Miércoles, Noviembre 27, 2024
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Cultura vs. violencia

 

Clara Scherer
 
 
 

“Faltaba mucho tiempo para que amaneciera”, frase final de Oficio de Tinieblas, de Rosario Castellanos. Ese añorado amanecer, la igualdad de derechos entre las y los mexicanos se vislumbra cada año más cercano, desde el 8M. Quienes no eran consideradxs personas, las mujeres, en ese entonces sin voz y sin historia, ahora tienen una ¿suave, frágil? voz y sí, estamos haciendo historia. Hemos dejado las orillas y al menos, por un día, una semana, estamos en el centro del debate. Ya no somos un silencio abrumador, aunque aún falta mucho qué hacer para ser una voz cotidiana.

Las falsas imágenes y falsos espejos con que intenta seducirnos la cultura patriarcal caen y se estrellan en mil pedazos, por mujeres como Sasha, Alejandra Cuevas, Rosario Robles, a quienes abrazamos fuerte. Ellas, y muchísimas otras, han reconstruido su imagen, basadas en sus propias experiencias. Nos asumimos “como seres humanos, y sujetos de nuestra vida y con responsabilidad frente a nosotras mismas y a los otros, frente a la historia y la cultura humanas. Decidimos sobre nuestros deseos y nuestras acciones”. Vemos a las jovencitas inventarse a sí mismas de múltiples formas.

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A pesar de vallas y amenazas, salimos a las calles vestidas de sororidad. Comprendemos el dolor amargo y profundo de quienes “todo lo rompen, todo lo queman” y cómo no, si somos hijas, hermanas, madres y las agresiones machistas cada día son más salvajes. Sabemos que la ternura genera relaciones diferentes, que implican empatía y conmoción ante el sufrimiento. Nos entendemos como seres en relación con las y los otros, somos íntimamente plurales. “Una es relaciones, una es comunidad, una es plural y no individua. La ternura radical está movida por el amor, por la resistencia y la defensa”. 

Queremos vivir plenamente, libres de violencia y por eso, este tipo de ternura requiere fuerza interior, reciprocidad y compromiso. Eso vivimos este 8M. Cuando se recurre a la fuerza física, se muestra la debilidad humana. La violencia machista se incrementa en la medida en que ejercemos nuestros derechos; no soportan lo que suponen como desobediencia a sus claros mandatos. Encerradas nos quieren en casas y en silencios, pero no renunciaremos.

La ternura fue la forma de pasar a la ofensiva, no nos aislamos ni callamos. Nuestra acción se volvió palabra: “Policía consciente se une al contingente”, lo que provocó un cambio significativo en la vivencia de la marcha y en la conciencia social. Compartimos nuestra lucha desde otra orilla, la de la comprensión. Marcamos un límite al gritar “nunca más tendrán la comodidad de nuestro silencio”. No más impunidad, aunque sea el repudio social.

“La ternura como contra-pedagogía de la crueldad apunta a recuperar la sensibilidad y los vínculos oponiéndose a las presiones de la época”. Entender el desamparo, sentir en lo profundo la soledad trágica en la que quedan las personas que viven la crueldad, hace que recordemos que “la ternura parental es una instancia psíquica fundadora de la condición humana”. https://www.aacademica.org/000-111/359.

La mirada, la palabra, la sensibilidad desde la ternura y hacia las otras, los otros, construye una cultura diferente, lejos de jerarquías y órdenes inapelables. Genera comunidad, acompañamiento, consuelo y un nivel mínimo de justicia. Da fuerza para seguir buscando una justicia restaurativa. Sabernos iguales en tanto humanidad, asumir responsabilidad frente a esas otras, esos otros. No escondernos en la Casa gris.

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Gracias a Sasha Sökol, Alejandra Cuevas, Laura Morán, Rosario Robles, Maria Ovsyannikova, Viridiana (y otras valerosas) por desenmascarar las horrendas caras del cruel patriarcado. Hemos dado un paso hacia la transformación cultural, hacía el cambio de mentalidades, de ideas y de sentimientos. ¡Defendamos con pasión al INE!