Miércoles, Noviembre 27, 2024
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Vitaminas para la democracia

 

Cecilia Soto

 

Felicidades al INE por llevar a buen puerto la consulta.

 

Aunque según la Encuesta Nacional de Cultura Cívica del Inegi, Encuci 2020, 65.2 por ciento de la población de 15 años o más piensa que “la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno” hay varios síntomas que indican que la nuestra necesita una remozada profunda, un sacudimiento fértil que la fortalezca y vigorice, una inyección de endorfinas que aumente la participación ciudadana en todos los aspectos que forman parte de la democracia. Ni en México ni en Francia el voto es obligatorio, pero en las elecciones de hoy domingo, los electores franceses participaron en más de 73.8 por ciento (y nos tendrán durante las próximas dos semanas con el Jesús en la boca), mientras que en nuestro país, cuando en una elección federal se supera 60 por ciento de participación electoral, celebramos con fuegos artificiales. En las elecciones locales, muchas veces es más la gente que se abstiene que la que va a votar.

No se trata exactamente de un cansancio, pues a diferencia de la francesa, nuestra democracia es relativamente joven, 25 años, aproximadamente una generación. Pero los síntomas ahí están. Baja participación electoral y 46.8 por ciento de la población se encuentra algo o muy insatisfecha con la democracia frente a 52.7 por ciento que se encuentra muy satisfecho, una diferencia demasiado pequeña. Pese a las grandes expectativas que representaron los hitos de las alternancias políticas de 1997 a la fecha, una gran mayoría de mexicanos y mexicanas no vive mejor. Los logros que consigue uno u otro gobierno en la disminución de la pobreza son efímeros y los retrocesos abundan en aquellos servicios y bienes públicos indispensables para vivir mejor: más y mejor educación, más y mejor acceso a la salud, más y mejores empleos, entre otros.

Y es que los instrumentos para que la democracia se ejerza, los partidos políticos están en la lona. Sólo 21.8 por ciento les tiene mucha o algo de confianza, mientras que 76 por ciento les tiene poca o nada de confianza. Los partidos políticos comparten el sótano de la confianza ciudadana con los senadores y diputados federales con 73 por ciento que les tiene poca o nula confianza.

De ahí que valga la pena reflexionar sobre si el proceso revocatorio pudo haber jugado ese incentivo para fortalecer la democracia o si los hay mejores. Sin conocer los resultados a la hora que escribo este artículo, ya puedo tener al menos una respuesta parcial. El proceso de este domingo reforzará la desconfianza en los funcionarios públicos y el escepticismo respecto al cumplimiento del Estado de derecho. En 2020, casi 67 por ciento de la población declaró tener poca o nula confianza en los servidores públicos. ¿Aumentará la confianza o la desconfianza después del descarado despliegue de ilegalidades desarrollado por los principales funcionarios del gobierno federal: del Presidente para abajo, gobernadores, alcaldes y seguidores de Morena? Más de 61 por ciento de la población de 15 años o más considera que en México no se cumple la ley. ¿Qué pensarán cuando escuchan al Presidente afirmar que su secretario de Gobernación no asistió a actos partidistas y pueden ver a Adán Augusto en sus pantallas arengando a favor del proceso revocatorio e insultando a los funcionarios del INE? Todo esto junto al titular de la Guardia Nacional uniformado y presente en las tribunas. 

 
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Más esperanzador es lo siguiente. En esa misma encuesta, 69.2 por ciento de la población de 15+ considera que “en este país se necesita un gobierno en donde todos participen en la toma de decisiones”. La consulta sobre la revocación de mandato traiciona esa esperanza, pues pide participar en una decisión que ya está tomada desde 2018.

Hay varios instrumentos para revitalizar la democracia. Y uno de ellos que satisface esa preocupación de la gente “por participar en la toma de decisiones” son precisamente las elecciones primarias para la selección de los y las candidatas que participen en las próximas elecciones de 2024, ya sea para la Presidencia de la República, gobernadores y hasta senadores y diputados. Esta herramienta responde también a una respuesta inesperada y que me ilusiona: 69 por ciento de la población “considera que cuenta con los conocimientos y habilidades para participar en actividades políticas”.

Las elecciones primarias quitan el monopolio de la decisión sobre las principales candidaturas a las cúpulas partidarias y la entregan a los y las ciudadanas. El hecho de que millones de electores voten por una candidatura decidida cupularmente no borra el pecado original: muchos votan por una decisión tomada por unos cuantos y en el caso de Morena, tomada en una encuesta de uno: el Presidente. En la Cámara de Diputados sufren la congeladora varias iniciativas de ley para que en México se instituyan las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), una de las modalidades más interesantes de elecciones primarias. Devolvamos el poder a la gente, pero desde la selección de candidatos y candidatas. Y #YoDefiendoAlIne porque #ElIneEsNuestro.