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2022: ¿El año de Adán?

2022: ¿El año de Adán?

Ivonne Melgar
 

Retrovisor

 
 Los acontecimientos de diciembre han prefigurado algunos giros que podrían convertir a 2022 en el año del necesario diálogo político entre la oposición y el gobierno.

Al celebrar la mitad de su mandato, el presidente López Obrador definió que su legado era la intangible revolución de las conciencias.

Cinco días después, el domingo 5 de diciembre, en un reconocimiento que le hizo Movimiento Ciudadano, Porfirio Muñoz Ledo, esa controvertida conciencia que ni Morena ni el mandatario han querido escuchar, advirtió:

 
“El jefe del Estado nos receta con un zocalazo. Algo teme y lo lamento. Yo creo que está sintiendo el vacío del abandono del poder, de manera que ya no es prematura, sabiendo además que el nivel de concentración de poder que existe en México no es ni heredable ni repetible. Y que, por fuerza de la política, de la economía, de la sociedad y de las ambiciones, este régimen de concentración de poderes tenderá a desgajarse en los próximos meses, antes de que se cumplan dos años”.

En su disertación, Muñoz Ledo exaltó las gestas a favor de la transición democrática que hizo, en mancuerna, con López Obrador, el gran líder social de esta historia.

El exdirigente del PRI y del PRD compartió una acotación: en aquellos años, él lograba en las mesas de negociación política los acuerdos que, a su vez, el ahora Presidente de la República impulsaba y reclamaba con la movilización.

Lamentó Muñoz Ledo que López Obrador ya no quisiera construir negociaciones políticas y, peor aún, careciera de un buen negociador. Y advirtió: “La República invita al consenso, necesita serenidad y no puede estar sometida a vaivenes pasajeros ni a neurosis políticas”.

Al siguiente día, Santiago Creel, diputado federal y presidente de la Comisión Política del PAN, regresó a Bucareli, donde despachó como secretario de Gobernación (2000-2005), para conversar con su actual titular, Adán Augusto López Hernández, sobre un futuro diálogo político con acuerdos y reformas pactadas.

La noticia fue recibida con incredulidad hasta por los propios panistas. Pero una semana después, el lunes 13 de diciembre, a las oficinas del exgobernador de Tabasco regresó Creel, junto con la dirigencia de su partido, legisladores y gobernadores.

 

 
Además de anunciar siete mesas de trabajo que comenzarán a funcionar el próximo 10 de enero, Marko Cortés contó haberle solicitado al secretario López Hernández que pare la persecución política en contra de representantes de la oposición como Ricardo Anaya y el gobernador de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca, quien fue parte de la comitiva.

La agenda incluye las reformas constitucionales en materia eléctrica y electoral, dos aspiraciones presidenciales imprescindibles si se trata de legar un cambio de régimen.   

Paralelamente, este jueves 16 de diciembre, en Villahermosa, López Obrador encabezó un Consejo Nacional de Seguridad con todos los gobernadores y la jefa de Gobierno, en un acto impecable en sus buenas formas, mensajes de concordia y colaboración.

Varias novedades: los mandatarios estatales asumieron compartir con las autoridades federales el costo de ese indicador que todavía no desciende: los homicidios violentos; en la foto del recuerdo, el gobernador de Tamaulipas, quien perdió su fuero en junio mediante una operación legislativa a cargo del ahora titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, Pablo Gómez, posó sonriente junto al Presidente de la República.

López Obrador agradeció en un tono inusual la presencia de los gobernadores de oposición, nombrando a sus partidos: MC, PAN y PRI, y calificó el evento como un acto de unidad.

Más que el lanzamiento de una estrategia de seguridad que pueda traducirse en cambios de fondo, se trató de una muestra del oficio político del secretario de Gobernación y de la importancia que su voz tiene para el Presidente de la República.

Porque es Adán Augusto, el hombre de la mayor confianza y amigo de juventud de López Obrador, quien está operando este giro, producto de una realidad que la narrativa de polarización de las conferencias mañaneras se niega a reconocer, pero que está ahí: el presidente peleonero, el de la revolución de las conciencias, necesita un negociador.

Un negociador para concretar el proyecto de la autoproclamada Cuarta Transformación que, después del 6 de junio, ya sabe dónde están los diques de contención: clases medias, grandes urbes, organismos autónomos, ministros de la Suprema Corte e instituciones académicas…

Adán, el político discreto que ahora le disputa a Ricardo Monreal el rol de constructor de acuerdos que le dejaron libre en el Senado.

Adán Augusto, el presidenciable, ya comienza a aglutinar apoyos que antes se concentraban en torno a la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum.

Adán, el secretario de Gobernación, acaso el negociador que, como bien lo advirtió Muñoz Ledo, le estaba haciendo falta al presidente López Obrador.