Ubicacion de Anuncios, debajo de destacados, banner todo ancho

Historia y Cultura

Mi visita al Museo Interactivo El Trapiche

Por José Eduardo Álvarez López

 

El día martes 4 de agosto del 2016 hice una visita al museo infantil e interactivo trapiche, tengo 16 años y probablemente ya sea muy tarde para mí la visita a este centro cultural, pero no veo como eso pudiera evitar el divertirme y encontrar un lugar entretenido; ya dicho esto narraré  lo que recuerdo de mi visita.

Leer más...

Crianza en brazos, un valor fundamental.

VIVA LA TETA

 

Un importante grupo de jóvenes madres, promueven alimentar a sus hijos con leche materna, y se reunieron en la plazuela 27 de septiembre de Los Mochis, Sinaloa, México, para demostrarle al mundo que pueden nuestros legisladores aprobar leyes que prohíban lactar a sus hijos en público y que ellas no aceptaran ese tipo de normas, cuando desde que el mundo es mundo, toda mujer madre lo hace donde y en el momento que los hijos lactantes lo piden, ese anuncio de los diputados de prohibir la lactancia en público, no será obedecido, resulta estrafalario porque el niño no tiene horario.

Leer más...

De la visita al Museo El Trapiche

  

Por Alejandro López-Ávila
Esta semana llevé a mis sobrinos a que conocieran el nuevo museo El Trapiche, el cual, para todos los lectores que no son de Los Mochis, es un museo orientado a niños –al estilo del Papalote, o el Centro de Ciencias de Culiacán-.

 La nostalgia y la arquitecturaClick to enlarge image Inauguración_Museo_Trapiche_45.JPGClick to enlarge image Inauguración_Museo_Trapiche_45.JPG

Recién inaugurado este 2016, el museo rescata  y da un nuevo propósito a dos inmuebles que pertenecieran a aquellos construidos en torno al ingenio azucarero de Los Mochis –ca. 1903- para servir como viviendas y edificios administrativos para el mismo. Estas construcciones, renovadas para reflejar su belleza original se acompañan por nuevas estructuras levantadas para efectos del museo y cuyas fachadas respetan y reinterpretan la estética de los dos más antiguos.
Sin ser experto ni profesional de la arquitectura para juzgarlo con propiedad, pienso que el aspecto del museo es bonito y limpio: simple a la vez que moderno; el hecho de que rescate las fachadas de ladrillo y teja –estilo arquitectónico original de todo el conjunto constructivo propio de la Sinaloa Sugar Company- me parece admirable y algo que debería convertirse en tendencia arquitectónica de la ciudad, evocando ese pasado que perdimos a despropósito.
No obstante tengo sentimientos encontrados respecto al edificio: sus proporciones son demasiado desafiantes a su entorno.
Desde la fundación de Los Mochis y hasta hace diez años aproximadamente, esa zona de la ciudad había mantenido tres alturas destacables: una la de las abundantes palmeras, otra la del campanario del Sagrado Corazón, y por encima de estas dos, las de las negras chimeneas del ingenio.
A estas solo les hacía frente el Cerro de la Memoria, pero tan a la distancia que les permitía reinar en el horizonte hacia el poniente.
Ahora, el vértice que muestra El Trapiche en una de sus esquinas y la tremenda altura del edificio del próximo-a-ser Teatro de la Ciudad compiten contra el vetusto edificio del ingenio –en cuyos terrenos se encuentran- e incluso imponen más que este, robándole el romántico protagonismo que tenía y que tuvo, aun en su triste abandono.
Supongo que es solo nostalgia y negación o mera cuestión de apreciación y estética.

 Del museo y yo

 De mi experiencia en el museo, yo no la puedo definir como un paseo en la playa. Posiblemente mis sobrinos tampoco (debo aclarar que rebasan los quince años). O tal vez sí.
¿Nos divertimos? Sí, un poco. ¿Volvería? No lo descarto.
Quizá ya con la edad y las amarguras, y quizá por haber tenido la necesidad/suerte de vivir en otras partes, este me parece pequeño, sin mucho qué ofrecer que no hayamos visto antes (excepto por los cursos que imparten que se ven prometedores) y que requiere que muchas veces haya alguien que me explique lo que tengo enfrente en vez de permitirme por mi cuenta descubrirlo.
Ese es mi parecer. No es mi afán aguarle la experiencia a nadie: sucede que a mí el museo llega veinte años tarde y ya he generado puntos de comparación.
Pero eso no excluye que si yo fuera padre, y mis hijos tuvieran menos de diez años, este museo constituiría un primer acercamiento hacia la ciencia y hacia lo que el mundo fuera de Mochis promete, y no querría que mis hijos se lo perdieran. Creo que ellos estarían encantados y que yo disfrutaría mucho viéndolos, sobre todo porque las salas están muy orientadas a niños en esa edad.
Igualmente, si yo no tuviera los 31 años que tengo, si tuviera quizá veinte menos, definitivamente me encantaría ir cada vez.
Si tuviera quizá catorce años menos, trabajar ahí durante el verano sería el trabajo de mis sueños.
Si en la escuela me hubieran llevado, seguramente habría querido que mis papás fueran conmigo más tarde esa misma semana.
Si yo fuera tú, aunque sea por curiosidad, iría.  Un espacio como este debe ser más aprovechado y la vida también de eso se trata: de no perderse las cosas.

Una más antes de irnos

Le contaba a mi hermana antes de ir al museo El Trapiche, que allí el “pasaporte anual” –o el pago anticipado de visita diaria por un año-  costaba 11 mil pesos por persona, lo cual nos pareció gracioso porque no sería algo que ella o yo estaríamos muy convencidos de pagar. Cuando cosas más banales como la cuota del gimnasio nos da trabajo desquitarla al mes, creo que esta sería una que al año no desquitaríamos aun teniendo infantes en la familia. Ahora, me pregunto: ¿Alguien lo habrá comprado?
Hay que aclarar que una visita individual al museo cuesta 50 pesos por persona mayor de 5 años de edad; luego, 313 visitas –los lunes cierran-  o un año diario de visitas costaría 15,650.00 pesos, por lo que el pase es más barato que ir diario y pagar 50 pesos cada vez.
Pero luego pensamos en Disneyland y sí, uno de los pases anuales (el Deluxe) está en 599 dólares, que al tipo de cambio del día que escribo esto (18.75 pesos por dólar) equivale a 11,231.25 pesos mexicanos. Mientras el individual por dos personas cuesta 97.50 dólares cada uno ¡Y es Disneyland!
En un ejemplo más local: Six Flags México en cambio, cobra el pase individual diario en 389 pesos de lunes a viernes, mientras que sábados, domingos y días festivos están en 409. No obstante el pase anual cuesta 549 pesos (haciendo la compra en línea).
 Si, las comparaciones resultan molestas y clasistas probablemente, y fuera de lugar si se consideran los costos asociados de viajar y quedarse ya sea en Anaheim o en la Ciudad de México. Pero 11 mil pesos por un museo pequeño también es muy privativo y no cualquiera puede darse un lujo así.
El punto a defender es que si parques como los mencionados tienen tarifas anuales razonables, con respecto a su tarifa individual, ¿Por qué no facilitar el acceso al pase anual en este museo, que está orientado al mismo segmento del mercado, a fin de fomentar la constante asistencia de los niños y sus familias?  

 

 

Subcategorías

Página 583 de 616