Jueves, Noviembre 28, 2024
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Temores nocturnos

 

Rafael Álvarez CorderoRafael Álvarez Cordero                                                         Viejo, mi querido viejo
 
 
 

 Envejecer no es para cobardes

José Fonseca

Mi querido viejo: uno de los efectos inde­seables de esta pandemia que lleva ya más de dos años, ha sido la aparición de mie­dos, sensación de inseguridad y los temores nocturnos.

 
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“Cuando llega la tarde y la noche, siento que algo va a pasar, y aunque trato de no preocuparme, la oscuridad me causa tanta desazón como cuando era niño y tenía miedo a los fantasmas; hoy no creo en eso, pero la zozobra no me deja dormir bien”, me escribió un querido viejo.

“Me he rehusado a tomar pastillas para dormir, pero lo que me sucede ahora es que aunque duerma unas horas, me levanto a las tres o cuatro de la mañana, no puedo volver a conciliar el sueño, pienso una serie de cosas que me inquie­tan y, lógicamente, me levanto muy mal”, me escribió otro.

“Con mucha frecuencia vuelvo a ver a amigos y fami­liares que ya no están aquí; en ocasiones platico con ellos y me despierto sobresaltada, pensando que esos sueños son porque ya me voy a morir; es­toy sana, pero las noches son un verdadero problema”, me dice una querida viejecita.

¿Qué hay detrás de todo esto? ¿Estamos inexorable­mente condenados a mal vivir nuestra ve­jez, a no dormir bien, a sufrir temores o ataques de pánico?

No, querido viejo, eso no debe suceder nunca ni menos a nuestra edad.

Porque tú sabes bien que el miedo es inherente a la raza humana, nosotros te­nemos un cerebro que, a veces, nos hace travesuras y nos lleva a vivir situaciones como las comentadas por esos tres viejos queridos.

Los miedos se alojan en la mente y existen en todas las edades, posiblemente recuerdas algún miedo que tenías en la in­fancia, asociado a la oscuridad, a cuentos o relatos que veías o escuchabas, esos miedos se desvanecieron con el tiem­po; al llegar la adolescencia y, luego, la madurez, los miedos persistían: miedo a perder a la novia, miedo a no pasar los exámenes, miedo a no ganar suficiente sueldo, miedo, mie­do, miedo.

 
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Y al llegar al atardecer de la vida, los miedos pueden ser acerca de nuestra salud y los males que nos pueden ocurrir, y si sufrimos un dolor de cabe­za, pensamos que es un tumor, y una fiebre nos lleva a pensar en una peritonitis, etcétera, y esos miedos están en nuestra cabeza, y con frecuencia co­menzamos a tomar medicinas para dolores para contractu­ras musculares, para cualquier achaque.

“Envejecer no es para co­bardes”, decía hace años el es­critor José Fonseca, señalando que los viejos estamos vivien­do una época maravillosa en el mundo porque hoy conocemos más de la salud y tenemos ar­mas para conservarla cada vez más años, por lo que, a pesar de las noticias malas y las cala­midades que aquejan al país y al mundo, podemos y debemos seguir ade­lante con una sonrisa en los labios.

¡Nada de temores nocturnos!

La vida sigue y la viviremos con una sonrisa.

* Médico y escritor