José Buendía Hegewisch Número cero
La captura de uno de los máximos cabecillas históricos del narco mexicano, Rafael Caro Quintero, es más trascendente por sus revelaciones sobre las redes del crimen y las preguntas que la acompañan, que por el daño a los grandes cárteles. Su detención, tras 10 años prófugo abre interrogantes sobre el significado para la estrategia de seguridad de López Obrador y la colaboración con la DEA. La acción de seguridad recuerda más a actuaciones del pasado que a la política de no confrontación de su gobierno.
Sin embargo, sería prematuro adelantar un cambio a la estrategia de “abrazos y no balazos” que defiende el Presidente frente al creciente reclamo por la inseguridad, la proliferación de masacres y la irrupción de grandes cárteles en lugares que, en apariencia, estaban a salvo de la pelea por los territorios como la CDMX. El objetivo más buscado de la DEA cayó en Sinaloa sólo tres días después de la reunión entre López Obrador y Biden en EU, en un momento en que la imagen de la seguridad en México acusa un fuerte desprestigio, que el canciller Ebrard ha atribuido a campañas “negras” de la DEA.
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La detención del capo es difícil verla fuera del marco de esa reunión como la entrega de un trofeo en respuesta a los roces y conflictos en la colaboración antinarcóticos por la aprensión del extitular de la Defensa, Salvador Cienfuegos, y que dio lugar a una reforma a la ley de seguridad nacional para restringir las actividades de la DEA en México. Esta vez reapareció el crédito a la DEA, que aplaudió el trabajo de su “increíble equipo” en el operativo contra Caro Quintero junto con las autoridades mexicanas. EU está a la espera de su extradición para juzgarlo por delitos como tortura y ejecución del agente de la DEA Enrique Kiki Camarena en 1985.
Aunque el poder del llamado “narco de narcos” había menguado, el golpe sirve a EU para recordar que “no hay escondite para nadie que secuestra, tortura y asesina a agentes estadunidenses”, en referencia a la vieja deuda por el asesinato de Camarena. El mensaje y posible revancha tardó una década desde que la corrupción permitió que la justicia lo liberara en 2013 y así evidenciar la compleja red de complicidades de políticos, jueces y ministerios públicos detrás del crimen organizado. Su historia salpica a funcionarios de entonces como Manuel Bartlett como antiguo secretario de Gobernación, al que podría señalar en el juicio de EU. No debe ser fácil para López Obrador ceder a la extradición como pide EU, por lo que el capo pueda revelar en los tribunales.
Por eso, su captura puede verse como una señal para la colaboración bilateral. Al mismo tiempo que obedecer a la agudización de la violencia de la que ya nadie se siente a salvo ni en lugares en apariencia ajenos a la lucha entre cárteles como la CDMX. Su intensidad y permanencia pasan factura a la popularidad presidencial y comienzan a movilizar a actores sociales que mantenían silencio como las iglesias.
Pero el aparente cambio de señales se observa también en otras acciones como la inversión millonaria que López Obrador comprometió con Biden en la frontera para atacar el trasiego de drogas y armas. Así como en la confrontación policiaca en el sur de la CDMX contra grupos del cártel de Sinaloa, que recordó los viejos operativos contra el narco que se remontan a la lucha por el territorio, inaugurada por Caro Quintero con el cartel de Sinaloa en la década de los 80. Al igual que entonces, la ruptura de equilibrios irrumpió con violencia en la capital, cuya presencia se había negado desde hace dos décadas, a pesar de haber tenido control del aeropuerto y de la entrada de droga de Morelos y Guerrero al mayor mercado de droga del país en la “ciudad del humo”.
En el caso de Topilejo, en efecto, el gobierno de Sheinbaum actuó diferente, aunque también es temprano para saber si contrasta o no con la estrategia del federal. Quizás otra señal de que las tácticas en seguridad pueden estar cambiando, junto con la cooperación de EU, aunque no se refleje en el discurso presidencial y, por ahora, sólo quede perseguir los hechos de la realidad para, en su caso, tratar de dilucidar ¿cómo y hacia dónde?