Pascal Beltrán del Río
Bitácora del director
Mediante tres anuncios realizados en el lapso de menos de un mes, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha hecho ver que someterá a prueba la resistencia de tres pilares institucionales de la vida pública de México: el Banco de México, el Inegi y el Instituto Federal Electoral.
El 24 de noviembre dio a conocer que propondría a la subsecretaria de Egresos de Hacienda, Victoria Rodríguez Ceja, como próxima gobernadora del Banco de México.
Luego, el pasado miércoles 15, informó que nominaría a la exsubsecretaria de Economía Graciela Márquez para presidir el Instituto Nacional de Geografía y Estadística.
Finalmente, el viernes último, acusó a una mayoría de miembros del Consejo General del INE de parecer “abogados huizacheros” por practicar “chicanadas, tácticas dilatorias” ante la eventual consulta de revocación de mandato, por posponer la realización de la misma hasta contar con el otorgamiento de presupuesto suficiente.
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“El tema de fondo es que se va a poner el precedente histórico, lo quieran o no lo quieran, de que el pueblo va a ejercer su derecho a la revocación del mandato”, afirmó. Y agregó que el asunto no está decidido, pues “todavía queda la instancia del Tribunal Electoral y luego la Corte”.
Lo que es seguro es que se sabrá si esas tres instituciones –Banxico, Inegi e INE– soportaron la prueba de estrés o sucumbieron bajo la presión del Ejecutivo para pasar por encima de su autonomía y hacerlas funcionar a su antojo. De por sí ya son señales ominosas las que se han dado. Veamos:
Rodríguez Ceja asumirá el cargo de gobernadora, luego de que el Presidente se rehusó a renovar el mandato de Alejandro Díaz de León, cosa que se anunció poco después de que la Junta de Gobierno de la institución se negara a entregarle los remanentes de sus operaciones financieras que López Obrador decía que correspondían a su gobierno.
Después, renegó de la nominación de Arturo Herrera, a quien retiró de la Secretaría de Hacienda para que se preparara para suceder a Díaz de León. Existe la versión de que Herrera cayó de la gracia presidencial cuando se negó a dosificar, como le había pedido su entonces jefe, las partidas federales destinadas a los estados en vísperas de las elecciones de junio.
Veremos, a futuro, cómo se comporta el Banco de México en el manejo de la política monetaria, ahora que su Junta de Gobierno está integrada por una mayoría de personas nominadas por el Presidente. El viernes, desde Tabasco, López Obrador envió la señal de que le importa mucho el tipo de cambio. Sería lamentable que la institución tomara decisiones para apuntalarlo como él quiere y no se enfocara en su mandato central: el control de la inflación.
Pasemos ahora a ver qué sucede en el Inegi. Había buenas razones para que su presidente, Julio Santaella, repitiera en el cargo. O, cuando menos, no había motivos para que eso no ocurriera. Sin embargo, López Obrador decidió que allí esté su exsecretaria de Economía, Graciela Márquez.
En 2008, cuando el presidente Calderón hizo el mismo movimiento con Eduardo Sojo, los entonces opositores que hoy son gobierno denunciaron que eso ponía en jaque la autonomía. Lo cierto es que Sojo resistió presiones de los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, pero el oficialismo actúa con hipocresía al avalar, hoy, el mismo tipo de nominación que entonces rechazó.
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