Martes, Noviembre 26, 2024
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Liderazgos

 

Yuriria Sierra   
 
Nudo gordiano
 
 
 “Pues está mal, porque el Presidente ha dicho que no es obligatorio, lo ha dicho por televisión, que lo use quien quiera. No creo en eso, ni me he vacunado ni nada, porque es mentira todo eso, no es una pandemia, es un plan que hicieron…”, palabras de la señora Amelia, habitante de Ecatepec. Fue su respuesta a mi compañera Ángeles Velasco, quien acudió a ese ayuntamiento para conocer su opinión sobre la medida, impuesta por el alcalde, para castigar con cárcel a quien no porte cubrebocas en espacios públicos. El aumento de contagios en uno de los cinco municipios más poblados del país orilló a las autoridades a endurecer su estrategia contra la pandemia, que sigue sumando días récord de nuevos contagios. En Orizaba, Veracruz, siguieron el ejemplo, pero allá no es cárcel, es una multa cercana a los 900 pesos. En Jalisco, para ingresar a cualquier centro de diversión: un bar, un restaurante, un casino, se exige, desde el pasado viernes, el certificado de vacunación.

¿Qué habrá pensado la señora Amelia ayer por la mañana, cuando escuchó al Presidente hablar de su experiencia con su segundo contagio de covid-19 y el tratamiento que siguió?: “Y remedios que ya todos sabemos. Se burlan del VapoRub, pero ayuda, sobre todo porque a todos nos gusta que nos acaricien, que nos den una talladita en el pecho, en la espalda, en las plantas de los pies, a los niños, a los adultos, a todos, siempre y cuando quien está haciendo la caricia, pues ya esté libre de covid…”, afirmó López Obrador en su reaparición en Palacio Nacional.

 
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Y así como un Presidente insistentemente minimiza las consecuencias de la pandemia y hace a un lado las recomendaciones sanitarias, así también un líder, uno seguido alrededor del mundo, pone en evidencia la peligrosísima línea que separa la libertad personal con el bienestar colectivo. Tanto un mandatario como un campeón deportivo disponen de un libre albedrío incuestionable, pero, ¿qué pasa cuando éste se convierte en un ejemplo que pone en riesgo la vida de millones?

Ahora es Francia quien le envía una advertencia a Novak Djokovic, ganador de una veintena de torneos de Grand Slam. Ya Australia lo expulsó, luego de enredarse en sus propias explicaciones: que si ya padeció covid, que si tenía anticuerpos y en ello justificaba su negativa a vacunarse. ¿Por qué creyó que su postura podía pasar por alto las medidas que el gobierno australiano impuso ante la pandemia? ¿Qué mensaje reciben sus seguidores? Djokovic es figura, autoridad de millones de personas, lo que diga, en la cancha y fuera de ella, se convierte en referencia; así como lo que se escucha aquí en México todos los días en Palacio Nacional. Que Australia, un país que ha hecho un arduo trabajo en la inmunización de sus ciudadanos, hiciera una excepción para abrir la puerta a quien ha reiterado su negativa a vacunarse, habría sido un escándalo aún mayor, porque, con ello, se habría puesto en riesgo al entorno del deportista y dado oportunidad de generar una cadena de contagio.

Qué peligroso cuando se argumenta la libertad personal en asuntos cuyo único fin siempre tendría que ser colectivo. De eso se ha tratado también la emergencia sanitaria. Qué lástima que no todos los líderes han pasado la prueba, ya sean presidentes, deportistas o figuras del espectáculo que siguen creyendo que esto no es tan grave, aunque en dos años hayan muerto más de cinco millones de personas en el mundo.