27 de Abril de 2018

Mientras que la mayoría de la gente abomina o desprecia las campañas electorales, sucedió lo contrario con el pasado primer debate presidencial, el más visto en la historia del país: el INE informó que más de 11.4 millones lo vieron, y más de dos millones lo siguieron en redes sociales. Según se esperaba, la atención se centró en el “fuego cruzado” entre los candidatos. En este sentido, este evento era una gran oportunidad para quienes son buenos oradores y polemistas (Ricardo Anaya) o de gran peligro para AMLO, quien, por no arriesgar su ventaja en las encuestas, eludió responder y aclarar diversos cuestionamientos, por lo que no pudo evitar que se evidenciaran sus limitaciones, incompetencias, incongruencias, falsedades, omisiones y soberbia.

Así, entre sus limitaciones obvias está la imagen estereotipada, que repite sus frases y narrativa de siempre (incluso eslóganes de hace 18 años), tales como “primero los pobres”, “la mafia del poder”, etcétera, que, de tanto reiterarlas, han perdido efecto. Estas limitaciones ya eran conocidas, pero no para los jóvenes, que tuvieron una probadita del carácter anacrónico, demagógico y simplista de su mensaje. Entre sus incompetencias e incongruencias están: 1) su fracaso en el combate a la inseguridad cuando fue jefe de Gobierno capitalino y, aunque intentó defenderse y más allá de la guerra de cifras, los centenares de miles que protestaron por la crisis de seguridad en el 2004 (y que fueron descalificados en lugar de dar respuesta constructiva por quien se decía su gobernante) expresó que si no pudo con ella en la ciudad, mucho menos podrá hacerlo en el país, además de que es falso su argumento de que, por falta de crecimiento, se da la delincuencia (por ejemplo, durante el milagro brasileño floreció el narcotráfico); 2) fallar en el combate a la corrupción, también, durante su gestión capitalina, y quedó claro que su “predicar con el ejemplo” no sirvió para impedir que Gustavo Ponce, René Bejarano, entre otros, fueran videograbados con las manos en la masa (nunca aclaró dónde quedó el dinero), sin olvidar que su administración destacó por la opacidad (obstaculizó la operación del instituto de transparencia, reservó la información de los segundos pisos, etcétera) y por perpetuar corruptelas con ambulantes, taxis pirata, giros negros, entre otros; 3) omitir la propiedad de departamentos en su 3de3, lo que debió hacer, incluso si se los cedió a sus hijos, además de que tampoco reportó la parte del rancho de Palenque que conservó, o sea, se le agarró en la mentira; 4) “usar el recogedor más que la escoba”, al aliarse con emblemáticos de la corrupción como Elba Esther Gordillo,  Napoleón Gómez Urrutia, Bejarano, Alfonso Romo(defraudador del Fobaproa y que será jefe de su gabinete), Alberto Anaya… a quienes ya perdonó, y a otros que también se los prometió (incluyendo ¡Salinas y Peña!), 5) dar impunidad, por ende, a criminales con su propuesta de amnistía, asunto vergonzoso de repudio generalizado, y que eludió discutir.

Es largo el listado de los negativos de AMLO, algunos se los señalaron sus rivales (ambición de poder, nepotismo, etcétera) y otros (más flagrantes) todavía faltan por exhibirse, pero, por lo pronto, lo que fue inocultable para millones fueron la soberbia (sentirse superior y despreciar a los demás), la intolerancia y la frustración de aquél. En cambio, Ricardo Anaya, ganador indiscutible del debate, se perfila como el candidato con grandes posibilidades de vencer al tabasqueño, en quien ya impera el mal humor…

ENTRETELONES

“La fiera herida es la más peligrosa”: AMLO intensifica su desestabilización.