Sábado, May 04, 2024
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¿Pero qué necesidad?

 

Yuriria Sierra

Yuriria Sierra

Nudo gordiano

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La política es un campo de batalla donde las estrategias y las tácticas se entrelazan en una lucha constante por el poder. Por conservarlo, por conquistarlo, por arrebatarlo o por ejercerlo salvajemente sin el cálculo correcto. En México, este escenario se ha vuelto aún más complejo en los últimos años, con la polarización y la confrontación política que han alcanzado niveles alarmantes. El episodio más reciente y notable de esta batalla política se vivió hoy, cuando Xóchitl Gálvez, senadora y candidata electa del Frente Amplio por México, fue objeto, nuevamente, de feroces ataques desde distintos frentes de Morena y por el mismo presidente López Obrador desde su mañanera.

Lo paradójico de estos ataques es que, en lugar de debilitar o destruir a Gálvez, parecen estar contribuyendo a su crecimiento y consolidación como una figura política relevantísima. ¿Por qué digo esto? Porque, en la política, la victimización puede ser una poderosa herramienta. Lo incomprensible es que, si hay alguien que lo sabe (los réditos de la victimización) es, precisamente, AMLO. ¿Por qué insiste en hacerla crecer? Cuando un político es atacado de manera desproporcionada o injusta puede ganar la simpatía y el apoyo de aquellos que perciben que está siendo tratado de manera injusta. Otra vez, si alguien lo sabe es Andrés Manuel. Y, aun sabiéndolo, lleva ya meses intensificando sus ataques, aunque éstos no hagan sino ponerle a Xóchitl la mesa para devolver las boleas con cañonazos declarativos.

Claudia Sheinbaum, ya candidata de Morena, al igual que ocurrió en las elecciones internas de su partido, ahora lidera las encuestas nacionales rumbo a la elección federal. Sin embargo, parece que algunos no están dispuestos a dejar espacio para la competencia y el debate. ¿No recuerda AMLO el trago amargo que ha debido enfrentar Morena? Pero Xóchitl no es Marcelo: ella no le debe ningún tipo de lealtad a López Obrador. Los ataques hacia Gálvez, quien ha sido muy crítica de la administración obradorista, reflejan una actitud que no tolera voces disidentes y ve moros con tranchete en cualquier competencia democrática, incluso si los números auguran tu victoria.

López Obrador, en el característico tono de su mañanera, dedicó tiempo a criticar a Gálvez de manera personal, acusándola de ser una corrupta por ser empresaria y estar en contra de la transformación que él lidera. Este tipo de ataques sólo sirven para darle a Gálvez una plataforma más amplia y la oportunidad de presentarse como una víctima de la intolerancia política de Palacio Nacional.

Es importante recordar que la política no se trata sólo de ganar batallas momentáneas, sino de construir una imagen y un respaldo sólidos a largo plazo. Atacar a una figura opositora de manera desmedida puede tener el efecto contrario al deseado y fortalecerla en lugar de debilitarla.

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En un momento en que México enfrenta desafíos importantes en materia de salud, seguridad y economía, sería más productivo para todos los actores políticos centrarse en propuestas y soluciones en lugar de desviar la atención hacia ataques personales y confrontaciones estériles. La política mexicana necesita un debate constructivo y respetuoso, donde se escuchen todas las voces, incluso las críticas. La victimización no es el camino hacia una democracia fuerte y saludable. En todo caso, hacia las puertas que no querías abrir, si no cesan los ataques de manera despiadada (e ilegal) cada mañana.