Miércoles, Noviembre 27, 2024
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Ampáranos, señor

 

Vianey Esquinca     
 
La inmaculada percepción
 
 

El amparo es el instrumento que tiene una persona para defenderse de la autoridad cuando considera que están violando sus derechos contemplados en la Constitución. Hoy, en tiempos de la 4T, esta figura jurídica se ha convertido en casi un escudo protector, es el verdadero: “detente enemigo, el amparo del señor juez está conmigo” al que padres y madres de familia, empresarios, enfermos, médicos, particulares, universidades, organismos autónomos entre otros, han tenido que recurrir para protegerse de las arbitrariedades y ocurrencias del gobierno federal y el Congreso con mayoría morenista.

Pero de presentar un amparo y conseguir que el juez conceda la razón hay un largo trecho. Primero, la persona o institución que da el paso de ampararse debe asumir que pasa a la libretita de los rencores de Presidencia y se convierte en un neoliberal, conservador, fifí, adversario de la transformación, tecnócrata, camaján, mezquino y reaccionario, con intereses oscuros que antes callaban como momias y hoy gritan como pregoneros. Por su parte, el abogado que lo ayuda se vuelve un traidor a la patria.

Luego, el quejoso debe bajar la corte celestial para que le toque un magistrado neutral o afín a su causa, para después pedir que éste sea de palo y que tenga orejas de pescado para que no se intimide con las críticas que, desde la mañanera, el presidente Andrés Manuel López Obrador lanza contra los jueces que fallan en contra de sus decisiones o intereses y, finalmente, suplicar que el juez resista la prueba de la investigación que se solicita desde Presidencia.

 
Porque, como era de esperarse, al mandatario mexicano no le gusta que le lleven la contraria y ha acusado a jueces de ser corruptos por aceptar amparos. Incluso pide que sean investigados por el Consejo de la Judicatura o manda checar sus finanzas a través de la UIF. Eso sí, cuando el gobierno federal o alguna de sus dependencias tiene que recurrir al amparo, está muy bien y se llama defensa de los intereses de la nación. El Estado de derecho se vuelve un Estado del absurdo.

¿Qué ha provocado que recurrir a este recurso sea el amparo nuestro de cada día? Entre otras múltiples cosas, el desabasto de medicamentos en hospitales públicos. Padres de niños con cáncer han tenido que recurrir a este instrumento para poder acceder a los medicamentos especializados; lo mismo personas con el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) o que sufren diabetes.

Cuando se aprobó el polémico Padrón Nacional de Usuarios de Telefonía Móvil (Panaut), que obliga a los mexicanos a entregar datos biométricos para poder tener acceso a una línea de celular, se generó tal lluvia de amparos que parecía tormenta de huracán número 5. Lo mismo con las reformas al outsourcing, la Ley de la Industria Eléctrica o contra la política energética impulsada por el Presidente.

En el 2021, durante el pico más alto de la pandemia, personal de salud también recurrió a este instrumento porque en sus centros de trabajo no les proporcionaban equipo de protección para evitar contagiarse de covid-19, o les negaban la vacuna contra el coronavirus.

Hoy los papás y mamás vuelven a ser la nota, al recurrir a este medio de defensa para que, ante la reiterada y empecinada posición del gobierno del Presidente de no vacunar a menores contra covid-19, un juez les conceda la razón e inmunicen a sus hijos más pequeños, tal y como lo recomienda la OMS, los científicos, epidemiológicos, instituciones académicas de prestigio y hasta el sentido común.

Afortunadamente varias personas ya han obtenido al amparo de la justicia, ante el desamparo del gobierno.