Martes, Noviembre 26, 2024
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Miedo

 

Yuriria Sierra
 
Nudo gordiano
 
 

 

Miedo a subirse al transporte público. Miedo a que nos roben nuestras pertenencias. Miedo de sentarnos a degustar algún alimento y que llegue un comando a quitarnos todo frente a nuestras familias. Miedo a andar sola o solo, no importa la hora del día, miedo a ya no regresar a casa. Miedo a entrar sola a la oficina de un funcionario y que no entienda que no es no. Miedo que después, ese personaje quiera ser gobernador. Miedo a buscar justicia y encontrar sólo grietas en un sistema al que poco le importan las víctimas. Miedo a pedir ayuda y encontrar sólo burlas. 

Miedo de que un comando entre de madrugada a casa y ya no vivir para contarlo. Miedo a ganar un premio en la rifa del avión presidencial y que un grupo criminal exija una recompensa. Miedo a que por no ceder, familias enteras deban dejar su hogar y toda su vida. Miedo a que nadie los escuche. 

 

 
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Miedo de extender una receta en la ventanilla y que digan que no hay medicamento para surtirla. Miedo que el incremento al salario no asegure tener la despensa llena. Miedo a andar en carretera y ser sorprendido por delincuentes… o por el azar, ése que nos obliga el carril de emergencia. Miedo a vacacionar en la playa y en lugar de ver el mar, sólo encontrarse con una lluvia de balas. 

Miedo a que las autoridades no crean nuestras denuncias. Miedo de que los tratos bajo la mesa nunca terminen. Miedo a que lo que importe siempre sean sólo los intereses de unos, los mismos de siempre y que presumían no ser iguales. Miedo que cada vez sean más evidentes las decisiones autoritarias. Miedo que cada vez llegue más lejos. Miedo que cada vez sean más los verdaderos conservadores. Miedo que crean que los derechos deben someterse a consulta. Miedo a que crean que la revocación es lo mismo que una ratificación. Miedo a que la voluntad se siga confundiendo con obligación y que se tenga forzosamente que llenar plazas públicas. 

Y, claro, miedo también a una pandemia: miedo a la aparición de más variantes, miedo a que cada vez sean malos riesgos. Miedo a que regresemos a ese invierno del 2020, en que el desfile de ambulancias no terminaba. Miedo a que las filas por la búsqueda de un tanque de oxígeno luzcan de nuevo interminables. Miedo a que la pérdida de un ser querido del que no podemos despedirnos, sea cada vez más recurrente. Miedo a que las autoridades no hayan aprendido la lección. Miedo a que nos incitan a tener una vida como si la emergencia sanitaria no fuera un problema real. Miedo a que no haya consecuencias por las omisiones que hemos visto todos en los últimos 20 meses. Miedo a que no haya castigo para los responsables del casi medio millón de mexicanos muertos por covid-19.

Miedo, el miedo se apodera a veces de nosotros ante una coyuntura que no encuentra motivos para el aliento. Aunque no olvidemos que el miedo sólo es un primer instante, muchas de las causas encuentran en nuestro carácter una vía para ser combatidas. Se vale tener miedo, pero nunca convertirlo en razón para no avanzar, al contrario: el miedo debe ser siempre motor.