En esta columna no somos fans del bitcoin y su corte de criptomonedas. De manera intermitente hemos dedicado algunos comentarios a la estrafalaria moda de este mercado alcista y espumeante de comprar esa cosa que quiere ser dinero, pero valer como si fuera algo mejor que el oro puro. Hemos insistido en que ese raro activo creado por programadores difícilmente soportaría la prueba del ácido de todo activo financiero: el alza en las tasas de interés. Como parece estar siendo el caso ahora que la Fed le ha enseñado a todos la chancla voladora.
El banco central de Estados Unidos tiene un arma poderosa que las mamás mexicanas conocen muy bien: la chancla voladora. Todos los que fuimos niños en México conocemos la estrategia. Bastaba que nuestras madres nos enseñaran la chancla para que dejáramos de hacer travesuras y portarnos bien. La mayoría de las veces no era necesario que la chancla entrara en acción.
Para que la chancla voladora funcione debe de cumplirse una condición muy importante de acuerdo con la teoría de juegos: debe de existir lo que los economistas llaman una “amenaza creíble”. Y nuestras madres y la Fed son expertas en ello. Nosotros de niños sabíamos que, si aun después de mostrarnos la blandiente chancla seguíamos haciendo desmanes, lo que seguía era la chancla en acción y quizá acompañada de cinturones y catorrazos. La amenaza creíble del chanclazo hacía que bastara mostrar la chancla al aire para que nuestras madres lograran su objetivo de pacificar la casa.
La Fed no ha subido ni una centésima sus tasas de interés. Nada más le ha enseñado al mercado la chancla voladora, declarando que las tasas subirán en el corto plazo. Y eso ha bastado para que las zonas más descocadas del mercado comiencen a portarse con recato y lucidez, abandonando el desenfreno y la exuberancia con la que se habían comportado estos meses y años en que la Fed se portó como mamá permisiva que dejaba hacer y dejaba pasar los excesos de los niños en la casa.
El problema es que en medio de la fiesta los invitados rompieron el florero que más le gustaba a mamá: el que guardaba la inflación, y ahora la inflación anda desbocada por toda la casa causando destrozos y la mamá eso no lo puede permitir. La Fed ha dejado claro que retirará su colosal estímulo monetario y subirá más pronto y más fuerte las tasas de interés de lo que se pensaba originalmente. La Fed ha enseñado la chancla voladora.
Y simplemente con enseñar la chancla, la Fed ha causado ya notables turbulencias en aquellos mercados en donde las valuaciones son muy sensibles a las tasas de interés, como, por ejemplo, el Nasdaq y las criptomonedas.
El Nasdaq está conformado mayoritariamente por empresas tecnológicas, cuyo modelo de negocios consiste en obtener en el corto y mediano plazos la mayor cuota de mercado posible, por lo que todos sus ingresos se reinvierten y sólo se espera que repartan dividendos en el largo plazo.
Como los flujos del Nasdaq están distantes en el futuro, al subir la tasa de interés, los flujos descontados sufren un efecto muy significativo y la valuación de sus acciones lo resiente. Con la simple amenaza de la chancla el Nasdaq ya ha perdido cerca de 12% respecto de su nivel máximo, ubicándolo en lo que popularmente se conoce como un mercado en corrección.
Pero activos como bitcoin y su corte de criptomonedas tienen una severa desventaja en un entorno de tasas al alza. bitcoin quiere competir con el dinero, y mientras el dinero rendía cero por ciento, era fácil ganarle. Pero las tasas al alza significan que el dinero va a rendir en el futuro, quizá veamos una tasa de 2 por ciento en los próximos 24 meses, y contra eso va a ser difícil que bitcoin compita.
El bitcoin ha perdido ya casi 47% desde que registró su máximo hace tres meses, convirtiendo a la otrora estrella de los especuladores en una de las víctimas más visibles de la chancla voladora de la Fed. La perspectiva de que su rival, el dinero, rinda más, ha sido muy difícil de digerir para bitcoin y sus amigas, quienes no tienen mucho que ofrecer a los inversionistas en un contexto de tasas al alza, y se enfrentan ante un desplome desolador para aquellos que tuvieron la mala suerte de comprar criptomonedas en la cúspide.