Miércoles, Noviembre 27, 2024
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¿Por qué fracasan las naciones?

 

Luis F. Lozano Olivares                                                                                              Avvocato del Diavolo
 
 
 

La semana pasada me recordó un gran libro que estudia las causas por las que hay naciones exitosas y otras que fracasan. El título de esta columna emula al del libro (Why Nations Fail, de Daron Acemoglu y James A. Robinson) e inicia con un ejemplo que nos evidencia y duele. El libro compara las condiciones de vida de Nogales, Arizona, con la de Nogales, Sonora, dos ciudades divididas por una frontera inventada por el ser humano. En una, los residentes tienen una renta per cápita de 30 mil dólares promedio y en la mexicana, sólo de 7. El capítulo se centra en las condiciones de salud evidenciando que ambas ciudades vecinas tienen el mismo clima, la misma orografía, la misma gente, pero la esperanza de vida entre uno y otro es el sistema de salud al que tienen acceso.

¿Qué ha sido diferente entre ambas ciudades para que una tenga un nivel de bienestar tan evidentemente superior a la otra? Ambas ciudades fueron colonia española, parte de la Alta California y compartieron historia hasta que Nogales, Arizona, pasó a ser parte de Estados Unidos. Y es aquí donde empiezan a mostrarse las diferencias. Inglaterra que fue el país que colonizó y controló a EU; pero también los organizó en sus reglas. A México nos colonizó y organizó España. Para el siglo XVIII, Inglaterra y España eran potencias europeas con monarquías como organización política, pero con una diferencia fundamental. La monarquía de España era absolutista y la de Inglaterra ya tenía una constitución con 500 años y ya le habían cortado la cabeza a un rey, consolidando la representación popular en un parlamento. En España, las Cortes eran todos aristócratas, amigos del rey (y no estoy responsabilizando a España, para las licuadoras de una velocidad). Para no ahondar más en el libro (que es lectura obligada para entender México hoy), resumo que Inglaterra basó su organización política en instituciones y, más importante, reglas claras del juego; algo que se llama Estado de derecho y orden.

Los fundadores de EU, que fueron gente de una preparación e inteligencia poco valorada, tenían una base firme de donde construir un país. He ahí la diferencia de los primeros 100 años de historia independiente entre México y EU. En la Unión Americana no hubo un solo golpe de Estado y una guerra civil, mientras que aquí nos la pasamos entre guerras civiles y cuartelazos. La razón: no había Estado de derecho ni instituciones. Mientras los estadunidenses han tenido una sola constitución, nosotros hemos tenido al menos cinco. La razón es que no había un sistema de balances que nos estabilizara y nos diera un propósito. Cada presidente que llegaba, destruía lo anterior, en lugar de construir sobre lo ya hecho, y eso enojaba a sus adversarios y el país permanecía en una división política permanente. 

Los fundadores de Estados Unidos determinaron que la república requería de diversos balances para funcionar y complicar los cambios abruptos y la intromisión del gobierno en la vida de los particulares. Para ello, los estados miembros de la unión fueron dotados de autonomía para cobrar impuestos y generar su propio desarrollo. Compiten entre ellos. Piense usted lo que era Michigan en 1960 y lo que es hoy Texas. Ése fue el balance trasversal, pero el vertical controlaría al gobierno federal y sería un concepto sin el cual, no hay ni instituciones ni Estado de derecho: la división de poderes.

La tiranía siempre ha sido enemiga de las instituciones y de la división de poderes. Es lo primero que atacan cuando llegan al poder. Para preservar y proteger a las instituciones está el Estado de derecho, que es el marco que regula lo que se puede y lo que no se puede hacer. Para ejercerlo, se requiere de voluntad, ética y cojones, es decir, las instituciones y el derecho dependen de la virtuosidad o ruindad de los individuos, y es ahí donde falla todo.

Nos ha costado mucho llegar al lugar donde habíamos llegado hasta hace poco. Tenemos cómo vecinos al país más exitoso del mundo, pero es con quien nos queremos pelear y no emular.