Vianey Esquinca La inmaculada percepción
Cuando no hay carnita informativa, cualquier tema se lleva la nota. Eso fue lo que sucedió con la visita del presidente Andrés Manuel López Obrador a Estados Unidos. Lo que acaparó la cobertura mediática fue la nota de color: el discurso fuera de lugar que dio el tabasqueño en la oficina oval frente a un condescendiente Joe Biden, que vivió en carne propia una probadita de lo que sufren los periodistas en la mañanera. Seguramente por eso el estadunidense prefirió la tensión de Oriente Medio y se fue a Israel, que la tensión de aguantar otro discurso del tabasqueño y no quedarse dormido.
Se habló más de su desparpajo al sentarse o del golpe que sufrió su esposa Beatriz Gutiérrez Müller en el marco de la ventana en el hotel Lombardy, que de las medidas migratorias propuestas. Tuvo más análisis el comportamiento del mandatario estadunidense que no recibió a su homólogo como debía, que las acciones antiinflacionarias con las que llegó el Ejecutivo mexicano.
López Obrador no le recordó que iniciaría una campaña para desmantelar la Estatua de la Libertad ni salió en defensa, al menos públicamente, del activista Julian Assange. La tan esperada visita fue, por decir lo menos, inocua. Lo bueno vino después, con la captura de uno de los criminales más buscados por el gobierno estadunidense, Rafael Caro Quintero. Lamentablemente, la fiesta se vio empañada con la caída de un helicóptero en Sinaloa que provocó la muerte de 14 marinos que apoyaron el operativo. La coincidencia en tiempos provocó toda clase de sospechas y obliga una investigación profunda.
Por otro lado, a nadie le pasó desapercibido que bastó una visita a Washington para encontrar a Caro Quintero en Guachochi, Chihuahua. Tampoco que el fiscal general de Estados Unidos, Merrick B. Garland, quiso dejar muy claro la participación de la DEA y por eso señaló en un comunicado que: “El arresto de hoy es la culminación del trabajo incansable de la DEA y sus socios mexicanos para llevar a Caro Quintero ante la justicia por sus presuntos delitos, incluida la tortura y ejecución del agente especial de la DEA Enrique Kiki Camarena”.
Pero el embajador Ken Salazar quiso dejar claro lo contrario y en una postura emitida ayer aclaró que: “Ningún personal de Estados Unidos participó en la operación táctica que resultó en el arresto de Caro Quintero: la aprehensión de Caro Quintero fue realizada exclusivamente por el gobierno mexicano… La exitosa operación mexicana ejemplifica lo que podemos lograr al trabajar juntos para salvaguardar a los ciudadanos de México y Estados Unidos”.
¿Se enojó el gobierno mexicano de la infidencia de Mr. Garland? ¿No quieren saber nada de la DEA, agencia que no es bien vista por el tabasqueño? ¿Es una afrenta reconocer su participación? Para estar acorde con las tendencias ¿En un metaverso ayudó la DEA y en otro no?
Hay que recordar que, en diciembre de 2020, el Senado aprobó una propuesta del mandatario mexicano para restringir actividades de los agentes estadunidenses en el país y despojarlos de su inmunidad diplomática. Eso fue dedicado a la DEA a quien López Obrador también llamó irresponsable por la investigación y detención de Salvador Cienfuegos.
Hasta el momento de escribir esta columna, nadie del gobierno mexicano se había pronunciado al respecto. Lo que es un hecho es que se verá en las siguientes semanas si el gobierno del país vecino logró lo que millones de mexicanos no han podido: que el gobierno federal cambie su estrategia de abrazos y no balazos, que ahora sí capture capos y no les mande saludos con sus mamás. Nos leemos nuevamente el 31 de julio.