Ivonne Melgar Retrovisor
En las apuestas hacia el 5 de junio, se da por un hecho que Quintana Roo será gobernado por Morena con su candidata Mara Lezama Espinosa, cuyo eventual triunfo sería también el de la confirmación del poder que en esa entidad tiene el PVEM desde que era aliado del PRI.
Los verdes fueron claves para el gobernador Roberto Borge y lo han sido ahora para los presidentes municipales morenistas, como es el caso de la puntera.
Mientras en otros estados la operación electoral corre a cargo de las estructuras que fusionan padrones gubernamentales con los tocapuertas de los chalecos guindas –sean promotores de programas, diputados o activistas de Morena–, en esta zona del Caribe mexicano el amarre de los votos es una tarea comandada por el exsenador Jorge Emilio González Martínez, el Niño Verde.
Por eso no es casual que del PVEM provenga la abanderada del PRD y del PAN a la gubernatura de Quintana Roo, Laura Fernández Piña, quien llegó a la Cámara de Diputados con la marca del tucán y muy pronto, preparándose para esta disputa, saltó a la bancada del PRD.
Y aun cuando los perredistas y los panistas se encuentran satisfechos con el desempeño de la exalcaldesa de Puerto Morelos, quien ha logrado transmitirles la emoción de que la moneda está en el aire, en una entidad que hace medio año la oposición daba por perdida, las mediciones, que todos tienen, la colocan en segundo lugar.
Las encuestas que se han publicado auguran un dos a uno. Pero los perredistas dicen que Laura Fernández se encuentra a menos de 10 puntos de distancia de Mara Lezama y que los votos ocultos e indecisos no serán morenistas y harán el milagro.
Lo cierto es que la candidata del PRD y del PAN es tan camaleónica como representativa de esa generación de políticos que, sin rubor alguno, un día son de la 4T y otro sus opositores. Fue del PRI. Después de Morena y del PVEM y hoy perredista con apoyos azules.
Laura Fernández no es la única que arrastra en la elección de Quintana Roo ese sello que se profundiza en México: el chapulineo por las candidaturas regateadas. También el representante de Movimiento Ciudadano, el senador con licencia José Luis Pech Várguez mudó de partido cuando perdió en la encuesta estatal de Morena.
De manera que a la hora de jalar votos, ambos camaleones podrían sumar a los militantes de sus expartidos y a sus exgobernados. Ella, en Puerto Morelos, y él, en Chetumal, donde fue alcalde.
Habrá que esperar el saldo de las urnas para confirmar el peso de las lecciones que deja la contienda en Quintana Roo y que deberían prender las alarmas de todos los jugadores que ensayan sus estrategias hacia 2024.
En el caso de los partidos de oposición, es muy evidente que sólo pueden ganarle al bloque Morena, PVEM y PT, si se suman todos.
Sin embargo, ojo: si bien hay diversas mediciones, en todas, Mara Lezama quedará abajo de 40 por ciento de la votación.
Lo anterior significa que el resto del pastel electoral estatal se repartirá entre tres: Fernández (PRD y PAN), Pech (MC) y Leslie Hendricks (PRI).
La buena noticia es que la oposición tendría 60 por ciento de la representación. Pero lo sucedido en Quintana Roo conlleva una mala noticia para todos: ninguno puede solo.
Esa noticia se vuelve pésima para el PRI y MC.
Aquí, como en el resto de la República, los priistas siguen cargando con la loza que les dejó Peña Nieto. La marca arrastra negativos muy altos. Por eso su candidata nunca levantó y, según previsiones, apenas alcanzará entre 5 y 7 por ciento. Por ello, Jesús Zambrano, dirigente del PRD, sigue insistiéndole a su homólogo del PRI, Alejandro Moreno, que declinen a favor de Laura Fernández.
En cuanto a MC, si bien ha tenido hazañas relevantes en Jalisco, Nuevo León y Campeche, todo indica que 2022 no será su año, electoralmente hablando: en ninguno de los seis estados en disputa logrará quedarse con un tercio de la votación. Y si bien en la dirigencia naranja confían en que Pech aglutinará la mitad de los electores de oposición, hay sondeos que pronostican que apenas alcanzará 10 por ciento.
Quintana Roo también le deja lecciones al partido del Presidente de la República sobre el natural desgaste de la marca: abanderada por Morena y PT, Mara Lezama ganó la alcaldía de Cancún con 58 por ciento en 2018; en 2021 se reeligió con 40 por ciento, ya con el agregado del PVEM. Y un año después, la competencia dejó de ser tersa.
Más allá de las especulaciones, es un hecho que la expriista Laura Fernández ha puesto en aprietos a Morena y al PVEM porque su campaña no fue testimonial: la diputada federal con licencia hizo trabajo de tierra y captó los reflectores nacionales, obligando a los operadores electorales de la puntera a dedicarle una campaña negra, síntoma siempre de la necesidad de parar una tendencia riesgosa.
La lección quintanarroense queda para 2024: quizá los camaleónicos precandidatos perdedores en la 4T no tengan un futuro ganador en la oposición. Pero pueden quitarles votos, tranquilidad y hasta el sueño.