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Historia y Cultura

¿La Estatua de la Libertad se vería mejor en Veracruz?

 

Pascal Beltrán del Río

Pascal Beltrán del Río

Bitácora del director

 

Hay tantas definiciones de libertad que cualquier político puede apropiarse del concepto y amoldarlo a su conveniencia. Tan es así que los presidentes Javier Milei, de Argentina, y Andrés Manuel López Obrador, de México, quienes, evidentemente, no guardan afecto alguno por el otro, han enarbolado últimamente la palabra. Ni modo que la libertad para Milei sea la misma cosa que para López Obrador.

A mí, personalmente, me gusta el significado que le dio la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, de 1789, uno de los documentos fundamentales de la Revolución Francesa. “La libertad —estableció la Declaración en su artículo cuarto, a propuesta del marqués de La Fayette— consiste en poder hacer todo lo que no perjudique a los demás. Por ello, el ejercicio de los derechos naturales de cada hombre tan sólo tiene como límites los que garantizan a los demás miembros de la sociedad el goce de estos mismos derechos. Tales límites tan sólo pueden ser determinados por la ley”.

Aunque, como digo, hay diferentes maneras de entender la libertad, el presidente López Obrador ha querido imponer la suya al sostener que la Estatua de la Libertad debiera ser trasladada de Estados Unidos a México, porque en aquel país, sostiene él, se ha vaciado de contenido y en México sí se garantiza la libertad. Esa crítica la ha venido haciendo el Presidente desde hace casi dos años. La primera vez que mencionó el tema fue el 4 de julio de 2022, justo el día en que Estados Unidos celebraba el 246 aniversario de su Declaración de Independencia.

Al hacerla, casi siempre se ha referido al proceso que la justicia estadunidense mantiene contra el activista Julian Assange —acusado de la divulgación de secretos militares— aunque también ha mencionado el “bloqueo económico” contra Cuba como una muestra de que el vecino país no es libre.

La Estatua de la Libertad es uno de los mayores símbolos de Estados Unidos. Fue un regalo de Francia por el centenario de la Declaración de Independencia, que se festejó en 1876, aunque el apoyo estadunidense a Prusia en la guerra que sostuvo ese país con Francia y problemas de financiamiento retrasaron el proyecto una década.

Decir a los estadunidenses que ya no merecen alojar la mencionada estatua es un insulto que se agrega a la larga lista de pleitos que el presidente López Obrador ha decidido comprar con Estados Unidos. Llama la atención, por decir lo menos, que el mandatario mexicano cuestione la libertad que existe en EU, pero no haga mayores comentarios sobre las graves violaciones a los derechos humanos en Cuba, Venezuela y Nicaragua, países con los que la autodenominada Cuarta Transformación tiene afinidades ideológicas.

     Es sorprendente que López Obrador haga una defensa tan férrea de Assange, pero no haya realizado un solo comentario sobre el disidente ruso Alexéi Navalni, reconocido mundialmente como luchador por la libertad, quien murió en condiciones poco claras en una cárcel del Ártico y a quien se había tratado de asesinar en 2020 mediante un veneno.

 

 

También lo es que el Presidente justifique lo hecho por Assange —divulgar secretos militares de Estados Unidos—, pero condene las filtraciones de documentos de la Sedena por parte del grupo Guacamaya. Las comparaciones suelen caer en subjetividades, pero ¿puede decirse que México es más libre que Estados Unidos, como sostiene López Obrador, cuando una parte importante de sus habitantes ven limitadas sus libertades básicas —de tránsito, de expresión, de consumo, entre otras— por la presencia del crimen organizado, que mediante la violencia acalla críticas, se apodera de calles y carreteras e impone precios sin que el gobierno lo impida?

Además, el concepto de libertad que defiende López Obrador no contempla los contrapesos al poder que él ejerce ni la posibilidad de ser criticado por los medios sin que reaccione mediante el enojo y la victimización.

Entonces, ¿de verdad se vería mejor la Estatua de la Libertad en Veracruz que en Nueva York?

 

 

 

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¿Quién eres?

 

 

Federico Reyes Heroles

Federico Reyes Heroles

Sextante

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Dime a qué le prestas atención y te diré quién eres.

José Ortega y Gasset

 

¿Distracción? Hay mucho de ello, no me refiero a la necesaria, que nos permite por un momento viajar fuera de este mundo: la música, el deporte, una buena exposición, la conversación misma. Por eso, desde la antigüedad se le cultiva: teatro, declamación, los “cuenteros” de Islandia. Necesaria y optativa. La voluntad se impone. Pero en nuestros tiempos el asunto se invierte: la distracción se impone y nos convierte en sus esclavos. Basta con observar las “comidas gallinero” en las cuales todo el mundo interrumpe a todo el mundo e incluso –maravilla de la modernidad– abundan los que ¡se interrumpen a sí mismos! El polémico Daniel Kahneman explotó un petardo con Pensar rápido, pensar despacio. 

Un actor central de esta tragedia humana es el celular, que sustituye el razonamiento, la explicación es forzada por una imagen y se acabó. Esos fantásticos aparatos tienen ventajas, por supuesto, pero sólo si los gobernamos. Dije tragedia, porque en el siglo XXI –en que la información nos rodea– vivimos sin digerirla, sin asumirla, sin razonarla, sin actuar. México está a un tris de caer en una dictadura. De hecho, la expresión es engañosa: ya estamos viviendo en una protodictadura, basta con ver las presiones sobre los medios, las amenazas a periodistas, a los ministros, a los jueces, la sistemática destrucción de los contrapesos, la opacidad sin límites, la entrega del ámbito civil a los militares, o la excelsa frase: “No, por encima de esa ley está la autoridad moral, la autoridad política”, en boca del presidente de una República. No es una amenaza, votando lo único que podemos impedir es que se consolide.

Frente a esto, muchos desesperan. Pero, cómo es posible que lo sigan apoyando. Sostengo desde hace tiempo que vivimos en una sociedad atrapada por el miedo. Miedo a perder la pensión –aunque sea imposible–, miedo a perder los estímulos, miedo a ser delatado por un empleado de chaleco guinda que se gana sus panes circulando cuestionarios que coaccionan al elector. O el empresario amenazado por trabajar con una concesión. El miedo se fue implantando, fuimos cediendo, normalizando. Hoy es rey. Se le llama “espiral del silencio” y no es un fenómeno nuevo. Por fortuna, la agencia Activa México dio a conocer hace poco un estudio que puede resumirse en pocas cifras. 54% opina que no hay libertad de expresión; otra, 63% acepta haber tenido miedo de expresar su opinión abiertamente. En un país atemorizado, las encuestas se dislocan.

El segundo factor es la distracción. En esta era, muchos están atrapados en sí mismos: yo al centro, lo demás es lo de menos. “Pero mamá, si nos va muy bien –clase media alta–, ¿por qué peleas con la 4T?”. Diálogo real. Va una sola cifra: de enero a noviembre del 23, el gobierno asignó 20 veces más dinero a petróleo que a salud. Producimos lo mismo que hace 45 años. Concentrémonos. Todos estamos en el mismo barco. La advertencia no es nueva, el primero que lo dijo fue Adam Smith –ahora hay cifras–, nadie puede ser feliz, por rico que sea, en una sociedad que se desmorona. Es el caso. Alrededor de 35% de los electores son jóvenes y muchos de ellos piensan que, de haber continuidad, para ellos será igual el futuro. Falso. La participación de esos jóvenes puede determinar el futuro de México. 

Tenemos que sacudirlos, ellos o sus parejas o hijos o amigos, podrían ser víctimas del canceroso crimen, podrían volver los niños con polio, son ciudadanos de un bellísimo país, que ya no podemos recorrer. No conseguirán empleos de calidad, podrían vivir en un país sin jueces dignos, ahogado en corrupción e impunidad, sin profesores capacitados, sin agua, sin privacidad, contaminado, en el cuál las FA sean una amenaza política. Es lo que está en juego.

Una buena noticia, en el engagement en redes sociales, que es la principal medición de convencimiento, Xóchitl Gálvez arrasa en todas.

“Dime a qué le prestas atención y…”.

 

 

 

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Más de Federico Reyes Heroles

Al Presidente se le perdió la narrativa

Jorge Fernández Menéndez

Razones

 

 

La narrativa presidencial lleva tres semanas perdida. Este mes de precampañas, que pensó que llenaría con sus propuestas de reformas constitucionales presentadas el 5 de febrero, lo ha tenido que ocupar contestando acusaciones, reportajes, cometiendo gravísimos errores en una mañanera que, mucho más tarde que lo previsto, se le está convirtiendo en un boomerang.

Las reformas propuestas son intransitables y en el ambiente actual no podrán ser procesadas. En la lucha por controlar al Poder Judicial sus declaraciones respecto a la intervención durante la presidencia de Arturo Zaldívar no sólo fueron catastróficas desde cualquier punto de vista, sino que incluso reforzaron la posición de la ministra Norma Piña y de todos sus adversarios. Y en este caso, como en el de la divulgación de los datos personales de la corresponsal del New York Times, asombran tanto el fondo como la forma con que el presidente López Obrador aborda los temas: con prepotencia, sin medir lo que está diciendo, con un marcado autoritarismo y colocándose una y otra vez por encima de la ley.

No es el menor de sus problemas. Creo que el presidente López Obrador no es un cómplice del narcotráfico, pero sus estrategias de seguridad han sido tan erradas, sus respuestas ante las acusaciones tan melodramáticas y fuera de lugar, que se convierten en sospechosas: los datos duros son los que hablan, como lo hemos señalado en la prensa nacional una y otra vez, y como lo publicaba este lunes el Wall Street Journal.

Estamos hablando de 180 mil muertos en lo que va del sexenio, al final del mismo estaremos en poco más de 200 mil. La cifra es el doble de la que tuvimos en el sexenio de Felipe Calderón y bastante superior a la que tuvo Peña Nieto. Sólo como comparación, este fin de semana el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski dijo que, en dos años de guerra, desde la invasión rusa, han muerto 31 mil soldados ucranianos. En México han muerto más de 30 mil personas cada año en lo que va de este sexenio.

El empoderamiento criminal alcanza niveles inéditos. Hay entidades donde el control del Estado se ha perdido en buena parte del territorio. La norma son la extorsión, el robo, el secuestro, el tráfico de fentanilo, cocaína y metanfetaminas, se somete a las policías locales, se roban propiedades y se imponen condiciones a los municipios. Las carreteras registran decenas de robos de tráileres con mercancías cada día, que son colocadas cotidianamente en un próspero mercado negro. Lo mismo ocurre con el robo de gasolina y gas.

La relación con Estados Unidos, Canadá y la Comunidad Europea está si no rota, por lo menos profundamente deteriorada. El cada día más evidente acercamiento al régimen de Vladimir Putin no se refleja sólo en declaraciones. Hasta ahora México, en organismos internacionales por lo menos, acompañaba algunas condenas. La semana pasada en la OEA, al cumplirse dos años de la invasión rusa, se abstuvo de votar una condena contra Putin. A las denuncias de agentes rusos en México que hizo el Comando Norte no ha habido respuesta.

En el tema migratorio se le sigue reclamando a Estados Unidos que mejore su relación con Venezuela y Cuba para reducir los flujos migratorios. En el ámbito comercial cada día queda menos clara la relación con China, reflejada en el aumento de exportaciones de acero hacia Estados Unidos, que ese país considera que se trata de acero chino que se hace pasar por mexicano para no cubrir aranceles. Lo mismo está sucediendo con otros productos. En Palacio Nacional no lo contemplan, pero la posibilidad de sanciones y aranceles no es descabellada, gane Biden o Trump la presidencia en noviembre próximo.

 

 

La relación con América Latina tampoco es tan buena como cree el gobierno federal. Con Argentina, Perú y Ecuador las relaciones son casi inexistentes. Con Chile, se han tornado frías, porque Gabriel Boric no ha caído en las trampas del populismo de izquierda. Con Colombia, con Gustavo Petro en la misma deriva autoritaria que López Obrador, son muy buenas, el problema es que la popularidad de Petro está por los suelos y las acusaciones de narcopresidente allí tienen incluso más sustento que aquí. Brasil siempre ha sido un competidor geopolítico de México, y que haya llegado Lula da Silva a la presidencia no lo cambia, la única diferencia es que Lula es un personaje político infinitamente más inteligente y atractivo que Bolsonaro. En Centroamérica, El Salvador de Bukele hace tiempo que se alejó de López Obrador, lo mismo que Costa Rica. El régimen de Ortega en Nicaragua es impresentable. Y ahí seguimos apoyando a Cuba y Venezuela.

Se podrá argumentar que las cosas están así desde hace varios meses. Pero hay una diferencia fundamental: en el plano interno, la narrativa seguía en manos del Presidente. Hoy ya no. Hay quien dice que la popularidad presidencial, según Mitofsky, está en 55 por ciento. Y probablemente es verdad. Pero todas sus políticas están en números negativos, salvo los apoyos sociales. Y no sólo eso: tales índices de popularidad son similares a los que tuvieron a nueve meses de concluir su administración Zedillo, Fox o Calderón, incluso hasta enero del 94, Carlos Salinas.

Y a tres meses de las elecciones, Claudia Sheinbaum sigue atada al discurso presidencial y a los modos de Palacio, tanto que, entre los primeros lugares de plurinominales de diputados y senadores de Morena, no ha podido colar casi a ninguno de los suyos. Y ni hablemos de presentar su propio discurso.

 

 

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La elección no interesa más que a los polarizados

Leo Zuckermann

Leo Zuckermann

Juegos de poder

 

Ayer, Buendía & Márquez (B & M) publicó su más reciente encuesta con entrevistas cara a cara en vivienda levantada este mes. La última la habían publicado en noviembre del año pasado, es decir, transcurrieron casi tres meses entre una y otra. Conclusión: cambió muy poco.

En primer lugar, aparece Sheinbaum con el 59% de las intenciones de voto, en segundo Gálvez con 36%, seguida por Álvarez Máynez con 5 por ciento. Claudia pierde un punto entre noviembre y febrero. Nada si se toma en cuenta el margen de error de las encuestas (+/- 3.53 puntos porcentuales). Xóchitl gana seis puntos porcentuales y Jorge pierde cinco.

Oraculus.mx actualizó ayer su Modelo Poll of Polls con esta nueva encuesta de B & M. Ahí se puede ver, en la gráfica de los careos de candidatos presidenciales, que las preferencias han sido relativamente constantes desde julio del año pasado. Tenemos tres líneas planas por cada uno de los contendientes, como si fuera el electrocardiograma de un muerto. Hay claramente un primer lugar, un segundo y un tercero.

Más allá de la constancia en las preferencias electorales, la encuesta de B & M otorga información de un segmento de la población que ya está convencido de por quién votar (el 54%). Ese grupo, intuyo, es el que podrían ser los polarizados. O están con Claudia o con Xóchitl, teniendo la primera una mayor cantidad de seguidores. Ellos, a pesar de que ya tomaron su decisión de voto, siguen lo que está ocurriendo con las campañas.

 
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Del otro lado hay un 45% que todavía están dudosos de por quién votar. Ellos, creo, y es una interpretación mía, no están metidos para nada en la elección. Están alejados de lo que está ocurriendo en la arena electoral. Doy dos datos de la encuesta de B & M que me llevan a pensar esto.

Primero, a tres meses de la elección, todavía hay un 25% de mexicanos que no saben quién es Claudia Sheinbaum y un 35% que tampoco conoce a Xóchitl Gálvez.

Segundo dato: el 48% de la población no vio o escuchó ni una sola noticia sobre Claudia en las últimas dos semanas. En el caso de Xóchitl es el 59 por ciento.

 

  

No incluyo a Álvarez Máynez porque prácticamente nadie lo conoce.

Me queda la impresión, por tanto, de que existe un número importante de mexicanos que no están enganchados con la competencia electoral.

¿A qué se debe la indiferencia de tantos ciudadanos ya estando tan cerca de los comicios?

Adelanto cuatro hipótesis.

Primera: la estúpida ley electoral que tenemos que no permite que los candidatos hagan campaña abiertamente. A pesar de que las dos principales candidatas se conocieron en el verano, debieron esperarse hasta el periodo de precampañas, supuestamente dirigidas a los militantes de los partidos. Luego vino la intercampaña con la prohibición de hacer campaña abierta. Ahí seguimos hasta el viernes. Y si las candidatas están relativamente escondidas, pues no es sorpresa que a los votantes no les interese la elección.

Segunda: López Obrador succiona toda la atención mediática. Por un lado, el Presidente ha puesto varios temas de la agenda pública. Por el otro, han surgido historias muy escandalosas de presunta corrupción en torno al mandatario. Ergo, en estos últimos meses de lo que se ha discutido es de AMLO, AMLO y más AMLO. No ha quedado espacio ni para las candidatas ni para sus campañas ni para las noticias que generan. Han quedado, literalmente, eclipsadas.

Tercera: la polarización disgusta al votante de centro y lo aleja de la política. El oficialismo y la oposición se pelean cotidianamente con epítetos muy duros. Tienen opiniones muy duras y definitivas. Sin embargo, a los electores que no son de hueso colorado, ni para un lado ni para el otro, les disgusta participar en esta dinámica. Si de por sí les da flojera la política, pues más cuando hay que elegir un bando y defenderlo hasta la ignominia. Mejor, entonces, mantenerse alejado de la lucha de lodo.

Cuarta y última: no hay competencia y esto minimiza el interés. Si Claudia lleva meses arriba en las encuestas, y por mucho, pues estamos frente a una pelea aburrida. Si “este arroz ya se coció” para qué informarse, participar e, incluso, votar. ¿A quién le interesaría ver un partido de futbol del Real Madrid contra Puebla, donde el primero goleará con toda seguridad al segundo? Pues sólo a los madridistas y a los poblanos. Los demás se van a ver otra cosa en la televisión.

Todo esto beneficia a Claudia. La falta de interés puede generar la desmovilización de parte importante del electorado dejándole a los polarizados la decisión de quién nos va a gobernar. Y resulta que Sheinbaum es la candidata con más voto duro.

A ver si esto cambia ahora que finalmente comenzarán las campañas este viernes.

 

  • X: @leozuckermann

 

 

 

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Frentes Políticos / 27 de febrero de 2024

 

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1. Otro engaño. En Baja California Sur, la decepción es notoria tras las recientes acusaciones contra el gobernador Víctor Castro Cosío. Denunciado por violencia de género, simbólica y discriminación, el mandatario quedó atrapado en su propia retórica: “Sin las mujeres no hay transformación”, defiende. Irónico. Cuando las mismas mujeres, lideradas por Evangelina Castillo, del Gremio Rosa Movilidad, levantan la voz contra las injusticias y el trato despectivo, y la CEDH se convierte en el campo de batalla donde se dirimen acusaciones de sarcasmo y prepotencia. Lo que hay es un abismo entre el discurso y la práctica. Castro Cosío camina para atrás..

2. Giro marítimo. Con la inauguración del rompeolas más grande de Latinoamérica, en Salina Cruz, Oaxaca, Andrés Manuel López Obrador no sólo refuerza la infraestructura nacional, sino que redefine las rutas comerciales hacia Asia y América. Este coloso de concreto y roca promete ser una vía alternativa al Canal de Panamá. ¿Es éste el comienzo de un nuevo capítulo en la logística marítima o sólo una promesa más del actual gobierno? Los puertos de Manzanillo y Lázaro Cárdenas observan atentos, sabedores de que la competencia y las oportunidades se van hacia el sureste. ¿Será que por fin le llegó la hora a esa región tan olvidada?

3. Protección prioritaria. El Inai, con Adrián Alcalá y Josefina Román a la cabeza, pone el foco en la privacidad y protección de datos en la era digital, un tema crítico y de actualidad. La regulación debe ser precisa, transparente y transnacional, dada la naturaleza omnipresente de la data. En un mundo interconectado, la privacidad y la protección de datos no son sólo una cuestión de seguridad, sino de dignidad humana. En el centro de la tecnología mundial, el Mobile World Congress 2024, el Inai puso sobre la mesa un tema crucial. Es el mejor momento para determinar el futuro de las herramientas. Para que todos entiendan cómo se usan.

4. Gente de bien. El presidente Andrés Manuel López Obrador elogió a los candidatos plurinominales de Morena para el Congreso de la Unión, describiéndolos como “gente muy buena” y destacando que son personas de primera. La lista incluye una amplia gama de perfiles, desde exaspirantes presidenciales y familiares de liderazgos hasta gobernadores y militares en retiro. En la lista destacan nombres como Ricardo Monreal, quien lidera la segunda circunscripción, y el exfutbolista Cuauhtémoc Blanco. También Adán Augusto López y Marcelo Ebrard, acerca de quienes el Presidente manifestó su confianza. Nomás no lo hagan quedar mal.

 

5. Por unas candidaturas transparentes. La consejera del INE Rita Bell López Vences explicó que ya existe una reforma en la legislación para negar candidaturas por ocho tipos de violencia que son la violencia contra la vida e integridad corporal, libertad y seguridad sexual, el normal desarrollo psicosexual, violencia familiar, violencia doméstica, violencia a la intimidad sexual, violencia política y deudores alimentarios. El INE, cuya consejera presidente es Guadalupe Taddei Zavala, se pone las pilas: que no se les escape algún vivillo.

 

 

 
 

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