Jorge Fernández Menéndez
Razones
Estábamos preocupadísimos porque el subsecretario Hugo López-Gatell no pudo estar el martes en la mañanera porque, dijo el presidente López Obrador, tenía fiebre y catarro. Afortunadamente ayer el Presidente explicó que el subsecretario sólo tiene gripe. Todo el mundo pensaba que López-Gatell, en realidad, como un número creciente de mexicanos, tenía covid. Al desmentirlo, el Presidente también le pidió a la gente no tener miedo de la nueva ola de contagios, porque los efectos de ómicron, sostuvo, no son tan graves como en el virus original y su variante delta.
Más allá de la situación personal de López-Gatell, lo cierto es que la política de la administración federal ante el covid está basada en una suma de errores que el propio subsecretario escenifica mejor que nadie. Ante la ola de contagios de ómicron, es una falacia decir que la alternativa es volver a confinar a la sociedad o mantener todo abierto. La diferencia, lo que puede transformar la actual pandemia en un proceso endémico, como la influenza tradicional, es la vacunación y la aplicación de pruebas masivas, las dos cosas que la estrategia diseñada por López-Gatell siempre fue reacia a aplicar.
Las pruebas, como las mascarillas, dijo el subsecretario en su momento, no eran necesarias. Durante semanas se rezagó México en la compra de vacunas porque el subsecretario se negaba a hacer compras adelantadas de las vacunas en proceso. Fue sobre todo la Cancillería la que se impuso y logró compras de vacunas desde antes de que estuvieran disponibles. Eso provocó una fuerte disputa en el gabinete entre Marcelo Ebrard y López-Gatell, a la que se sumó también la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, con fuertes diferencias con el subsecretario.
López-Gatell no ha sido despedido por dos razones poderosas: primero, porque hacerlo significaría reconocer que se erró en la estrategia de la lucha contra el covid, con un mensaje confuso y costoso para la sociedad. Segundo, porque ello implicaría cambios profundos en la Secretaría de Salud, y el secretario Jorge Alcocer cuenta con el apoyo y la amistad —desde los años en que fue el médico que atendió a su primera esposa— del Presidente de la República.
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