Pascal Beltrán del Río
Bitácora del director
Por necesidades profesionales y personales, viajo mucho por avión. Y a pesar de que en los primeros meses de la pandemia se redujeron mis salidas, he ido retomando el ritmo.
Desde que el gobierno federal impuso hace casi ocho meses el llenado del cuestionario sobre covid para pasajeros –llamado Vuela Seguro–, he cumplido con el trámite. Y no sólo porque es obligatorio para pasar a la sala de espera, sino porque estoy convencido de que el uso de la tecnología puede ser útil para mantenernos saludables.
Al llenar el formato, le preguntan a uno si ha tenido síntomas de la enfermedad y si ha visitado recientemente otros países, y piden el número de vuelo y el asiento asignado.
Como entendía yo las cosas, toda esa información iba a una base de datos y, en caso de que un pasajero desarrollara covid en los siguientes días, sus compañeros de viaje eran avisados por medio de un mensaje de texto y/o correo electrónico para que tomaran precauciones, como aislarse y hacerse una prueba. Si uno no recibía ningún aviso, es porque no había estado en riesgo de contagio al volar
Idealmente, la tecnología podría servir hasta para avisar a personas que estuvieron en el mismo aeropuerto y a la misma hora que alguien que luego dio positivo en una prueba covid.