presidente a quienes defienden al INE, no tuve de otra”, me dijo María Elena, una mujer de 81 años de edad, quien llegó al Ángel de la Independencia en silla de ruedas. “Le dije a mis hijos que o me traían a la manifestación o yo veía cómo llegar sola. Es demasiado importante lo que está en juego. Yo no voy a vivir mucho tiempo más, pero no me quiero ir de este mundo sabiendo que se acabó la democracia en mi país. Por eso estoy aquí con toda la familia”.
La larga serpiente de indignación serena seguía avanzando cuando José Woldenberg ya había terminado de pronunciar su discurso, en el que pidió rechazar la “pretensión de alinear a los órganos electorales a la voluntad del gobierno”. Los policías antimotines que el gobierno capitalino apostó frente a algunos edificios públicos sudaban bajo los rayos del Sol y se aburrían viendo cómo transcurría la marcha, cuyos participantes no dañaron un solo comercio o monumento, cosa rara para una protesta en la capital.
Lo único lamentable fue la aparición de piquetes de provocadores, en puntos como la estatua a Cuauhtémoc, pero éstos recibieron una atención prácticamente nula por parte de los manifestantes, quienes coreaban alegremente consignas como “¡a eso vine: a defender al INE!”.
No sé qué vaya a comentar Andrés Manuel López Obrador en su conferencia de este lunes. Quiero pensar que dirá que escuchó la voz de los ciudadanos que se manifestaron y que la tomará en cuenta, pero tampoco abrigo demasiadas esperanzas después de la retahíla de ofensas que tuvo para ellos a lo largo de la semana pasada. Estoy seguro que en su fuero interno sabrá que buena parte de los que se aparecieron ayer en Paseo de la Reforma habrían dedicado el domingo a otra cosa si él no se hubiera convertido en promotor involuntario de la marcha.
Me conformaría con que deje de buscar la polarización de la sociedad mexicana. Que desista de dividir a los mexicanos entre quienes lo apoyan y quienes no; que ya no cuque a sus críticos, y acepte que fue elegido para gobernar a todos. Y que retire ya la iniciativa de reforma para destruir a una institución que cuenta con un enorme apoyo por parte de los ciudadanos, la cual, aunque no le guste reconocerlo, él mismo ayudó a construir.
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