Pekín, la capital de China, advirtió el lunes que se enfrentaba a su prueba más severa de la pandemia de covid-19, con el cierre de negocios y escuelas en los distritos más afectados, además endureció las normas para entrar en la ciudad cuando los contagios aumentaban en todo el país.
China tiene dificultades por numerosos brotes de covid-19, desde Zhengzhou en la provincia central de Henan hasta Chongqing en el suroeste. El domingo se registraron 26 mil 824 nuevos casos en el país, lo que se acerca al máximo de abril.
También hubo dos muertes en Pekín, además de una del sábado, que había sido la primera en China desde finales de mayo.
Cantón, una ciudad del sur con casi 19 millones de habitantes que está luchando contra el mayor de los brotes recientes de China, ordenó un confinamiento de cinco días para Baiyun, su distrito más poblado. También suspendió los restaurantes, cerró los clubes nocturnos y los teatros en el principal distrito comercial de la ciudad.
La última oleada está poniendo a prueba la determinación de China de atenerse a los ajustes que ha realizado en su política de "cero covid", que exige que las ciudades tengan medidas más focalizadas y eviten los confinamientos y pruebas generalizadas que han estrangulado la economía y frustrado a los residentes.
Los mercados bursátiles asiáticos y los precios del petróleo caían el lunes en un contexto de preocupación de los inversores por las consecuencias económicas de la intensificación de la situación del covid en China, y la aversión al riesgo benefició a los bonos y al dólar.
Pekín informó de 962 nuevos contagios el domingo, frente a los 621 del día anterior, y de otros 316 casos en las primeras 15 horas del lunes.
Las autoridades de la ciudad dijeron que las personas que lleguen a la capital desde otros lugares de China deberán someterse a tres días de pruebas de covid antes de que se les permita salir de sus casas o alojamientos
"La ciudad se enfrenta a su situación de prevención y control más compleja y grave desde el brote del coronavirus", declaró Liu Xiaofeng, subdirector del Centro Municipal de Control y Prevención de Enfermedades de Pekín, en una rueda de prensa.
Pekín, con calles tranquilas y la orden de estar en casa por covid-19
Se instó a los residentes del extenso distrito de Chaoyang de Pekín, que alberga a 3.5 millones de personas, así como a embajadas y complejos de oficinas, a permanecer en casa.
Las calles estaban inusualmente tranquilas, y las tiendas del distrito, aparte de las que vendían comestibles, parecían estar cerradas en su mayoría.
Los restaurantes estaban vacíos, salvo por uno o dos empleados apiñados en las entradas alrededor de pequeñas mesas con carteles de "sólo para llevar".
"No se puede ir a ningún sitio. Todo está cerrado. Los clientes tampoco pueden venir. ¿Qué se puede hacer? No se puede hacer nada", dijo Jia Xi, de 32 años, vendedor del sector de salud.
El personal de las entradas de los edificios realizaba estrictos controles de las aplicaciones sanitarias de los teléfonos móviles con la orden ya conocida por todos los pekineses: "¡Escanee el código!".
Los recientes esfuerzos de China por hacer más selectivos sus controles de covid-19 han despertado las esperanzas de los inversores de que haya una relajación más significativa, incluso cuando China se enfrenta a su primer invierno de lucha contra la variante Ómicron, altamente transmisible.
Sin embargo, muchos analistas esperan que este cambio no comience hasta marzo o abril, ya que el gobierno argumenta que la política de cero covid del presidente Xi Jinping salva vidas y es necesaria para evitar que el sistema sanitario se vea desbordado.
Los expertos sostienen que la reapertura total requiere un esfuerzo masivo de refuerzo de la vacunación y un cambio en los mensajes en un país donde la enfermedad sigue siendo muy temida.
Las autoridades afirman que tienen previsto aumentar la capacidad de los hospitales y las clínicas para examinar a los pacientes y están formulando una campaña de vacunación