NOGALES, México— Al norte de la frontera, el fusil de francotirador calibre .50 es prácticamente una celebridad de YouTube. Su poder suele ser mostrado perforando bloques de motor y paredes de concreto. Desplegado con las tropas estadounidenses en guerras en otros países, se encuentra entre las armas más destructivas disponibles legalmente en Estados Unidos.
Pero cada semana, esos fusiles son contrabandeados a través de la frontera hacia México, donde los cárteles de la droga, cada vez más militarizados, controlan ahora arsenales que compiten con el de las fuerzas de seguridad del país. En muchos casos, los delincuentes superan en armas a la Policía.
Después de años de esfuerzos fallidos de Estados Unidos y México para frenar el tráfico de armas, grupos como los cárteles Jalisco Nueva Generación y Sinaloa están exhibiendo sus armas de grado militar en llamativos videos de propaganda, y utilizándolas para derrotar a las fuerzas de seguridad en los enfrentamientos.
En un país con solo una armería legal, ubicada en una base militar en la capital, cerca de 2.5 millones de armas estadounidenses ilícitas han cruzado la frontera en los últimos 10 años, según un nuevo estudio del gobierno mexicano. Esa avalancha de armas ha sido un acelerador clave en la crisis de seguridad que enfrenta actualmente el país. Los cárteles están usando las armas traficadas para asesinar a una cantidad récord de agentes de la Policía —464 solo en los primeros nueve meses del 2020— y los grupos armados más pequeños están contribuyendo a unas tasas de homicidio históricamente altas.
Las autoridades mexicanas, en una rara muestra de crítica pública, están actualmente desahogando sus frustraciones con lo que señalan como un fracaso de Estados Unidos para detener el flujo de fusiles calibre .50. En un momento en el que Estados Unidos está presionando a México para que lidie con los cárteles de manera más agresiva, las leyes estadounidenses que facilitan la compra de fusiles calibres .50 y otras armas destructivas, aunadas a la poca vigilancia en la frontera, están permitiendo que estos grupos expandan su influencia y actividad en el país.
“Es irresponsable que en Estados Unidos este tipo de armas se vendan a cualquier persona con requisitos mínimos y sin realizar ningún seguimiento posterior a la compra”, afirmó Fabián Medina, jefe de la oficina del canciller de México. “Lo que sabemos en México es que llegan a manos de las organizaciones criminales, y que con estas poderosas armas han derribado helicópteros de la marina y segado la vida de muchas personas”.
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El arma tiene poder táctico y estratégico como un símbolo de la fuerza y el alcance cada vez mayor de los cárteles. Una de las bandas musicales más populares de México adoptó el nombre Calibre 50. Entre sus éxitos recientes se encuentra “El niño sicario”.
El número de calibres .50 y fusiles de asalto en México se ha incrementado 122% en la última década, informó el gobierno este año según las autoridades mexicanas. La tasa anual de homicidios ha aumentado 67% en ese mismo tiempo.
A medida que las armas provenientes de Estados Unidos han inundado México, el porcentaje de homicidios cometidos con armas de fuego se ha incrementado
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Estados Unidos y México formaron este año un grupo de trabajo de alto nivel sobre el tráfico de armas. Los funcionarios estadounidenses afirman que actualmente están haciendo más esfuerzos que nunca para detener el flujo de armas y municiones.
“En los últimos ocho meses ha habido un cambio radical en cuanto al esfuerzo que se está haciendo al respecto”, afirmó un funcionario del Departamento de Estado, quien habló bajo la condición de anonimato porque no está autorizado a hablar públicamente sobre el tema. “Toma tiempo lograr obtener acusaciones, arrestos y encarcelar a personas, pero en términos de un esfuerzo mucho más coordinado del gobierno de Estados Unidos y una mejor coordinación con México, ha habido un gran progreso”.
Sin embargo, la frustración del lado mexicano ha crecido. Una década después de la Operación Rápido y Furioso, en la que agentes estadounidenses permitieron que miles de armas de fuego pasaran hacia el sur en un intento fallido por rastrearlas, y a pesar de los 3,000 millones de dólares en ayuda estadounidense a México para combatir el narcotráfico, los dos países no han logrado frenar el flujo de armas.
En una reunión de alto nivel este año, el secretario de la Defensa Nacional de México, Luis Cresencio Sandoval, estuvo visiblemente molesto con los funcionarios estadounidenses.
“¿Qué pasaría si hiciéramos el mismo poco esfuerzo por detener las drogas que el de ustedes deteniendo las armas?”, les preguntó, según un alto funcionario mexicano que estuvo presente.
Cerca de 70% de las armas encontradas en las escenas de crímenes pueden rastrearse hasta Estados Unidos, según la Agencia de Control de Bebidas Alcohólicas, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF, por su sigla en inglés).
Los calibres .50 fueron utilizados por las tropas estadounidenses en Irak y Afganistán para atacar objetivos desde cl tres kilómetros de distancia. En Estados Unidos, son un elemento fijo en los espectáculos de armas. Los entusiastas suben videos en línea mostrando a personas utilizándolos para aniquilar animales de caza y derribar árboles.
Pero en México, el arma ha llegado a simbolizar una peligrosa descoordinación en la alianza más amplia de la guerra contra las drogas entre las dos naciones: se vende de forma casual en Estados Unidos, y se utiliza cada vez más para atacar y aterrorizar mexicanos.
En una sala de conferencias al lado del cruce fronterizo entre Nogales, Arizona, y Nogales, México, el administrador de la aduana local en México, Juan Gim Nogales, estaba dando una ponencia sobre el aumento del tráfico de armas. Las municiones son una señal del problema.
“La cantidad de municiones que estamos incautando se ha incrementado en los últimos meses”, afirmó. Solo en agosto, los agentes en el puerto de entrada incautaron más de cuatro veces las municiones confiscadas durante todo 2019.
“No sabemos para qué se están preparando, pero se están armando”, afirmó Gim.
Los fusiles de calibre .50, predilectos por su precisión de largo alcance, han sido utilizados en México para derribar helicópteros gubernamentales y atacar a altos funcionarios
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Entonces llegó la noticia: un hombre con cajas de municiones en el asiento trasero de su auto acababa de ser detenido por agentes. Varios funcionarios de la aduana se trasladaron al lugar en un vehículo blindado.
El traficante era un hombre corpulento. Estaba apoyado contra una columna, hablando tranquilamente por teléfono mientras los soldados inspeccionaban su Ford Explorer roja. Había dejado las municiones en el asiento trasero, sin ocultarlas.
Sucede varias veces al día: incluso con solo inspecciones periódicas al azar, las autoridades mexicanas son capaces de vislumbrar la magnitud del problema del contrabando.
Con cada vez mayor frecuencia están encontrando armas y municiones de grado militar, a menudo completamente nuevas, compradas días antes en armerías y ferias de armas en Arizona. Cuando se detectan armas en la frontera, es por lo general porque los traficantes se ven angustiados o vulnerables, muy diferentes a los sofisticados criminales trasnacionales que realizan los contrabandos.
Este año, una joven estadounidense intentó cruzar la frontera a toda velocidad y chocó con una pared. Las autoridades mexicanas dijeron que estaba drogada. Tenía un rifle calibre .50 en el asiento trasero.
“Se veía parte del rifle saliendo de una maleta”, señalaron las autoridades mexicanas en un informe. Junto al arma encontraron 8,018 cartuchos de munición para armas pesadas.
El año pasado, fue un niño de 14 años el que se estrelló contra una pared. También lo encontraron con un arma calibre .50. México ha confiscado más de 600 fusiles en los últimos 11 años, dicen las autoridades. Muchos más han llegado a los cárteles.
“Lo que nos preocupa es lo que no conseguimos”, dijo Ricardo Santana Velázquez, cónsul general de México en Nogales, Arizona. “Porque esas son las armas que luego aparecen en los asesinatos y masacres”.
México acusa a Estados Unidos de no hacer el esfuerzo suficiente contra el tráfico de armas, pero la aplicación de la ley mexicana también es débil. Los ciudadanos estadounidenses capturados en México traficando armas enfrentan una sentencia máxima de dos años, y a menudo solo cumplen unos cuantos meses.
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En un video de propaganda reciente, hombres armados del Cártel Jalisco Nueva Generación exhibieron fusiles calibre .50, algunos montados sobre camiones blindados.
“Las armas les dan una ventaja psicológica a los cárteles y crean miedo entre las fuerzas de seguridad”, dijo Ioan Grillo, autor del nuevo libro Blood Gun Money sobre el tráfico transfronterizo de armas a México. “Imagínense estar en un camión de la Policía y que balas calibre .50 empiecen a perforar el blindaje”.
Al día siguiente de haber encontrado al hombre con las cajas de municiones en Nogales, Santana fue a realizar una inspección en el lado estadounidense de la frontera.
En un cruce no había agentes estadounidenses realizando búsquedas. En otro, los agentes realizaban inspecciones rápidas y superficiales a uno de cada 20 automóviles. Había letreros que advertían sobre cruzar la frontera con armas de fuego: “Es ilegal transportar armas de fuego y municiones a México”.
En las laderas de las montañas del lado mexicano, miembros de los cárteles observaban con binoculares.
“Ellos saben elegir sus momentos”, dijo Santana. “Saben cuándo cruzar”.
“Se puede ver lo poco que se interponen en el camino de alguien que intenta trasladar un arsenal a México”, agregó.
Las armas provienen de todo Estados Unidos. Las dos fuentes más importantes, según funcionarios de la ATF, son Arizona y Texas.
Los traficantes llevan las armas hacia el sur por las mismas rutas que utilizan para transportar drogas hacia el norte. Los grupos que dominan el contrabando por la costa del Pacífico, incluyendo el Cártel de Sinaloa, compran armas en Arizona. Texas es el mercado principal del creciente Cártel Jalisco Nueva Generación. Las armas calibre .50 están ampliamente disponibles en ambos estados, donde se venden al por menor entre 10,000 y 12,000 dólares cada una.
El área de Houston es el “epicentro” del tráfico de armas, hogar de 50,000 tiendas y distribuidoras de armas con licencia y un enorme mercado informal no regulado, donde las ventas privadas se realizan a través de listados en línea, según Fred Milanowski, quien dirige la oficina de la ATF allí. Más armas recuperadas en México son rastreadas hasta Houston y el aledaño condado de Harris que hacia cualquier otro lugar de Estados Unidos.
Las células de tráfico suelen estar dirigidas por un organizador que ofrece a los reclutas 500 dólares o más por arma para comprar piezas calibre .50. En muchos casos, estos testaferros son personas con problemas de drogadicción que están en deuda con sus proveedores. El año pasado, una pareja fue capturada traficando armas calibre .50 en nombre de su traficante de heroína en Tucson. En otro caso, unos adolescentes accedieron a comprar armas para un cártel a cambio de entradas para un concierto de Justin Bieber.
El organizador busca compradores que no tengan condenas por delitos graves. Los compradores por lo general tienen poca o ninguna idea para quién están trabajando, o hacia dónde van las armas. A menos que realicen el tipo de compras a granel que pudieran generar alertas, no hay nada que les impida comprar rifles potentes, sobre todo en el mercado informal o secundario.
“Hemos descubierto células de tráfico que solo realizan compras en el mercado secundario”, dijo Milanowski.
Algunos organizadores trabajan de manera exclusiva para un grupo criminal. Otros no saben bien a quién le están suministrando. Las armas entran de contrabando hacia el sur de la misma forma que las drogas se trasladan al norte: escondidas en compartimientos secretos de vehículos y algunas veces divididas en varias partes para ser ensambladas de nuevo a su llegada.
Funcionarios y analistas mexicanos están estudiando la cultura de las armas en Estados Unidos, mientras que los funcionarios estadounidenses han intentado entender la cultura mexicana del narcotráfico. David Pérez Esparza, actualmente un alto funcionario del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, se convirtió en miembro de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por su sigla en inglés) para comprender mejor a la organización mientras escribía sus disertaciones sobre el tráfico de armas. Sobre su sorpresa al asistir a un espectáculo de armas en Texas y ver a los niños jugar alrededor de fusiles de asalto, escribió: “Guau, un domingo normal con la familia”.
Los funcionarios mexicanos han intentado convencer a Estados Unidos de que despliegue escáneres de rayos X en ambos lados de la frontera. Han solicitado mayor intercambio de inteligencia y permiso para enviar agentes mexicanos a trabajar en el lado estadounidense de la frontera. Han pedido que se generen cambios en las leyes de Estados Unidos que permiten la venta de armas en ferias sin verificación de antecedentes, y han solicitado más información sobre el escándalo de la Operación Rápido y Furioso que afectó a la ATF.
Los funcionarios estadounidenses afirman que los esfuerzos para instalar dicha tecnología han sido obstaculizados por la burocracia en las aduanas mexicanas. Los diplomáticos estadounidenses que trabajan en el tráfico de armas les han recordado a sus homólogos mexicanos que no tienen la potestad para cambiar las leyes estadounidenses.
Milanowski afirmó que la carencia de sanciones severas en Estados Unidos por tráfico de armas de fuego minimiza el poder de la ATF para convertir a los infractores en informantes. Los legisladores estadounidenses han presentado varios proyectos de ley antitráfico en el Congreso, pero ninguna ha sido aprobada, en gran parte debido al poder del lobby de armas.
“Tenemos que acusarlos con lo que básicamente es una infracción de papeleo”, dijo. “En realidad no tenemos un gran cargo con el cual amenazarlos”.
La NRA no respondió a una solicitud de comentarios. La organización ha defendido la venta de armas calibre .50 en Estados Unidos, alegando que los criminales no las utilizan porque son muy costosas y difíciles de manejar, pero acotando que son muy populares entre francotiradores competitivos y deportistas.
Los homicidios en México alcanzaron récords históricos en 2018 y 2019; 2020 va en camino a establecer un nuevo récord.
Los cárteles, que alguna vez se enfocaron solo en asegurar las rutas de las drogas a Estados Unidos, están luchando cada vez más por control territorial y librando batallas armadas que pueden dejar una docena o más de muertos. La disponibilidad de armas de alto poder ha transformado esa lucha.
En las grabaciones telefónicas de la emboscada de octubre 2019 en Aguililla, Michoacán, se puede escuchar a los agentes gritar “me estoy muriendo” y rogando por refuerzos mientras continúan los disparos. Los agentes mexicanos afirman que se utilizaron al menos un fusil calibre .50 y varios AK-47 y AR-15 provenientes de Estados Unidos.
“Es un ejemplo revelador de lo que sucede cuando los cárteles están mejor armados que la Policía”, dijo un funcionario de seguridad mexicano, quien habló bajo la condición de anonimato porque la investigación seguía en curso.
El mes siguiente 23 personas, incluidas cuatro policías, fueron asesinadas cuando hombres armados abrieron fuego en Villa Unión, a 70 minutos de Eagle Pass, Texas. Los investigadores recuperaron seis fusiles calibre .50. La ATF rastreó uno de ellos a una tienda de armas en los suburbios de Houston. Cinco personas han sido acusadas de una supuesta operación para traficar armas desde Texas.
Los funcionarios estadounidenses dicen que han respondido a las solicitudes de México para mejorar la coordinación. Las autoridades fronterizas incautaron más de 350 fusiles y pistolas con destino a México en puntos de control durante el año fiscal 2020, la mayor cantidad en al menos una década. Eso representa apenas un poco más de 0.1% de las armas estimadas que se trafican cada año, cerca de unas 250,000.
La ATF afirma que ha incrementado su presencia en México en 20% durante el último año, con el objetivo central de rastrear armas recuperadas. Aun así, los funcionarios dicen que tienen una capacidad limitada para efectuar arrestos a menos de que exista evidencia de una operación de tráfico.
“Hay una variedad de factores que los agentes y fiscales pueden considerar, como armas de fuego encubiertas en un espacio oculto de un vehículo, pero no hay nada inherentemente ilegal en conducir cerca de la frontera con armas de fuego en tu auto”, afirmó Thomas Chittum, director adjunto de operaciones de la ATF.
Los mexicanos ven una desconexión más profunda entre el enfoque de Estados Unidos en la guerra contra las drogas y la falta de acción para ayudar a detener el flujo de armas poderosas.
“Imaginemos que los criminales estuvieran disparándole regularmente a la Policía estadounidense con armas calibre .50”, dijo Grillo. “Eso seguro causaría un escándalo y la población vería cómo las personas son por lo general capaces de comprar estas armas con la misma facilidad con la que compran una pistola”.