Hay esperanza: todavía hay milagros. La semana pasada
ocurrió uno, pero la propagación de la doctrina neoliberal que predica el escepticismo cartesiano e invita a no creer en lo divino ni en lo inexplicable y misterioso, impidió detectarlo e hincarse de rodillas. Sí, me refiero al tránsito de un Presidente que se autodenomina “populista” a uno parlamentarista. La divina conversión sucedió durante el trayecto que cubre la distancia que separa al Palacio Nacional del Palacio de San Lázaro.
Veamos: El 16 de febrero de 2021 hubo una breve referencia en su conferencia de prensa al tema electoral y el Presidente anunció “adiós a los plurinominales”.
El 10 de junio de 2021, el Presidente se reunió a puerta cerrada con el Consejo Mexicano de Negocios. Ante los empresarios anunció que enviaría al Congreso tres iniciativas de reformas constitucionales. Una de ellas sería una reforma electoral. Al día siguiente dio a conocer algunas de las motivaciones de la reforma: ésta era necesaria para evitar “fraudes electorales” como los que sucedieron en el pasado, cuando los intereses creados se aliaron porque “no puede llegar al poder un populista”. Después de este notable acto de sinceridad, el Presidente prosiguió su reflexión sobre la reforma electoral, en particular, sobre su futura propuesta de eliminar 200 diputados plurinominales: “Para qué tantos diputados? ¿Por qué nada más se quedan los de mayoría? ¿Por qué no se quitan los 200 plurinominales?”.
El 28 de julio de 2021, insistió nuevamente en que “haya reducción en el número de plurinominales, diputados plurinominales”.
El 30 de marzo de este año, en la conferencia de prensa, el Presidente anunció que en la iniciativa de reforma electoral que enviaría a la Cámara de Diputados habría reducción de diputados y senadores plurinominales y que, en el caso de los primeros, “se quedarían nada más los electos” (sic).
El 28 de abril de 2022 presentó en la mañanera a los autores de la iniciativa de reforma, un grupo coordinado por el secretario de Gobernación y en el que participaron Pablo Gómez, titular de la UIF, y Horacio Duarte, titular de Aduanas, ambos con larga experiencia electoral. Y adelantó algunas de las características de la iniciativa que en unas cuantas horas enviaría a la Cámara de Diputados:
El secretario de Gobernación, Adán Augusto López, señaló que la reforma contiene “una reducción en el número de plurinominales...”.
Horacio Duarte, el titular de Aduanas de la SHCP, confirmó que la iniciativa contenía “la eliminación de los diputados plurinominales y lo mismo senadores plurinominales...”.
Pablo Gómez evadió la mención directa a los legisladores plurinominales.
El Presidente argumentó por qué había que eliminar la figura de legisladores plurinominales: “¿Qué es lo que pasaba... (los candidatos a plurinominales) estaban bien relacionados con los dirigentes de los partidos, con los políticos, y entraban de plurinominales —porque los apuntaban porque tenían influencias—, hasta los ayudantes de los políticos, sus familiares”...
Es decir, durante más de un año, el Presidente insistió en la necesidad de eliminar a diputados y senadores plurinominales porque, en realidad, no son verdaderamente “electos” y porque llegan por decisión de las cúpulas partidarias y no del “pueblo”.
Y en la mañana misma del anuncio de la iniciativa se ratifica esta propuesta por todos quienes hablaron de la iniciativa.
Pero como se deduce de la lectura de la iniciativa, la propuesta incluye la desaparición de los 300 diputados de mayoría relativa y su sustitución por diputados plurinominales electos en 32 circunscripciones.
Se trata del Presidente que ha exigido a sus funcionarios y seguidores “lealtad a ciegas” y de quien demanda a sus legisladores “no cambiar ni una coma” de las iniciativas que le interesan.
Ese titular del Ejecutivo que se autodefine como populista, que obedece la ley cuando le conviene y cuando no, la viola sin aspavientos e invita a sus colaboradores a hacerlo, que ha mostrado una y otra vez desprecio por los legisladores, especialmente por los plurinominales; el Presidente que organiza una cacería de brujas en contra de los legisladores de oposición a quienes califica de “traidores a la patria”, ¿de repente se convierte en simpatizante de la representación pura a través de la elección de listas plurinominales? ¿Del populismo al parlamentarismo en una hora?
La propuesta de elegir solo diputados plurinominales, que ha sido una larga aspiración de legisladores y políticos/as de convicción socialdemócrata, es, obviamente, un dulce envenenado. Busca un toma y daca en el que se destruiría al INE, se le sustituiría por un organismo con mayoría de consejeros obradoristas y que representa una de las propuestas más antifederalistas que se haya conocido. Invade las facultades de entidades federativas y municipios mandatando desde la Constitución el número de legisladores locales y regidores de cabildos. A otros con ese cuento.