Arsenal
Francisco Garfias
Se enredaron los senadores en un debate alrededor de una mampara que simbólicamente colocó el PAN en el salón de sesiones para garantizar la secrecía del voto en la elección —o reelección— de la presidenta de la CNDH.
El parcial manejo de la Mesa Directiva por parte de su presidente, Gerardo Fernández Noroña, provocó la rebatinga. A gritos exigía que se sacara la mampara del salón. Dio instrucciones a resguardo y seguridad de retirarla, pero siguió allí. Tan irritado estaba que la llamó “armatoste” después de que legisladoras de Morena la rompieran y dejaran sólo los tubos.
“La salida de la mampara fue un acuerdo de los coordinadores en la reunión que acabamos de tener”, alegaba.
A partir de allí fueron más de dos horas de gritos, descalificaciones y recesos provocados por la famosa mampara que, según los opositores, “garantiza la secrecía del voto”.
La terna que se votaría estaba integrada por Rosario Piedra, actual presidenta de la citada Comisión; Nashieli Ramírez, titular de Derechos Humanos en la CDMX, y Paulina Hernández, maestra en derecho constitucional.
* Va la crónica de lo que, al cierre de esta columna, se perfilaba como una reelección anunciada:
Javier Corral no pudo esconder su frustración al salir del salón Octavio Paz, donde se habían reunido senadores de Morena para resolver sus diferencias sobre la elección de la próxima presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
El senador expanista, hoy con la camiseta de Morena, fue el primero en aparecer, las mandíbulas apretadas, al término del citado cónclave, donde Adán Augusto López Hernández, líder de la mayoría en el Senado, habría transmitido línea a su grupo parlamentario para reelegir a Rosario Piedra. El run-run de que la línea había llegado “de Palenque” lo comentaban, muy en corto, senadores de Morena. Los de oposición lo decían abiertamente.