Miércoles, May 01, 2024
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Hamás, el terrorismo y sus víctimas (entre ellas, dos mexicanos)

 

Hamás, el terrorismo y sus víctimas (entre ellas, dos mexicanos)

Pascal Beltrán del Río

Pascal Beltrán del Río

Bitácora del director

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Sólo una trivialización del conflicto político que sacude a Oriente Medio desde hace más de medio siglo puede llevar a creer que los actos terroristas cometidos el fin de semana por Hamás son parte del legítimo deseo de autodeterminación del pueblo palestino.

Para comenzar, Hamás es el problema, no la solución. La organización está en un estado permanente de guerra contra Israel, al que no reconoce como Estado y al que se ha propuesto destruir, con el abierto apoyo de Irán.

Desde que en junio de 2007 arrebató el poder en la Franja de Gaza a Fatah –la facción que gobierna Cisjordania–, Hamás no se ha sometido a una elección y ha oprimido a los dos millones de habitantes de ese territorio mediante un régimen de terror, ejerciendo la coerción contra opositores internos, a los que señala de ser “colaboradores de Israel”.

Apenas en agosto pasado, el grupo impuso un virtual toque de queda para que los pobladores de Gaza no llevaran a cabo protestas contra la situación económica. Asimismo, detuvo y amenazó a periodistas palestinos que se proponían cubrir las manifestaciones. El sábado, en plena fiesta de Simjat Torá –una de las fechas más observadas por los judíos–, Hamás lanzó una serie de ataques desde Gaza. Las fuerzas de seguridad israelíes fueron tomadas por sorpresa.

Esta vez no sólo fueron los cohetes disparados hacia el otro lado de la frontera –algo que la organización ha venido haciendo desde hace años–, sino que centenares de militantes fuertemente armados irrumpieron en diversas poblaciones del sur de Israel, donde mataron indiscriminadamente a civiles y se llevaron de vuelta a Gaza a un centenar de israelíes, incluyendo a mujeres, niños, ancianos y soldados, con el aparente propósito de intercambiarlos por personas detenidas en cárceles israelíes. Varios de los rehenes fueron paseados, ensangrentados, por calles del territorio palestino, como si fueran un trofeo. Entre los secuestrados, informó ayer la Cancillería mexicana, hay dos connacionales.

La incursión de Hamás puso al descubierto las fallas en inteligencia de las autoridades de Israel, de la cual ese país ha dependido para sobrevivir en una región en la que convive con organizaciones y regímenes que buscan aniquilarlo.

Además, sucedió en momentos en que avanzaban lenta, pero sostenidamente las negociaciones regionales de paz, que sólo podrán ser exitosas mediante una solución que contemple la existencia de dos Estados. Después de los hechos de violencia que comenzaron el 7 de octubre, será muy difícil de reencausar el proceso, pues Israel se ha declarado en estado de guerra –luego de la sorpresa inicial– y su respuesta militar ha sido contundente y el apoyo de su sociedad a la construcción de vías para la convivencia pacífica seguramente bajará luego de ver de lo que son capaces los militantes de Hamás.

 

 

 

 

En esta escalada –la peor desde la guerra de Yom Kippur en 1973– no se debe olvidar el pernicioso papel que ha jugado Irán, que ha sido un factor de desestabilización de todos los esfuerzos de paz que se han llevado desde hace casi cuatro décadas.

Teherán ha financiado lo mismo al grupo libanés Hezbolá (“Partido de Dios”) que a Hamás (acrónimo que significa “fervor” en árabe y sirve para identificar al Movimiento de Resistencia Islámica, el nombre formal de la organización). No lo digo yo. Lo ha dicho el propio presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, líder de Fatah. Entre otras cosas, Irán ha provisto a Hamás del conocimiento para lanzar cohetes contra territorio israelí.

Al tiempo de desear que los actuales enfrentamientos no deriven en una guerra regional, que afectaría sobre todo a civiles inocentes, hay que tener cuidado de no identificar los intereses de Hamás con el deseo de la mayoría de los palestinos de contar con un Estado soberano que pueda convivir pacíficamente con Israel. Mientras eso llega, no se puede regatear el derecho de los israelíes a defenderse del terrorismo.