Pascal Beltrán del Río
La aparición de la variante ómicron del coronavirus ha generado distintas reacciones entre los gobiernos del mundo.
En México, el subsecretario Hugo López-Gatell ha decidido minimizar la amenaza que significa, a pesar de que sólo le tomó dos semanas convertirse en la variante dominante en Estados Unidos.
Ayer, en la conferencia mañanera, López-Gatell insistió en lo que ha venido diciendo desde que se tuvo conocimiento de ómicron: que ésta “parece ser una variante que tiene menor proporción a causar enfermedad grave, comparado con delta o comparado con las otras variantes”. Y agregó que los llamados de la Organización Mundial de la Salud de evitar los festejos de fin de año son para los europeos, no para los mexicanos.
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Esos dichos son del mismo hombre que no se cansó de minimizar los efectos de delta y de la versión original del coronavirus y cuya estrategia para enfrentar la enfermedad tiene en su haber casi 300 mil muertes en cifras oficiales, o más de 440 mil en datos más realistas, basados en el exceso de mortalidad.
Pero, ¿qué ha pasado recientemente en China, país donde se originó el SARS-CoV-2 hace poco más de dos años?
Tomo la siguiente información de la cuenta de Twitter del académico regiomontano Alfonso Araujo González, quien labora en el Centro México-China en la ciudad de Hangzhou, en el oriente de ese país. La provincia de Zhejiang (64 millones de habitantes), de la que Hangzhou es capital, ha sido una de las zonas más resilientes de China durante esta pandemia. El año pasado sólo tuvo unos mil 500 contagios y una sola muerte.
Hace dos semanas se coló un caso de covid, que fue detectado con varios días de retraso. La persona infectada decidió no hacer caso a sus síntomas y, en lugar de acudir a una clínica, como está indicado, hizo su vida normal, viajando por dos días entre Hangzhou (10 millones de habitantes) y la ciudad vecina de Shaoshing (5 millones de habitantes).
Cuando finalmente se tuvo conocimiento del caso, las autoridades entraron en alerta. El edificio donde trabaja el paciente, de más de 40 pisos, fue cerrado, y unas mil 600 personas fueron puestas en cuarentena en sus propias oficinas.
Los contactos primarios y secundarios del paciente fueron rastreados, se les aplicó una prueba de PCR y fueron puestos en distintas modalidades de confinamiento.
Se restringieron viajes entre las ciudades de Hangzhou y Shaoshing, medida que se extendió a Ningbo (8 millones de habitantes), donde también se detectaron casos de covid.
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