Yuriria Sierra
Nudo gordiano
No será el único en el mundo, pero sí es quien a nosotros nos ocupa. Llegará el momento en que los responsables del manejo de la pandemia en cada país rendirán cuentas. Aquí en México, por lo pronto, un juez ordenó revocar la sentencia de no investigar el papel de Hugo López-Gatell, quien fue acusado el año pasado por dos personas tras la muerte de familiares por covid-19, una denuncia basada en el reglamento interno de la Secretaría de Salud, que señala que el funcionario “debía de cuidar la salud de los mexicanos”. Homicidio culposo es el delito. Ya veremos hasta dónde llega esta investigación.
Sin embargo, más allá de las implicaciones específicas de estas dos acusaciones, ejemplos para cuestionar la estrategia del doctor López-Gatell, como lo llaman con orgullo en Palacio Nacional, están a la vista de todos: para empezar los números de contagios por día. Ayer de nuevo estuvimos por encima de los 50 mil casos, un día antes el pico máximo, el histórico, el que nunca en dos años de pandemia, más de 60 mil. Un récord tras otro. Desde un inicio, un errante López-Gatell minimizó el uso del cubrebocas, ofrecía, dijo, una “falsa sensación de seguridad”, sólo para después portarlo y promover su uso, eso sí, siempre que no estuviera en el mismo salón que el Presidente. Y justo sobre López Obrador, quien ha contraído coronavirus en dos ocasiones, el subsecretario sentenció que poseía fuerza moral, no fuerza de contagio. Tal vez una de sus declaraciones más desafortunadas, aunque decisiones ha habido peores.
Todos los días, la Secretaría de Salud rinde su informe diario, pero en la cifra de muertos que se registran no se incluyen los fallecimientos que el Inegi sí toma en cuenta y que están contabilizados con actas de defunción expedidas por el registro civil, esto ya fue aceptado por la propia Ssa, y nada ha pasado en consecuencia.
Está también su postura de no inmunizar con rapidez ni a todos. En un primer momento, cuando la dosis de refuerzo comenzó a ser tema en todo el mundo, López-Gatell la calificó como innecesaria, hoy ya es una campaña nacional. Además, se lanzó fuerte, fue muy duro con las familias que, mediante un amparo, buscaron una dosis para sus hijos menores de edad. Esto porque México comenzó a caminar en sentido contagio a la tendencia global, mientras países como Cuba, China o Uruguay, iniciaron la inmunización en menores. Sólo para semanas después autorizar la inmunización, aunque limitándose a menores con comorbilidades. López-Gatell, incluso calificó como mezquinas las intenciones de los padres, tal como redujo a un drama telenovelero las protestas por el desabasto de medicamentos para niños con cáncer. Al momento, es fecha que los menores de edad no tienen acceso a la vacuna, hasta Brasil, un país en manos de uno de los presidentes más irresponsables en su actitud frente a la pandemia, ya aprobó una dosis que podrá aplicarse a partir de los seis años de edad.
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