Domingo, May 19, 2024
A- A A+

Banner superior a un lado de logo

Anuncio Museo 400px

Ubicacion de Anuncios, debajo de destacados, banner todo ancho

El reseteo

 
 

 

 

Pascal Beltrán del RíoPascal Beltrán del Río                               
 
Bitácora del director
 
 

Aunque no le queda claro qué es una Norma Oficial Mexicana ni las implicaciones de revelar un aumento en la tasa de interés de referencia antes de que lo dé a conocer Banco de México ni las razones por las que el país bajó a la Categoría 2 de la seguridad aérea, el presidente Andrés Manuel López Obrador sí que entiende de campañas electorales, y mucho. 

Eso no se le puede regatear.

Como muestra, está la cena en la que reunió antenoche a sus corcholatas –sentando a su diestra a dos de ellas y a su siniestra al par restante– y en la que anunció la decisión de que los cuatro deberán renunciar a sus respectivos cargos si quieren participar en la encuesta de la que habrá de surgir quien represente al oficialismo en la elección de 2024. 

A mi juicio, el mandatario se había dado cuenta de que el esfuerzo por mantener en el poder a su movimiento político estaba incurriendo en un error muy serio: se había vuelto predecible.

La gracia de los procesos sucesorios en México ha sido sostener la tensión dramática. Deben estar cargados de incertidumbre y jamás dejar que los mexicanos se vayan a dormir habiendo encontrado la respuesta al acertijo.  

Si bien es imposible ocultar su preferencia por la jefa de Gobierno capitalina, Claudia Sheinbaum, el Presidente sabe que la realización de la encuesta es un juego de prestidigitación indispensable para su narrativa de que él manda obedeciendo al pueblo. Pero la encuesta en las condiciones actuales tiene un resultado obvio, como ha dejado en claro la cargada que se ha dado en favor de Sheinbaum.

No cabe duda que ella se extralimitó en su condición de preferida. Es decir, se le pasó la mano: no sólo acaparó las bardas, sino también los apoyos de los gobernadores morenistas; se dedicó a viajar por el país con el pretexto de dar lecciones sobre “políticas exitosas”, y organizó conciertos en el Zócalo, con cargo al erario, a fin de mostrarse conectada con los gustos musicales de la juventud. 

Así, Sheinbaum se volvió algo más que la incondicional de López Obrador. Ya era, a la vista de todos, la inevitable en la sucesión presidencial. La desaparición de cualquier elemento de sorpresa no sólo la convierte en blanco tempranero de maledicencias, sino le resta un par de meses al rejuego político del oficialismo, cediendo la cancha a la oposición.

El mandatario ya se había reunido con sus corcholatas a finales de abril, en Palacio Nacional, durante un encuentro que fue marcado por el regreso de Ricardo Monreal como hijo pródigo. Sin embargo, otro apretón de tuercas se hizo necesario.

Es posible que lo sucedido en Coahuila –donde los partidos de la coalición de gobierno se dividieron y perdieron la elección–, haya contribuido a la decisión del Presidente de oprimir la tecla de reinicio, aunque me parece que la influencia primordial fue lo anticlimática que se había vuelto la contienda.

La propuesta que ha impulsado desde diciembre pasado el canciller Marcelo Ebrard, de que los aspirantes a la candidatura se despojen de sus cargos, cayó como anillo al dedo a López Obrador. Por dos razones: a) porque genera la impresión de una cancha pareja entre los contrincantes y b) porque le permite mostrar que no le dará gusto en todo a Sheinbaum, quien hasta hace poco seguía diciendo que no solicitará licencia.

Ahora que Ebrard ha adelantado la suya, habrá que ver si las renuncias de los demás sirven para reavivar la expectativa.

Sería más sincero si, junto con ello, los participantes bajan los espectaculares que han brotado como hongos a lo largo del país y nos revelan cómo se pagaron.

Porque el Presidente ayer se pronunció por acabar con “todas las lacras de la política”. Una de ellas es el dinero que circula bajo la mesa en las campañas políticas. Una de dos: o los recursos que pagan esa promoción provienen del erario, lo cual constituye un delito, o son privados y eso implicaría que los aspirantes están sujetos a intereses particulares, algo que también ha combatido López Obrador.

En todo caso, tome su asiento, pues, como en los tiempos de la permanencia voluntaria, el show volverá a comenzar.

""