Enrique Aranda De naturaleza política
De supervisor de obras, a aportante en rifas y protector…
Si bien el asunto pudiera parecer redundante y hasta “viejo”, lo cierto es que, a juzgar por las propuestas ahora a discusión para “poner cara” e intentar revertir la más grave crisis de credibilidad y desconfianza del gobierno de la 4T, de su incuestionable titular, Andrés Manuel López Obrador, el innegable y cada vez más preocupante estancamiento de la economía canceló ya, en los hechos, una más de las opciones que, en otro momento, se pensó, podría aportar cierto grado de esperanza en el futuro.
La abrupta caída de los principales indicadores y previsiones en materia de crecimiento, inflación e inversión, por ejemplo, poco o nada dejan ya a la imaginación y al análisis, cuando no sea el augurio de que, si bien el régimen se sigue refiriendo a un alza del PIB de entre 4.1% y 5.0%, no se ve cómo pudiera superar el 2.0% en 2022 o el incremento de precios no exceda, otra vez, la barrera del 4.5-5% anual.
Pensar, entonces, como adelantó apenas el domingo el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP), que dirige Carlos Hurtado, en un mejor comportamiento de la economía en su conjunto en la segunda mitad del sexenio es, en el mejor de los casos, una ilusión inalcanzable o, para decirlo claro, una afirmación engañosa que no hará más que consolidar la tendencia de crecimiento de la curva de pobreza que, en los dos primeros años, se vio engrosada con algo más de 6 millones de mexicanos.
Ello mismo, agravado por la declinante inversión productiva de los últimos años, imposibilita desde ahora el logro de la meta de avance económico de 6% al cierre de la presente administración y, en los hechos, canceló ya el alza de 4% anual promedio comprometido por el tabasqueño al inicio de su cada vez más emproblemada gestión, donde, insistamos, las opciones de consolidación de resultados y logros concretos dignos de ser exhibidos son cada vez menos…
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