Miércoles, Noviembre 27, 2024
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La justicia, la venganza, la injusticia

Yuriria Sierra                                                                Nudo gordiano
 
 

 

 

“Desde que entré, me percaté que todas las mujeres aquí somos invisibles. Nadie tiene voz, lo que junto a ustedes logramos visualizar sus casos y lograremos su liberación…”, son las palabras que Alejandra Cuevas pronunció en los primeros minutos, tras recuperar su libertad. Fueron 528 días de encierro y de súplicas, de búsqueda de justicia, de aferrarse día a día a la recuperación de su libertad, misma que finalmente llegó, gracias al voto unánime de los 11 ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Fueron 17 meses de reclusión, de revancha personal de quien presentó una demanda como civil, pero que se condujo como funcionario, apenas tuvo oportunidad. Cuevas estaba acusada de muerte por omisión del hermano del fiscal Alejandro Gertz Manero. Federico murió en septiembre de 2015, tenía 82 años. Análisis post mortem concluyeron que murió a causa de una “congestión visceral generalizada”, producto de una neumonía y un choque séptico por una úlcera en la espalda. Tras su fallecimiento, el hoy fiscal general de la República afirmó que las complicaciones de salud en su hermano fueron resultado del maltrato infligido de parte de su entonces pareja e hija del occiso. Las acusó ante las autoridades de la CDMX, pero el caso se estancó, no hubo juez que hallara elementos para acusarlas. Sin embargo, las cosas cambiaron cuando Alejandro Gertz Manero tomó la oficina de la FGR. Audios revelados hace unas semanas, sugieren que usó su posición para ayudar a sus intereses. Él lo negó en varias entrevistas concedidas días después de la revelación de esas conversaciones, incluso afirmó a Ciro Gómez Leyva que era víctima de una “extorsión mediática criminal”, pues la familia de Alejandra Cuevas y Laura Morán no cesaron en su lucha porque su caso encontrara espacios en noticiarios y periódicos, pero que encontró su clímax en la filtración de aquellas pláticas con el subprocurador.

“Celebro que se haya tomado esa decisión por la Corte y creo que es la mejor manera de enfrentar las controversias, los conflictos, el que nos ajustemos al marco legal y que prevalezca un auténtico Estado de derecho, antes, esto no sucedía, antes era un Estado de chueco…”, afirmó Andrés Manuel López Obrador a la mañana siguiente de la liberación de Cuevas. Después refrendó su apoyo al trabajo de Alejandro Gertz Manero. ¿Qué otra cosa se podría decir? Las ponencias de los ministros dejaron en claro que nunca hubo delito que perseguir, que se usó una figura inexistente. Ni Laura ni Alejandra evadieron las responsabilidades de cuidado a su alcance, ninguna faltó a una ley, simplemente porque no hay alguna que exija conocimientos médicos avanzados cuando se vive con una persona enferma. Ambas hicieron lo que estuvo en sus manos para procurar la salud del hermano del fiscal. Lo supieron siempre y no se rindieron para demostrarlo. Hoy, ya con ellas sin el aparato judicial encima, lo que queda es el análisis de lo que sucedió: qué gran labor de esta familia que se activó, pero nadie tendría que llegar a esto para acceder a la justicia.

“Desde que entré, me percaté que todas las mujeres aquí somos invisibles. Nadie tiene voz, lo que junto a ustedes logramos visualizar sus casos y lograremos su liberación…”, agregó Cuevas en sus primeros minutos de libertad. ¿Cuántas mujeres como ella la vieron salir con la esperanza de ser la siguiente en demostrar que su reclusión es un acto de injusticia?