Leo Zuckermann
Juegos de poder
Marcelo Ebrard se robó el show de ayer. Tal y como hizo hace treinta años su mentor político, Manuel Camacho, desconoció el dedazo presidencial. Porque, no nos hagamos, lo que hemos visto estos meses fue un largo e intrincado dedazo del presidente López Obrador a favor de Claudia Sheinbaum. Era su candidata favorita e hizo todo lo posible para que ella saliera arriba en las encuestas. Ayer simplemente fue el desenlace final.
Bueno, pues Marcelo se adelantó al anuncio oficial y desconoció todo el ejercicio de legitimación del dedazo de AMLO. Supuestamente por la gran cantidad de inconsistencias que existían en la “encuesta madre” que realizó Morena. Ebrard ni reconoció a la candidata ni fue a levantarle la mano. Tal y como hizo Camacho en 1993 cuando se rehusó a felicitar a Colosio y comerse el sapo del fantástico ritual priista de ir a decir que el partido había escogido al mejor de sus hombres.
Recuerdo que, cuando ganó Felipe Calderón la elección presidencial de 2006, mi amigo y colega Ignacio Marván me dijo: “El perdedor es el que, en última instancia, legitima los resultados de un proceso electoral”. Lo decía por el rechazo de López Obrador a reconocer la victoria del panista. Yo le contraargumentaba que la legitimación le correspondía a los árbitros electorales. Creo que ambos teníamos razón. Al final, las instituciones legitimaron los resultados y declararon ganador a Calderón, quien tomó posesión de la Presidencia. Pero vaya que López Obrador, el perdedor que alegó ser víctima de un fraude, le abolló dicha legitimidad durante todo su sexenio. Todavía lo hace hasta el día de hoy.
Ayer, las autoridades de Morena legitimaron la candidatura presidencial de Claudia Sheinbaum. También lo hará el gran líder de este partido, el presidente López Obrador. Ella es la que aparecerá en la boleta. Pero dicha legitimidad quedó abollada por el rechazo del segundo lugar en las encuestas, es decir, el de Ebrard.
¿Le afectará esto a la candidata morenista?
Depende lo que decidan Ebrard y López Obrador en los próximos días.
A José Cárdenas, Marcelo le dijo que él no aceptará el premio de consolación que se había acordado para el segundo lugar: coordinador de Morena en el próximo Senado. También, ante la pregunta de si rompería con el partido o se lanzaría como candidato presidencial por Movimiento Ciudadano, Marcelo respondió que hasta el lunes que entra lo decidiría.
Claramente está comprando tiempo para ver cómo reacciona López Obrador.
¿Qué tan negociador u ofensor se comportará el Presidente frente al desconocimiento de Marcelo de toda la faramalla demoscópica para destapar a Claudia?
¿Le ofrecerá salidas tal y como hizo el presidente Salinas con Camacho en 1993-1994? Después de la pataleta de ayer, ¿conseguirá Marcelo algo para él y su grupo político? ¿Lo premiarán para apaciguarlo?
La otra opción es que, en el mejor estilo lopezobradorista, se le venga encima la ira de Palacio Nacional. Que se convierta, ipso facto, en “traidor, esbirro de la mafia del poder, ambicioso vulgar, conservador, hipócrita, corrupto, etcétera”. Que súbitamente aparezcan carpetas de investigación de la Fiscalía General de la República por cargos, reales o ficticios, en contra de Ebrard. En suma, que lo castiguen para apaciguarlo.
¿Contraatacará Marcelo? ¿Tiene armas en su arsenal para defenderse de AMLO?
López Obrador debe estar enojado. El proceso de sucesión se le está complicando. Primero irrumpe Xóchitl Gálvez en la escena opositora y luego Marcelo se le rebela. La elección ya no será un día de campo como preveía. Me llama la atención que, él que sabe tanto de historia, no pudo prever que la sucesión presidencial siempre se les complica a los presidentes en turno. Unas más, otras menos, pero nunca son un picnic familiar.
A menos, desde luego, que toda esta pataleta de Ebrard sea una megaconspiración acordada con AMLO. Que Marcelo rompa con Morena, Movimiento Ciudadano lo lance como candidato presidencial, el voto opositor se divida y Claudia gane fácilmente la elección. Hay quienes piensan eso. Francamente, lo veo como una hipótesis ridícula. Marcelo lo que quería es ser Presidente, no un segundón que le hace el trabajo sucio de plomería electoral a Sheinbaum.
Ayer le robaron el show a Claudia. No fue un buen comienzo de campaña.
X: @leozuckermann