Historia y Cultura
El espacio de las paradojas
El que no se ocupa por el presente tampoco se preocupa por el futuro. La política es el manejo de la complejidad, y del caos entre las relaciones humanas y sus propios intereses: el planteamiento de lo que es posible —y conveniente— en tiempos de aparente incertidumbre. La política es la búsqueda de acuerdos, y la solución conjunta de los problemas que nos atañen a todos: la política es un punto de encuentro entre adversarios, que no la arena ensangrentada en la que se definirán los próximos imperios.
La política es, sobre todo, el espacio de las paradojas. El espacio de los puentes de plata, que se tienden al rival no para que desista, sino para que se incorpore; el espacio de los puntos en común entre los que difieren, y de los hombres y mujeres con la visión de Estado suficiente para sujetar sus propios intereses al bien de la comunidad, incluyendo a quienes difieren de sus propios puntos de vista. El espacio para pensar a futuro, más allá de los resentimientos personales: el espacio, también, para reflexionar en conjunto y plantear proyectos que involucren a los diferentes sectores que componen a la ciudadanía. El espacio de las oportunidades comunes, que no el de las visiones contrapuestas e irreconciliables: el espacio de los que para unos podrán resultar ‘traidores’, pero para el resto serán quienes supieron contribuir al bien común y cuestionar, a tiempo, sus propias convicciones.
El espacio de los puentes de plata, aunque —de entrada— nos resulten casi inconcebibles. El caso de Marcelo Ebrard es un ejemplo paradigmático, no sólo por su relevancia sino por la frecuencia con que —a partir de ahora— habrá de repetirse. Un funcionario incondicional al sistema, que supo demostrar su lealtad ejemplar al presidente —y a sus aliados más cercanos— al tiempo que defendía con fervor sus postulados y atacaba a la oposición a la menor oportunidad posible. Un precandidato que —en su momento— postergó sus propias ideas por mostrar obediencia al tirano que eligió libremente, pero que —al evidenciar la traición de que fue objeto— recibió no sólo la espalda de los propios sino la anticipada invitación para sumarse a las filas de quienes antes lo denostaban con fiereza: el excanciller los despreció a todos, y decidió jugar su propia partida. El régimen lo traicionó, pero la oposición no fue suficiente para su proyecto y ambiciones: el día de hoy se tiene previsto que anunciará el camino que vislumbra para su propio futuro y el de sus seguidores.
Un camino que habrá de seguir por cuenta propia, a pesar de las dificultades que entraña por motivos políticos y personales: el puente de plata tendido por la oposición, en pocas palabras, no fue lo suficientemente atractivo como para que decidiera integrarse a sus filas y abrazar un proyecto inclusivo. La oposición le ofreció todo, pero a cambio no recibió ni las gracias: las dirigencias lo invitaron a sumarse, pero no supieron conciliar sus propios intereses con los de un tercero que tuvieron años para medir y que en otras condiciones hubiera supuesto un apoyo formidable. Los arrepentidos del régimen abundan, pero parecen esperar una opción distinta, más allá de los políticos convencionales: la política es, a final de cuentas, el espacio de las paradojas. Las paradojas, a final de cuentas, terminaron por llegar.
El que no se ocupa por el presente tampoco se preocupa por el futuro. La sociedad mexicana es superior a la pueril dicotomía impulsada desde la Presidencia, pero nuestra democracia no está preparada para la gran paradoja que se avecina. El presente del país se descompone, pero el futuro parece cada vez más incierto: en México no sólo hay chairos y fifís, sino una ciudadanía vibrante y preocupada que anhela un futuro distinto al que tenemos. Un futuro que podría resultar en un autoritarismo mayor; un futuro que nos podría llevar a extremos inconcebibles. Al espacio de las paradojas.
Informe revela que funcionarios de EU ignoraron corrupción mexicana por décadas
Informe revela que funcionarios de EU ignoraron corrupción mexicana por décadas
El informe también destaca que la omisión de la corrupción tuvo enormes costos en términos de vidas humanas y recursos de los contribuyentes.
En un informe publicado por la oficina del senador estadunidense Chuck Grassley, se revela que funcionarios y agentes antinarcóticos de Estados Unidos han pasado por alto la corrupción mexicana durante décadas.
Esta revelación plantea preguntas sobre la futura cooperación en materia de seguridad entre ambos países.
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Durante los últimos 40 años, los funcionarios estadunidenses han pasado por alto la corrupción generalizada en México a favor de cooperar y canalizar recursos hacia actores extranjeros", señala el informe.
Grassley, copresidente republicano del Comité Senatorial sobre Control Internacional de Narcóticos, ha sido un crítico constante de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés), acusándola repetidamente de mala administración de recursos y falta de supervisión en operaciones en el extranjero, a pesar de evidencias crecientes de problemas.
El informe de Grassley, que se suma a las acusaciones de corrupción que datan de la década de 1980, sostiene que generaciones de funcionarios estadunidenses han hecho la vista gorda ante los sobornos de sus homólogos mexicanos a cambio de cooperación en la lucha contra el narcotráfico.
Sin embargo, esta falta de acción puso en riesgo a los agentes estadounidenses y perjudicó la lucha a largo plazo contra los cárteles de la droga.
El informe también destaca que la omisión de la corrupción tuvo enormes costos en términos de vidas humanas y recursos de los contribuyentes.
La DEA respondió al informe reafirmando su compromiso de trabajar en estrecha cooperación con socios estadunidenses y mexicanos para combatir el narcotráfico y la corrupción pública.
La presidencia de México no ha emitido comentarios al respecto.
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Casos relevantes de corrupción
El informe de Grassley destaca el caso del exsecretario de Seguridad mexicano Genaro García Luna, quien fue condenado en un tribunal estadunidense por aceptar sobornos del Cartel de Sinaloa.
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La DEA tenía información en 2010 que sugiere que García Luna estaba colaborando con el cartel, pero no compartió esta información con el entonces embajador de Estados Unidos en México.
Además, el informe menciona a un comandante de una Unidad de Investigación Sensible (SIU) de la policía mexicana que, según la DEA, trabajaba para el Cartel de Sinaloa, pero se continuó compartiendo información sensible con él.
El informe también cuestiona la efectividad de la Iniciativa Mérida, un programa de ayuda militar de Estados Unidos a México para combatir los cárteles de la droga.
El senador Grassley ha instado al Congreso de Estados Unidos a reevaluar las políticas de cooperación en seguridad con México en el hemisferio occidental.
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Debemos responsabilizar a las agencias federales estadunidenses y a los funcionarios mexicanos corruptos y tomarnos en serio el fin de los cárteles y la protección de nuestras comunidades", enfatizó Grassley en un comunicado.
Este informe arroja luz sobre una larga historia de complicaciones en la cooperación bilateral en materia de narcotráfico y plantea interrogantes sobre el futuro de la relación entre Estados Unidos y México en la lucha contra los cárteles de la droga.
Con información de Reuters.
ORP
Del dedazo al bastonazo
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“Usted no volverá a verme”, avisó el presidente Adolfo Ruiz Cortines a su secretario del Trabajo, Adolfo López Mateos, luego de informarle que él sería el candidato del PRI a la Presidencia de la República.
De hecho, ambos llevaban meses sin verse. Como cuenta José Elías Romero Apis en Poder y deseo. La sucesión presidencial en México —el libro que escribimos en coautoría y que recientemente entró en circulación—, Ruiz Cortines había dado la impresión de retirarle la palabra a su secretario del Trabajo, en lo que públicamente lucía como una humillación hacia un subalterno pero que, en realidad, era una estrategia para despistar a los aspirantes más conspicuos, a los seguidores de éstos y a mirones de palo como los que cada seis años jugaban —y siguen jugando— el juego de adivinar quién será el siguiente mandatario.
“Deje de hacer lo que está haciendo y prepárese, porque mañana tendrá un día muy ocupado”, conminó Ruiz Cortines a López Mateos, en la sorpresiva llamada telefónica que hizo a su domicilio, aquella noche de noviembre de 1957.
En esos momentos, el futuro candidato se emborrachaba solo, luego de haber presidido una comida con sus colaboradores para decirles que él no sería el favorecido por el dedazo de Ruiz Cortines y que los dejaba en libertad de replantear su futuro político, integrándose, si así lo deseaban, en algún otro equipo político. Antes de colgar la llamada, el presidente le dijo que no volverían a verse.
Horas antes, en Los Pinos, Ruiz Cortines había escuchado pacientemente los resultados de la auscultación que había realizado el líder del PRI, misma que había arrojado una lista de tres finalistas para ganar la postulación del partido —lo que en aquellos tiempos equivalía a convertirse en el siguiente presidente de la República—, ninguno de los cuales era López Mateos.
Cuando Ruiz Cortines le informó que el candidato presidencial sería el secretario del Trabajo, el dirigente tricolor puso cara de sorpresa y replicó que ese nombre nunca le había sido mencionado por los auscultados. “A usted quizá no, pero el cajón de mi escritorio está lleno de cartas de adhesión al licenciado López Mateos. No será necesario que se las muestre, ¿verdad?”.
Desde que la no reelección llegó para quedarse —luego del homicidio del presidente electo Álvaro Obregón, en 1928—, todos los presidentes han intentado designar a su sucesor, en un intento de controlarlo o, al menos, de poner en la silla a alguien que le cumplirá favores o no lo meta en la cárcel.
Asesinado el hombre que heredaría su poder, Plutarco Elías Calles inauguró el Maximato, una etapa que duraría hasta 1936, cuando Lázaro Cárdenas lo envió al exilio. En los siguientes sexenios, se desarrollaría una mecánica sucesoria en la que el presidente tenía el derecho de nombrar por sí solo al candidato de su partido, pero a cambio de alejarse para siempre de la toma de decisiones una vez que entregara el poder. Así fue como surgió el juego de El Tapado, en el que se permitía que la opinión pública especulara sobre quién sería el favorecido y quedara la impresión de que el nombre del candidato era producto de la voluntad popular.
Estilos aparte, los presidentes en turno siempre habían cuidado un aspecto: que, por muy obvio que fuera el peso fundamental de su decisión, no se pudiera decir que ellos habían designado a quien deseaban que se convirtiera en sucesor. Por eso, la frase de despedida de Ruiz Cortines a López Mateos.
La noche del jueves pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador rompió esa regla. Lo hizo al entregar un bastón de mando a Claudia Sheinbaum y con las fotos que ambos se tomaron en el Templo Mayor, mismas que él se encargó de publicar.
Según López Obrador, la decisión de que Sheinbaum sea la candidata fue tomada por el “pueblo” a través de una encuesta, pero entonces ¿por qué esforzarse que se notara a quién deberá ella su postulación y eventual llegada al poder? Eso no lo había hecho ningún presidente de la era moderna.
Adán, ¡el gran perdedor!
Enrique Aranda
De naturaleza política
Diría que yo adiviné, ¡pero cuatro años antes!
¡Vaya desagradable y triste sorpresa! la que, para el cuestionable Adán Augusto López, constituyó enterarse del porcentaje de votación y posición que, tras la “no encuesta” del partido del gobierno, aceptó reconocerle y asignarle el único participante real en ella: su autoimpuesto brother Andrés Manuel López Obrador que, oficialmente, validó le fuera reconocido ¡10%! de los votos, supuesta o realmente, depositados en urnas y el cuarto lugar en el ranking de corcholatas participantes, ¡atrás, incluso, del impresentable Gerardo Fernández Noroña!
Incomprensible el resultado reconocido al extitular de Gobernación tras del multimillonario gasto realizado durante los meses que duró el proceso de autopromoción (controlada) de las corcholatas, tanto en pinta de bardas y colocación de espectaculares a todo lo largo y ancho del territorio, pago de espacios publicitarios en revistas, monto y operación de una costosa estructura e, incluso, la publicación de un “periódico” propio…
¿A qué viene esto? La respuesta no parece difícil: la ruptura con figuras centrales en el equipo del Ejecutivo, el subsecretario (administrador del cash) César Yáñez de manera notable, más la pública inclusión en su equipo —y la abusiva utilización de aviones militares por parte de ella— de la diputada chihuahuense Andrea Chávez, del publicista César Ache Hernández y, ¡ojo!, de José Manuel Marroquín Pineda, extitular de la Unidad de Normatividad de Medios de Comunicación en la Segob, quien, a decir de fuentes internas, se presentó por momentos como el jefe de campaña del tabasqueño.
Y ello, claro, además del notable nivel de desorganización de su paso por un sinnúmero de plazas del país y, sin duda, de la inexplicada campaña de denostación y crítica que el exgobernador de Tabasco decidió emprender contra un número importante de medios de comunicación electrónicos, de Televisa en particular, a la que en más de un centenar de ocasiones acusó de invisibilizarlo, de presionarle para que aceptara darle una entrevista que él negó desde un primer momento y, ¡ojo!, ¡de apoyar la eliminación de los programas sociales! de la fallida 4T, a lo que la televisora respondió ridiculizándolo ¡un minuto por semana!...
Huelga recordar que, a decir de ambas partes, desde que Adán arribó al gobierno federal, éste inicio un embate contra medios electrónicos que, en su momento, le llevó a operar para que Gobernación auditara el uso, por parte de aquélla, de “tiempos fiscales” sin que tal acción haya reportado incumplimiento alguno, dado que, en caso contrario, el camino a seguir no habría sido otro que la imposición y cobro de multas por parte de la Auditoría Superior de la Federación del SAT que, sabemos, ¡encabeza su hermana Rosalinda!
Los resultados están a la vista…
ASTERISCOS
* En suspenso aún la actitud que asumirá el excanciller Marcelo Ebrard tras su derrota en la puja por la candidatura presidencial del oficialismo y la “no encuesta” impugnada por él; crece el número de quienes aseguran que sólo tienen dos caminos: confirmar su patriotismo… o volver a apoyar a Morena vía la traición a México, ¡de la mano ahora de Dante Delgado!...
Veámonos el domingo con otro asunto De naturaleza política.
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