En 1928 la vida en España no era fácil para nadie, y mucho menos si eras mujer. No eran libres, pero soñaban con serlo. Esa idea es la que se plantea Lidia, una joven que entra por suerte y, necedad, a trabajar a la primera compañía telefónica de la nación.
Ser libre, en aquella época, parecía inalcanzable, porque para la sociedad, las mujeres sólo podían ser amas de casa, madres o esposas. No tenían derecho a tener sueños ni ambiciones.
Ése es el ambiente que se vivía años antes de la Guerra Civil Española y que queda demostrado en Las chicas del cable, la primera producción de Netflix para el país y que se estrenará en la plataforma el próximo 28 de abril.
La situación de las mujeres de aquella época ha cambiado para fortuna de ellas mismas y del mundo, sin embargo, aún hay que seguir hablando de ello, y actuando, para lograr equidad.
Por lo menos así lo consideran Ana Polvorosa y Ana Fernández, dos de las actrices que forman parte de la emisión en la que dan vida a Sara y Carlota, respectivamente.
“El tema del derecho de las mujeres es uno por el que se ha estado luchando toda la vida. Es necesario visualizarlo, mostrarlo, gritarlo y chillarlo a los cuatro vientos. La serie da una oportunidad a la mujer para mostrar las diferentes personalidades que podían existir en ese momento y la lucha que había respecto a la familia, al trabajo, y a las barreras que te podía poner la sociedad en ese momento y que todavía las sigue habiendo.
Por ejemplo, en esta profesión (actrices), por lo menos en España, los personajes protagónicos que están en series, películas y demás son personajes masculinos y pocas veces dan oportunidad a las actrices para que puedan hacer personajes importantes, con un peso, con un valor argumental o interesante y en Las chicas del cable eso está, la mayoría de los personajes tienen historias importantes, historias necesarias”, dice Ana Polvorosa.
En el programa interpreta a Sara, la jefa de las telefonistas. Es una mujer que participa en charlas por la lucha del derecho de las mujeres, es sufragista, feminista, valiente y segura de sí misma, luego, a lo largo de la primera temporada, irá mostrando las debilidades e inseguridades que una mujer podría tener en esa época.
Pero la española no sólo ha luchado en la ficción, también lo ha hecho en la realidad, en su patria. Hace un par de días encabezó el reportaje, Cuerpos y expresión personal, para la revista S Moda. En él acompaña a otras colegas que se desnudan para reivindicar su identidad y libertad de elección en igualdad a los hombres. Digamos, una muestra de apoyo tras la polémica que causó Emma Watson al aparecer sin sostén, cubierta por un chal, en Vanity Fair.
A ROMPER ESQUEMAS
Según el test de Bechdel, creado en 1985, una producción audiovisual u obra de teatro cuenta con equilibrio de género si aparecen dos mujeres que entablen una conversación cuyo tema no sea un hombre. Desde luego que en Las chicas del cable sucede, pero también hablan de la opción de decidir sobre sus cuerpos y su libertad, aunque ello les traiga consecuencias.
Así es el caso de Carlota, personaje al que da vida Ana Fernández. Entre las jóvenes que aplican es la que menos necesidades económicas o sociales tiene, pero rompe con esa vida cómoda de lujos y de zona de confort para buscar su libertad e independencia.
“Lo que Carlota quiere es ser independiente y no depender ni de unos padres, ni de un novio o marido. Su manera con la que se revela un poco de todo es a nivel estético, a nivel social de las noches que ella pasa y hace cosas para estar provocando en el look.
Fuma, bebe, se escapa de casa por la ventana, se enfrenta a sus padres, les contesta, le dan un bofetón y no le importa. En el tema emocional parece que tiene las cosas muy claras con un chico que supuestamente es su novio, pero ella no quiere llamarlo así porque no le gusta definir nada”, señala Fernández.
EMPUJAR DESDE ADENTRO
Según el Institute for Women’s Policy Research, con sede en Washington, las mujeres no ganarán lo mismo que los hombres hasta 2058 y aunque en todas las áreas la diferencia salarial es notable, en el caso de los actores llegan a cobrar hasta 85% más que las actrices, según el Departamento de Estadísticas Laborales en Estados Unidos.
Tan sólo hace cuatro días, la actriz Jessica Chastain dijo a la revista Variety que sólo acepta protagonizar una cinta si le pagan lo mismo que a su coestrella masculina.
“No acepto trabajos cuando me pagan una cuarta parte de lo que le pagan a un hombre. No permitiré eso en mi vida”.
Pero la diferencia no sólo es salarial en el mundo del espectáculo y España, no es la excepción.
“En España hay muchas guionistas y muchas directoras, lo que pasa es que se les da menos oportunidades que a los hombres, se confía menos en ellas. En un momento dado se prefiere hacer una peli de un policía, un ladrón o un secuestro.. tiroteo, acción, pistolas.
Está la cinta María (y los demás), que ha estado presente en los (premios) Goya, con Bárbara Lennie. Su historia es la de una mujer increíble, habla del proceso de una chica en un momento dado de su vida respecto a su familia y a su vida emocional, es un filme muy intimista en el que se habla de los sentimientos y las emociones que tenemos las mujeres”, recuerda Polvorosa.
Mientras, así sucede en Las chicas del cable que, de sus tres guionistas, dos son mujeres: María José Rustarazo y Gema R. Neira, creadoras, junto a Ramón Campos, de las exitosas series Velvet y Gran Hotel.
Es una serie indicada para todos, y para los hombres. Las mujeres verán muchas cosas que no saben, pero tampoco los hombres”, concluye Fernández.