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Historia y Cultura

La gran simulación

Pascal Beltrán del RíoPascal Beltrán del Río                   
Bitácora del director
 
 
 

Este viernes terminarán de registrarse los aspirantes a coordinar los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación (CDCT) y el lunes comenzará un periodo de más de dos meses en el que recorrerán el país, mismo que concluirá el 27 de agosto, la víspera del inicio del levantamiento de la encuesta que decidirá quién de los seis se queda con el cargo.

Los datos del párrafo anterior son oficiales, pero no registran la verdad detrás del proceso, anunciado el domingo pasado por Morena. Y es que éste está compuesto de una serie de paripés.

El primero: se dice que es un ejercicio democrático, pero la participación en él está limitada a seis. Tres de ellos son las corcholatas que designó el presidente Andrés Manuel López Obrador desde el verano de 2021; un cuarto es una suerte de hijo pródigo al que el mandatario admitió en el club de última hora, y los otros dos son posiciones concedidas a los partidos aliados de Morena. Nadie más puede ser parte del proceso, aunque eso lesione los derechos de otros miembros de esos partidos. El método de selección tampoco es democrático, pues se basa en una muestra. Puede ser eficaz, pero no es democrático. 

El segundo: se dice que lo que está en juego es la coordinación de los CDCT, pero el premio de verdad es la candidatura presidencial de la coalición oficialista. Esta semana, el Presidente afirmó que el proceso no viola la ley electoral, porque no se está eligiendo un candidato o precandidato, sino un coordinador. Sin embargo, en la reunión que tuvo el martes con los consejeros del INE, éstos le advirtieron que el nombre no importa, pues la finalidad es que el ganador o ganadora de la encuesta se convierta en aspirante presidencial. Y, con ello, tomar ventaja indebida sobre los contendientes de los demás partidos, como quien comienza a correr antes de que se dé el balazo de salida de una carrera atlética.

El tercero: los recorridos que realizarán los aspirantes a partir del lunes no serán llamados campaña ni sus actos se denominarán mítines. Han sido designados como “asambleas”. Es evidente que su propósito será mostrar músculo, como se dice popularmente, para dar visibilidad a su imagen pública. No olvidemos que el objetivo es ganar una encuesta y para ello se requiere conocimiento público, pero también crear la sensación de la inevitabilidad, es decir, haber ganado antes de ganar. 

El cuarto: se va a financiar, dicen los dirigentes de Morena, con los recursos personales de los aspirantes y los que recauden entre sus simpatizantes. La razón oficialmente expresada es que no se quiere que el INE fiscalice los recursos, lo cual es una confesión de que se estará violando la ley. Si el dinero que se use es de los propios aspirantes, habría que preguntar a qué hora se sacaron la lotería, porque todos ellos han vivido de la política. Si es donado, habría que saber de dónde viene. Y no sólo lo que se erogue de aquí al 27 de agosto, sino lo que se ha gastado antes. 

El quinto: no hay piso parejo entre los participantes. Unos llevan meses promoviéndose y otros apenas comienzan. No es una contienda pareja en la que va a ganar “quien el pueblo decida”. Ha sido una competencia de bardas y espectaculares, y de crear presencia mediante el uso del erario –en giras y otras actividades–, lo cual obliga, nuevamente, a saber, quién gastó cuánto y de dónde salió el dinero. Lo único que ha quedado claro desde el principio es que el Presidente tiene una opción preferida. 

El sexto: no es un ejercicio de unidad. Se trata de una lucha descarnada por el poder. Lo único que mantiene juntos a los participantes es la conducción del Presidente. Éste dice que lo más importante no son los cargos, sino que siga la “transformación”, pero la manera en que los aspirantes pelean entre sí –tanto velada como públicamente– refleja la ambición que existe en todos los partidos. López Obrador los llama “hermanos”, pero, si lo son, incluso en ese sentido figurativo, tienen la fraternidad de Caín y Abel.

En suma, este ejercicio es un rosario de apariencias. Se aparenta no violar la ley. Se aparenta poner los ideales por delante. Sin embargo, en los hechos, no es otra cosa que una gran simulación. Mal antecedente para después pedir el voto de los ciudadanos.

Los candidatos se acercan a las meretrices de siempre

 

Leo ZuckermannLeo Zuckermann                 
Juegos de poder
 
 
 

Hartos de la partidocracia que nos gobernaba, el electorado decidió votar mayoritariamente a favor del candidato que supuestamente cambiaría el régimen político mexicano. Resulta que esa persona es hoy el Presidente de México y los partidos políticos siguen ahí medrando con el presupuesto público.

Y no es que yo esté a favor de que desaparezcan los partidos que son una condición necesaria de toda democracia representativa. Lo que me molesta, y mucho, son los partiduchos oportunistas que no aportan nada a la democracia mexicana: las meretrices que tanto han desvirtuado a la profesión de la política.

Número uno en la lista: el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), el que mejor ha perfeccionado el mercantilismo democrático. Un negocio redondo.

Una vez que consiguieron el registro (durante el sexenio de Salinas) han recibido cientos de millones de pesos de financiamiento público al año. Esto les ha permitido vivir como reyes a sus dueños y cortesanos. Cuando llega la época electoral, contratan a los mejores profesionales en campañas políticas que les diseñan estrategias muy efectivas para ganar votos. Si la gente está en el ánimo de matar a los secuestradores, pues proponen la pena de muerte, aunque estén en contra de que los toreros maten a toros de lidia.

El PVEM hace todo para ganar, incluyendo trampas penadas por la ley. No les importa. Prefieren obtener más votos y pagar las multas a posteriori. Históricamente, esta estrategia les ha redituado. Una segunda fuente de ingresos han sido sus votos en el Poder Legislativo: los venden caro. Generalmente se alían con los partidos gobernantes. El sexenio pasado fueron incondicionales del PRI y de Peña Nieto. Ahora lo son de Morena y López Obrador. No tienen ideología: sólo un interés: seguir medrando del presupuesto público.

Siguiente en la lista: el Partido del Trabajo (PT). Creado también durante el sexenio de Carlos Salinas, bajo el patronazgo de su hermano Raúl, este partido también se ha vendido al mejor postor. Primero estuvo muy cercano al PRI, dividiendo a la izquierda entonces liderada por Cuauhtémoc Cárdenas, que venía creciendo como la espuma. Luego se convirtió en satélite del PRD tratando de jalar los votos a favor de López Obrador. Pero, como éste formó su propio partido (Morena), el PT perdió su registro en las elecciones intermedias de 2015. No llegó al 3% requerido por ley. El INE declaró, por tanto, su desaparición. 

Pero el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, en una sentencia sin pies ni cabeza, con la clara influencia del gobierno priista en turno, decidió regresarle el registro hasta contar con los resultados de una elección extraordinaria en uno de los 300 distritos electorales federales. El PT, con la ayuda del PRI y el PRD, invirtió un dineral en obtener muchos votos en esta minielección y salvar, así, su registro. Lo logró. En 2018, sin embargo, le dio la espalda a los que lo habían rescatado y, oliendo los tiempos de cambio, se fueron a apoyar a López Obrador obteniendo una votación histórica. 

Tercer caso: Encuentro Social (ES). Se presentan como un partido supuestamente liberal, pero ideológicamente tienen posturas conservadoras: están en contra del derecho de las mujeres a interrumpir el embarazo y del matrimonio entre homosexuales, por ejemplo. En realidad, se trata de un partido confesional donde pesan mucho los grupos religiosos cristianos. Una vez más, percibiendo los vientos de cambio, apoyaron a López Obrador en 2018. Sin embargo, no lograron obtener el 3% en alguna de las elecciones federales para conservar su registro. El INE, por tanto, decretó su extinción.

La campaña presidencial ya comenzó en Morena. Los posibles candidatos se han acercado a las meretrices para conseguir su apoyo rumbo al 2024.

Lo del Verde es una maravilla. Un grupo le hizo un evento para demostrar que Marcelo Ebrard era su favorito. Otro le dio su espaldarazo a Claudia Sheinbaum, quien, hasta se puso un chaleco de este “honorable” partiducho. Y, cómo no, el partido también está lanzando a su propio cuadro, el exgobernador de Chiapas, Manuel Velasco, quien, de acuerdo con Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, desvió miles de millones de pesos para campañas por medio de empresas fantasma. De esta forma, el Verde hace lo que mejor sabe hacer: vender caro su amor al que podría ser el próximo Presidente de México.

Tanto trabajo nos costó transitar a un régimen democrático para que personajes de la peor calaña, verdaderas prostitutas profesionales, sigan medrando de él. Ahora, por cierto, con el apoyo de aquellos que se llenan la boca diciendo que están regenerando y purificando la política nacional.

 

Twitter: @leozuckermann

Morena dice “no” a la fiscalización de su proceso interno

 

Francisco GarfiasFrancisco Garfias   
Arsenal
 
 

Nada fácil el tema del financiamiento para elegir al candidato presidencial de Morena, al que internamente se refieren como “coordinador nacional de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación” para evadir al nuevo y más dócil INE.

Los guindas no quieren que la autoridad electoral intervenga en su proceso interno. Apelan a su derecho de autodeterminación. Pero en el momento que haya recursos del partido para las corcholatas, no podrán evadir la fiscalización.

La propuesta de Marcelo Ebrard de que el partido abra una cuenta a cada corcholata para recibir aportaciones individuales de un máximo de cinco mil pesos, entraría en ese supuesto.

“Sí podemos recibir donativos, pero el problema no es el dinero, dinero tenemos, el problema es que queremos evitar la fiscalización por parte del INE, pues no nos ha ido bien con esas experiencias”, declaró Mario Delgado, presidente de Morena. El jefe nacional del guinda dice que, aunque hay otro ánimo en el INE, Morena prefiere mantenerse en un proceso totalmente interno.

Mario sugirió ayer a las corcholatas que pidan moche a senadores y a diputados federales y locales para financiar sus recorridos y eventos. Los seis aspirantes del movimiento que se registraron para participar en la encuesta firmaron un documento que les impide recibir cualquier respaldo del Presidente de la República, de los miembros de su gabinete, de gobernadores y alcaldes, pero no de legisladores.

* Este reportero es de los que piensan que el proceso interno de Morena se perfila como una gran farsa y que las encuestas, incluidas las que harán empresas privadas, son un disfraz para tapar el dedo que ya apunta hacia Claudia Sheinbaum.

 
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Le expusimos así de claro a Mario Delgado el día del registro de Marcelo Ebrard. El presidente de Morena pidió un minuto de silencio por el dedazo.

 

 
 
 
 
 
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¿Y el gran elector?, preguntamos en tono de desconcierto. “El gran elector es el pueblo de México”, evadió. 

¿El señor de Palacio?, insistimos.

“No, no. A menos de que le tocara a él ser encuestado. La posibilidad de que le tocara ser encuestado es bajísima y sería una opinión entre todas las demás.

“Ya no. Él ha decidido renunciar a esa posibilidad para poner la decisión en manos del pueblo de México. ¿Por qué? Porque quiere que trascienda este movimiento. Lo que quiere el Presidente es que este movimiento marque un punto de inflexión. No es igual a lo que había antes”.

Ver para creer. Si no es una farsa, me comprometo a reconocerlo en este mismo espacio.

* Ya se fue Ricardo Monreal del Senado. Dejó al Inai incompleto. Él votó a favor de elegir a los consejeros que le faltan al instituto para poder sesionar. La mayoría lo hizo en contra. Hace 76 días que el instituto no tiene quórum porque el Senado no hace la chamba de elegir a los comisionados. Tiene cinco mil 761 recursos pendientes de votación. Diez sesiones del pleno no se han realizado, según datos de Blanca Lilia Ibarra, comisionada presidenta de ese instituto.

La parálisis del órgano de transparencia y protección de datos personales se la debemos al Presidente de la República. Él es el que manda en las dos cámaras del Congreso.

López Obrador dice que el Inai es un “cero a la izquierda”, que no sirve para nada y que cuesta mil millones de pesos anuales que se necesitan para apoyar a personas que lo necesitan. La realidad es que le teme a la transparencia. La opacidad le ayuda a ser tapadera de parientes y amigos que traen cuentas chuecas y andan como si nada.

* En 2024 se pronostica una desbandada de funcionarios públicos, gane quien gane. El panorama para los futuros desempleados es desolador.

Los burócratas cargan con un estigma. El 90 por ciento de los que buscan trabajo al concluir su gestión en el sector público son rechazados por empleadores privados, según Arleth Leal Metlich, directora asociada de la firma de recursos humanos Red Ring. El estigma comenzó al revés. La Ley Federal de Austeridad Republicana, promovida por López Obrador, establecía una restricción para los servidores públicos de mando superior. Durante un periodo de diez años no podían laborar en empresas que hayan supervisado, regulado o manejado información privilegiada en el ejercicio de su cargo público. 

La propia ministra Norma Piña, presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ha dicho que el estigma que cargan los exfuncionarios es una evidente vulneración al derecho de la libertad de trabajo. Afortunadamente, el pleno del máximo Tribunal invalidó, por unanimidad, el artículo 24 de la citada Ley de Austeridad Republicana que establecía esa prohibición. Pero los prejuicios en contra de exfuncionarios no se quitan por decreto, y muchos de ellos batallarán en serio.

Ellas

 

Yuriria SierraYuriria Sierra                       
Nudo gordiano
 
 

Se llama Claudia, una. Se llama Xóchitl, la otra. La primera es precandidata del partido en el gobierno a competir para suceder al todavía Presidente de México. La segunda es precandidata de la oposición para intentar competirle al partido en el gobierno la Presidencia de México. La primera aparece desde hace meses (y todavía) como la favorita, no sólo de López Obrador, sino también de la población encuestada, de entre la lista de personajes denominados como corcholatas. La segunda, sin haber levantado la mano, ya figuraba como la posibilidad más sólida para competir desde la alianza formada por todos los partidos de oposición, lo mismo al gobierno capitalino que al federal. Las dos son punteras y las dos son mujeres. Y ambas, como cualquier puntero en una contienda política, se encuentran en la mira de los contrarios, pero sobre todo de los propios. 

Ambas con aspiraciones políticas que, en un contexto como el de nuestro país, resultan históricas. Ambas peleando más contra los propios que contra los ajenos. Ambas a pesar de sus distintas formas y de sus diferencias todas, coinciden en el objetivo de la lucha que encabezan. Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez están en una batalla dentro de sus respectivos grupos políticos para hacerse un lugar en la próxima contienda electoral. Tal vez en la misma, eso lo sabremos dentro de poco.

Claudia Sheinbaum. Ella asistió el domingo pasado al Consejo Nacional de Morena en donde se firmaron acuerdos para resolver los “cómos” en el proceso de selección del aspirante presidencial del partido. Ella llegó tal como lo habían pactado, sin porra, pero algo sucedió que no fue lo mismo con otros aspirantes. En cualquier contienda, claro que sería muy válido llegar con porra (sobre todo si el segundo lugar estima que puede alcanzar y ganar), pero no cuando ellos mismos se habían comprometido a no hacerlo. Días después se filtró un video en el que se le ve reclamando a Alfonso Durazo –quien presidió el consejo–, el por qué no se habían cumplido las reglas. Sin embargo, más allá de la intención con la que quiso viralizarse este material, está la duda genuina de quién grabó el momento y con qué intención, cuando además una de las condiciones para asistir había sido no ingresar con celular. Claro está que aquí también se rompió otro pacto y que la filtración tiene un claro objetivo de denostación. Morena afirma que va a investigar qué fue lo que ocurrió, pero la intención del daño queda en el registro: se trata de fuego amigo.

Y del otro lado está Xóchitl Gálvez, actualmente senadora que en los últimos días tuvo reflector encima por su audaz intento de entrar a la mañanera para hacer válido su derecho de réplica, concedido ya por un juez tras declaraciones sacadas de contexto que hizo López Obrador en diciembre pasado. Gálvez ha sido referida desde hace varias semanas (junto con Lilly Téllez, también mujer) como uno de los personajes opositores mejor evaluados por quienes buscan opciones fuera del partidismo tradicional pensando en la sucesión no sólo en la CDMX, sino en la federal. Aunque Gálvez es legisladora por el Partido Acción Nacional, no es militante. Ella misma se asume como un personaje de izquierda, pero no de esa que habita en Palacio Nacional. Y Xóchitl los incomoda: no sólo a los del gobierno, sino además a los demás posibles precandidatos, que también están muy por debajo de ella en la opinión ciudadana. Porque a Palacio Nacional ha llegado siempre sola.

Tal vez Claudia y Xóchitl se encuentren en la boleta. Y pareciera que eso, además de histórico, aparecería como algo contraintuitivo y profundamente provocador en un país en el que todavía hace unos meses las propias bancadas de los partidos estaban haciendo hasta lo imposible para “echar para atrás” el principio de paridad en las candidaturas partidistas. Sheinbaum y Gálvez, ambas punteras en las respectivas encuestas en que son evaluadas. Ambas enfrentando batallas con los suyos.

La confesión de López Obrador y el regaño de Claudia a Durazo

 

Francisco GarfiasFrancisco Garfias                 
Arsenal
 
 

El barón de Montesquieu, teórico de la separación de Poderes, escribió: “Todo hombre que tiene poder se inclina por abusar del mismo, hasta que encuentra límites. Hace falta disponer las cosas de tal forma que el poder detenga al poder”.

El presidente López Obrador confesó ayer que presionó a cinco ministros para que declararan constitucional la reforma que pone a la Guardia Nacional bajo control de la Sedena.

Entre ellos mencionó “al que ya estaba”, Arturo Zaldívar, y a los cuatro que propuso para que llegaran a la SCJN: Margarita Ríos Farjat, Yasmín Esquivel, Loretta Ortiz y Juan Luis González Alcántara.

López Obrador utilizó como excusa para violar la autonomía de la SCJN, la preocupación que tiene por la reforma de la Guardia Nacional. 

“Me voy a ir, pero no quiero que quede (la GN) en la Secretaría de Seguridad Pública ni en Gobernación, como estaba. Imagínense, a los tres años, seis años, se echa a perder. Meten el recurso para declararla inconstitucional y yo dije: ‘Ahora sí me voy a meter, porque esto es importantísimo’”, explicó.

Chapeau a los ministros Ríos Farjat y González Alcántara, que no se dejaron doblegar. En este régimen ultrapresidencialista no es fácil resistirse a las presiones del primer mandatario. López Obrador los llamó chuecos e hipócritas sólo por cumplir con sus obligaciones constitucionales.

 
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Dice el artículo 21 de la Constitución, reformado el 26 de marzo de 2019: “Las instituciones de seguridad pública, incluyendo la Guardia Nacional, serán de carácter civil, disciplinado y profesional.

 

 
 
 
 
 
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* El video del regaño de Claudia Sheinbaum a Alfonso Durazo está por todos lados. A la jefa de Gobierno saliente se le ve nerviosa, incómoda.

Con el índice apunta hacia el gobernador de Sonora y presidente del Consejo Nacional de Morena. Le reclama los gritos de bienvenida que partidarios de Marcelo le dedicaron a su llegada al hotel donde sesionó el consejo: “¡Piso parejo!, ¡piso parejo!”.

Se escucha a Claudia ante un pasmado Durazo: “Vinieron con gritos. Te juro que ya me cansé, ya me cansé, ya me cansé. Nada más me recibieron a mí. Donde yo llego me respetan, ¿entiendes? No se vale”.

El sonorense sólo alcanzó a decir: “No hay excusa…” antes de que lo cortara. Gerardo Fernández Noroña atestiguó la escena, le dio un trago a su botella de agua y se hizo el desentendido. En otro video corroboró que se trató de un reclamo por los gritos de los marcelistas.

 

* Marcelo Ebrard es la primera corcholata que se registra como coordinador de Defensa de la Transformación. Así le llaman en Morena al precandidato a la Presidencia de la República para sacarle la vuelta a la ley, que a la letra dice:

“Durante los procesos electorales federales en que se renueven el titular del Poder Ejecutivo federal y las dos Cámaras del Congreso de la Unión, las campañas darán inicio en la tercera semana de noviembre del año previo de la elección. No podrán durar más de 60 días”.

Pero “ya se la saben”. A los morenos no les vengan con el cuento de que la ley es la ley.

Le preguntamos a Mario Delgado, presidente de Morena, sobre las campañas adelantadas de las corcholatas. Nos respondió: “Hemos tenido 23 procesos para gobernador así. Estamos blindados”.

En rueda de prensa improvisada, Delgado le cerró la puerta a las intenciones de Yeidckol Polevnsky de sumarse a las seis corcholatas.

“El domingo hubo un acuerdo muy claro con nombre y apellido. Los cuatro aspirantes que están participando es la invitación del Consejo Nacional, más un lugar para el Verde y un lugar para el PT, que ellos tendrán como partido ratificar a quienes enviarán a este proceso”, dijo.

El excanciller llegó sonriente al salón Plaza del Hotel Courtyard de Revolución. Llevaba la misma camisa que usó en 2018 y chaleco guinda de Morena. El tono era desenfadado, optimista.

“Soy el primero que me registro, soy el primero que me separé del cargo y soy el primero en las encuestas”, subrayó.

En el acto estuvo acompañado por su esposa Rosalinda Bueso, pero también por Manuel Mondragón y Kalb, excomisionado nacional de Seguridad, la senadora Malú Mícher, el senador José Ramón Enríquez, la diputada Selene Ávila, el exalcalde de Azcapotzalco, Vidal Llerenas, y muchos más.

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