Miércoles, Noviembre 27, 2024
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Insistir en la confianza

 

Luis Wertman Zaslav
 
 Nuestra principal prioridad social debe ser construir un entorno de confianza en el que la mayoría podamos dialogar y encontrar soluciones a los problemas que consideramos inmediatos y, por lo tanto, más apremiantes. 

Establecer comunidades que confíen en sus integrantes y dirijan sus esfuerzos colectivos hacia fines comunes que ayuden a convivir en paz y con tranquilidad es lo que nos hace falta como sociedad en estos momentos. 

Existen responsabilidades públicas y privadas en la solución de los problemas generales, pero los que nos corresponden a las y los ciudadanos sólo están en nuestras manos; de la colaboración que podamos lograr desde cada colonia y municipio depende que logremos mejorar las condiciones de vida en el país. 

Avanzamos, con los dolorosos costos que ello ha implicado, hacia una nueva etapa de la pandemia en la que podremos considerar que las restricciones y los cuidados extremos serán sustituidos por medidas más flexibles debido al aumento de personas que se han vacunado o han sufrido la enfermedad, lo que nos permitirá convivir con este virus, igual que hacemos con otros muchos. 

 
No obstante, es importante insistir en que entraremos en una nueva realidad en la que es urgente que nos conduzcamos como una sola sociedad y en una dirección en la que podamos definir con claridad nuestros puntos de coincidencia. Las necesidades comunes no varían mucho y la participación ciudadana puede provocar las medidas para satisfacerlas. 

Pero tenemos que partir de la confianza en vecinos y cercanos, para luego extenderla a buenas autoridades e instituciones. Si cada uno de nosotros es hoy un medio de comunicación gracias a la tecnología, estos canales deben emplearse para alertar, denunciar lo que nos afecta y proponer soluciones civiles en coordinación con las y los responsables de su atención. 

Invertir tiempo en la generación de confianza es una apuesta que siempre trae buenos resultados. Es poco importante si coincidimos en todo, lo sustancial es que estemos de acuerdo en lo mínimo fundamental para estar bien como ciudadanía. Si esa confianza se consolida en nuestras comunidades, entonces permeará a las instituciones que hemos establecido para regular nuestra convivencia y hará que sus integrantes también confíen en su labor y en quienes ya no actúan sólo como gobernados, sino como miembros de una sociedad activa y consciente. 

Poco a poco esa conciencia social va llegando a conclusiones de las que depende el futuro de nuestra nación: el cuidado de los recursos naturales, el combate a los efectos del cambio climático, la urgencia de cerrar la brecha de desigualdad a través del fomento a la salud, la educación, el deporte, la seguridad y la atención a los segmentos más vulnerables. 

En los temas anteriores se tiene poca discrepancia al momento de señalarlos como necesidades no de ahora, sino de hace muchas décadas. Enfocarnos en seguir atendiéndolos y apoyar socialmente para que sean el cimiento de la sociedad que seremos después de la pandemia es una meta posible si la sustentamos en la voluntad y en el compromiso de la mayoría. 

Hay espacio para el diálogo civil, el de una mayoría que persigue objetivos comunes, la que impulsa los cambios y no desea dividirse porque reconoce que en la unidad y en la equidad está la respuesta para reducir la enorme brecha de desigualdad que nos ha afectado sin motivo aparente, debido a que esta nación tiene casi todo. 

Somos las y los ciudadanos los que podemos empezar a construir confianza, particularmente en nosotros mismos y en nuestro potencial para llegar a buenos acuerdos y a coincidencias que nos sirvan de plataforma para diseñar el país que anhelamos. Confianza, diálogo, acuerdos y una sola dirección. Ésa puede ser la fórmula.